Bienvenida
la noche para quien va seguro
y con
los ojos claros mira sereno el campo,
y con
la vida limpia mira con paz el cielo,
su
ciudad y su casa, su familia y su obra.
Pero a
quien anda a tientas y ve sombra, ve el duro
ceño
del cielo y vive la condena de su tierra
y la
malevolencia de sus seres queridos,
enemiga
es la noche y su piedad acoso.
Y aún
más en este páramo de la alta Rioja
donde
se abre con tanta claridad que deslumbra,
palpita
tan cerca que sobrecoge, y muy
en el
alma se entra, y la remueve a fondo.
Porque
la noche siempre, como el fuego, revela,
refina,
pule el tiempo, la oración y el sollozo,
da
tersura al pecado, limpidez al recuerdo,
castigando
y salvando toda una vida entera.
Bienvenida
la noche con su peligro hermoso.
Claudio
Rodríguez
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