jueves, 29 de diciembre de 2011

Conducta autolesiva e ideación suicida en estudiantes de Enseñanza Secundaria Obligatoria



Diferencias de género y relación con estrategias de afrontamiento.

Autor-es: Teresa Kirchner; Laia Ferrer; Maria Forns; Daniela Zanini.

Palabras claves: Conducta autolesiva, Ideación suicida, Estrategias de afrontamiento, Adolescencia, Diferencias de sexo.

Resumen
Introducción. La conducta autolesiva y la ideación suicida constituyen síntomas de riesgo de suicidio en la adolescencia. Conocer su prevalencia y características asociadas es fundamental para prevenir y tratar estas conductas adecuadamente.

Los objetivos de este trabajo son: a) analizar la presencia de conducta autolesiva y pensamiento suicida en población comunitaria adolescente, según sexo, b) analizar la asociación entre ideación suicida y conducta autolesiva, calculando el riesgo relativo (RR) de autolesión; c) analizar el tipo de estrategias de afrontamiento que ponen en marcha respectivamente los adolescentes con presencia y ausencia de dichas conductas.

Método. Participan 1.171 estudiantes de ESO (518 chicos y 653 chicas) de entre 12 y 16 años. La conducta autolesiva y la ideación suicida se analizaron mediante el YSR y las estrategias de afrontamiento mediante la adaptación española del CRI-Youth.

Resultados. La prevalencia de conducta autolesiva es del 11,4% y la del pensamiento suicida del 12,5%, porcentajes acordes con los encontrados en otros países. No se han hallado diferencias de sexo, pero sí un incremento con la edad.
Las chicas son más proclives a realizarse cortes y los chicos a llevar a cabo conductas de riesgo.  Los 16 años es la edad más prevalente de este tipo de conductas de riesgo entre los alumnos que cursan la ESO.

Existe una importante asociación entre comportamiento autolesivo e ideación suicida; la probabilidad de autolesión en adolescentes con ideación suicida es más de diez veces superior que en adolescentes que no reportan dicho tipo de ideación. El uso de estrategias de afrontamiento específicas diferencia entre población con ausencia/presencia de dichas conductas, especialmente en las chicas.

Conclusiones. La asociación entre pensamiento autolítico, conducta autolesiva y uso de estrategias de afrontamiento puede tener importante valor preventivo y coadyuvar a la implementación de tratamientos más efectivos.

http://actaspsiquiatria.es/repositorio/13/72/ESP/13-72-ESP-226-235-920269.pdf

domingo, 25 de diciembre de 2011

El policía suicida y su reencuentro con Dios.





«Yo era una persona que mi religiosidad se encontraba bajo mínimos, algunas veces me había preguntado ¿pero, en que creo yo ya?. Mis entradas en la Iglesia eran por mero cumplimiento.


Hace aproximadamente tres años sufrí una fuerte depresión e intenté quitarme la vida dándome un tiro en el corazón (soy policía nacional). La bala tuvo entrada por la parte superior izquierda del pecho y salida por la espalda pero con tal limpieza que no me dejó secuelas físicas ningunas, pero sí psíquicas. Mi mujer y mis hijos trataban de ayudarme pero yo no terminaba de estar bien. Visité varios psicólogos y psiquiatras, salía aparentemente bien de las consultas, pero la verdad es que no estaba bien.


“Sigue el tratamiento y reza”


»En una de mis visitas al psiquiatra me dijo: “El tratamiento que tienes puesto es correcto, sigue con el y reza”. Yo salí muy confundido e incluso irritado de la consulta, pues había pagado una cosulta para que me dijera que rezara. Camino de casa le dije a mi mujer -si yo no me acuerdo de rezar, ya que había comprobado que cuando me ponía a rezar me pasaba de una oración a otra y las mezclaba.


Una estampita lo cambió todo


»Un tiempo después tuve que ir a mi trabajo a llevar unos informes y al pasar por la Basílica de la Virgen de las Angustias, entré, me postré pidiéndole que me sanara pues yo no estaba bien. Al salir del templo después de unos momentos de oración se dirigió a mi una señora y sin mediar palabra me dio una estampa con una oración que se titula “tengo sed”. Me la dio solo a mi y aunque en otra ocasión se hubiera olvidado en mi bolsillo, esta vez la leí detenidamente y poco a poco me sentí reflejado en la lectura de tal forma que me fue envolviendo una alegría interior y me fue seduciendo. Al llegar a casa se lo comenté a mi mujer, se la leí y desde ese día me agarré a esa lectura que termina con la palabra ¡¡¡empieza!!!.


Empecé a ir a misa con mi mujer


»Comencé por acompañar a mi mujer a la Eucaristía, al principio casi con vergüenza y sin entender nada, las lecturas me sonaban a chino, pero yo tenía que darle su tiempo a esa “medicina” y sobre todo insistir y llevar bien el tratamiento, nada de dejar pasar tomas y llevar el tratamiento a mi manera. Empecé a pedirle a Jesús (y le pido todavía hoy) que quiero ser un cristiano auténtico, sin cumplimientos ni fingimientos. Nos fuimos acercando mi mujer y yo (aunque tengo que decir que ella nunco estuvo retirada de Dios) a grupos donde nos pudiéramos ir llenando de él. Me compré una Biblia que al principio tenía en casa un poco escondida y de “tapadillo”, hoy está encima de la mesa disputando puesto con el mando de la tele.


»Me fui acercando cada vez más a la Palabra (siempre con mi mujer), la mayor parte de las veces sin entender nada pero insistiendo en todo lo que me podía llenar de Jesús. Hemos hecho dos cursos en la Escuela de Evangelización de Granada, el taller de Oración y Vida del Padre Ignacio Larrañaga y poco a poco lo que estaba viviendo me estaba atrapando de tal forma que donde me enteraba que “llovía Agua Viva” allí estabamos nosotros para empaparnos y que nos calara hasta los huesos. Así el Señor puso en nuestro camino a dos parejas que veíamos y que estaban muy llenas de Dios, un día les pregunté que dónde iban ellos a vivir la Fe y nos hablaron de la Renovación Carismática, del grupo “Kairós” donde ellos participan de la Oración.


La Renovación Carismática forma parte de su vida


»Desde hace dos años aproximadamente estoy en el grupo y cada tarde del lunes mi corazón y mi alma salen rebozantes de alegría, de una alegría nueva, que perdura, que llena, me ha cambiado la vida, veo que se cumple lo que en alguna ocasión hemos cantado “ha cambiado mi lamento en baile” . Cuando sugen los problemas los veo de otra manera, siento un gozo nuevo, desconocido. La alabanza surge en mi boca desde la mañana hasta la noche, ya todo trato de hacerlo desde la perspectiva de Jesús, pues se ha convertido en el Centro, en la Meta, en el Fin de mi vida.


»La oración (tanto comunitaria como personal) es un disfrute. En una palabra, mi vida está toda llena de Jesús desde la mañana a la noche y le pido que sea así hasta el fin de mis días».




http://blogs.lavozlibre.com/religion/2011/07/12/el-policia-suicida-y-su-reencuentro-con-dios/

viernes, 23 de diciembre de 2011

Ya no lloro...



Ya no lloro..., y no obstante, agobiado
y afligido mi espíritu, apenas
de su cárcel estrecha y sombría
osa dejar las tinieblas
para bañarse en las ondas
de luz que el espacio llenan.

Cual si en suelo extranjero me hallase,
tímida y hosca, contemplo
desde lejos los bosques y alturas
y los floridos senderos
donde en cada rincón me aguardaba
la esperanza sonriendo.

Rosalía de Castro

miércoles, 21 de diciembre de 2011

lunes, 19 de diciembre de 2011

La depresión clínica después de un aborto



La asociación entre el aborto y la depresión consiguiente dura al menos ocho años 
  



La depresión clínica después de un aborto 


Las mujeres que abortan su primer hijo tienen un riesgo mayor de depresión crónica posterior que las mujeres que llevaron a término su primer embarazo. El estudio se basa en datos obtenidos del estudio nacional sobre jóvenes norteamericanos comenzado en 1979. En 1992 se entrevistó a una muestra de 4.463 mujeres de esa población sobre depresión, embarazos no deseados y resultados de su embarazo. Un total de 421 mujeres habían tenido su primer aborto o parto no deseado entre 1980 y 1992. 


Una media de ocho años después de sus abortos, las mujeres casadas tenían 138% más probabilidad de depresión clínica que mujeres similares que habían llevado a término su primer embarazo no deseado. Entre las mujeres que no estaban casadas en 1992, los índices de depresión de alto riesgo no diferían significativamente. Los autores sugieren que la falta de significancia en mujeres solteras puede deberse a las tasas más altas de ocultamiento del aborto entre esta población. En comparación con las medias nacionales, las mujeres solteras de este estudio sólo informaron del 30% de los abortos previsibles, mientras que las mujeres casadas informaron del 74%. Según los autores, esto puede hacer más fiables los resultados de las mujeres casadas. Otra explicación es que las mujeres solteras que están criando a un hijo sin ayuda de un marido sufren significativamente más depresión que las mujeres casadas. 


Como la vergüenza, el secretismo, y la represión mental en relación al aborto están todas asociadas con una mayor depresión, ansiedad y hostilidad post-aborto, los autores concluyen que los altos índices de ocultamiento de abortos pasados en esta población (60% en general) tendería a suprimir el efecto completo del aborto en la depresión subsiguiente. El hecho de ocultar el aborto llevaría a clasificar a las mujeres que sufren depresión tras un aborto a ser clasificadas como si hubieran dado a luz. En palabras de David C. Reardon, Ph.D., el autor principal del estudio: "Considerando el alto grado de ocultamiento de abortos pasados, el hecho de que aparezcan diferencias significativas sugiere que estamos viendo la punta del iceberg.” 


Reardon, director del Elliot Institute de Springfield, Illinois, afirma que los hallazgos del studio concuerdan con otras investigaciones recientes que muestran un aumento de cuatro a seis veces más riesgo de suicidio y abuso de drogas y alcohol asociados con abortos anteriores. Dice que los resultados también son importantes por ser el primer estudio representativo a nivel nacional que examina índices de depresión muchos años después de un aborto, en esta muestra, una media de unos ocho años después. 


Otro aspecto importante de este estudio es que se trata de uno de los pocos estudios que usa pruebas psicológicas pre-embarazo como variable de control. La variable más usada como control para las reacciones emocionales es la evaluación pre-aborto del mismo día del aborto, cuando la mujer está sometida a una gran tensión emocional. Por ello, las pruebas pre-embarazo son mucho más útiles que las de pre-aborto para evaluar el efecto independiente del aborto sobre las reacciones psicológicas a largo plazo. 


Preguntado sobre las implicaciones del estudio para los médicos, Reardon responde que: "Recomendamos a los médicos que tengan la costumbre de preguntar sobre el resultado de los embarazos de sus pacientes. La simple pregunta de si ha tenido complicaciones con algún embarazo tal como abortos espontáneos o provocados puede ser suficiente para dar permiso a las mujeres para hablar de asuntos sin resolver referentes a embarazos anteriores. Muchas mujeres pueden agradecer hablar de ello con una persona comprensiva y recibir ayuda psicológica.” 



http://www.es.catholic.net/sexualidadybioetica/610/1682/articulo.php?id=14545


Ver también: http://www.hazteoir.org/node/11090

jueves, 15 de diciembre de 2011

Esperanza en la desolación (13)


Oración del domingo por la mañana.

Dios mío, estos tiempos son tiempos de terror. Esta noche, por primera vez, me he quedado despierta en la oscuridad, con los ojos ardientes, mientras desfilaban ante mí, sin parar, imágenes de sufrimiento. Voy a prometerte una cosa, Dios mío, una cosa muy pequeña: me abstendré de colgar en este día, como otros tantos pesos, las angustias que me inspira el futuro. Pero esto requiere cierto entrenamiento. De momento, a cada día le basta su pena. Voy a ayudarte, Dios mío, a no apagarte en mí, pero no puedo garantizarte nada por adelantado. Sin embargo, hay una cosa que se me presenta cada vez con mayor claridad: no eres tú quien puede ayudarnos, sino nosotros quienes podemos ayudarte a ti y, al hacerlo, ayudarnos a nosotros mismos. Esto es todo lo que podemos salvar en esta época, y también lo único que cuenta: un poco de ti en nosotros, Dios mío. Quizá también podamos contribuir a sacarte a la luz en los corazones devastados de los otros"


Del “Diaro” de Etty Hillesum


Esther "Etty" Hillesum. Etty, como era llamada por sus amigos, nació en Middelburg (Holanda) el 15 de enero de 1914. Escribió un diario íntimo y extenso entre 1941 y 1943, durante la segunda guerra mundial. En este diario manifiesta sus sentimientos durante su cautiverio en el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, donde falleció.

http://www.tendencias21.net/El-diario-de-Etty-Hillesum-buscar-a-Dios-en-el-Holocausto_a4060.html

martes, 13 de diciembre de 2011

¿Qué quiero, mi Jesús?…Quiero quererte,



¿Qué quiero, mi Jesús?…Quiero quererte,
quiero cuanto hay en mí del todo darte
sin tener más placer que el agradarte,
sin tener más temor que el ofenderte.
Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo por buscarte,
quiero perderlo todo por hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.
Quiero, amable JESUS, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida,
y en sus divinas llamas abrasarme.
Quiero, por fin, en Tí transfigurarme,
morir a mí, para vivir tu vida,
perderme en Tí, JESUS, y no encontrarme.

Pedro Calderon de la Barca

domingo, 11 de diciembre de 2011

viernes, 9 de diciembre de 2011

Necesita un psiquiatra... ¿o más bien un confesor?

El Director del Hospital Psiquiátrico de Valladolid, en un artículo publicado en el Norte de Castilla afirma que muchos pacientes necesitan más bien un confesor  






   Necesita un psiquiatra... ¿o más bien un confesor? Una suposición frecuente sobre la tarea de los psiquiatras nos recuerda nuestra disfrazada condición de confesores. Quien nos los imputa, que acompaña generalmente su atribución de cierta sonrisita, sabe bien que si no acierta del todo tampoco dice ninguna tontería.   


Si tomamos en serio este criterio popular, deberíamos detener de una vez nuestras cábalas acerca de la multitudinaria concurrencia que satura hoy las consultas. Pues estamos perdiendo el tiempo con conjeturas epidemiológicas por no tener en cuenta el factor confesional que nos insinúan. Si atendemos en cambio a la mordaz comparación, podremos ya dirigirnos al gerente del recién estrenado Sacyl y decirle respetuosamente: «Don Antonio María, sepa usted que no vamos a resolver los problemas de salud mental mientras se confiese tan poco en esta Autonomía».  Resulta que muchos de nosotros nos hemos buscado la vida en una profesión que nos parecía laica, e incluso provista de cierta dosis de anticlerecía, y hete aquí que acabamos convertidos en indulgentes confesores.   


Porque buena parte de las consultas que recibimos, descartada la cada vez más minoritaria presencia en nuestros dispensarios de la locura, la componen los problemas cotidianos con la culpa. Muchos malestares de los ciudadanos, aunque comparezcan bajo la apariencia de depresiones, miedos o angustias, son pequeñas indigestiones de culpa. Dispepsias morales que antes se resolvían con una confesión rutinaria, o mediante confesión general si la gravedad lo exigía, pero que actualmente no tienen dónde acudir si no es a un especialista, bien dispuesto, eso sí, a aceptar como enfermos a simples penitentes ávidos de excusa.  


Sin saberlo del todo, aunque secretamente lo presuman, las gentes acuden a consulta buscando absolución antes que cura. Vienen a que les traten, sin duda, pero sobre todo a que les eximan. Y para este fin nada es tan eficaz como la confesión sacramental. Porque en su seno uno examina la conciencia, propone la enmienda, cuenta lo que puede y se libera después de la mórbida carga con una agridulce penitencia. Es decir, que pasada su pequeña contrición, el pecador se puede marchar tranquilo, exento ya de responsabilidad y dispuesto a seguir confesando la misma falta cuantas veces la tentación le persiga.   


La clínica, por contra, no alcanza esta sublime perfección, aunque lo intente con porfía. Con nosotros, estos consumidores crónicos de comprensión y consejo también encuentran fácil disculpa, dado que pueden atribuir sus males a algún defecto de aprendizaje o a cualquier hipótesis bioquímica. Igualmente, nuestras buenas palabras van a intentar animarles sin censura y hacerles ver que los sufrimientos son universales, que la depresión es producto del estrés social y que cualquiera tiene malos días. Para penitencia disponemos de halagüeños ejercicios de autoayuda y, si es necesario, de alguna píldora. Pero debemos desengañarnos. Ni podemos proteger el futuro como la religión ni lavar la culpa como la confesión.  


A la vista de las circunstancias, lo más sensato será renunciar al poder que la sociedad nos ha confiado y devolver a los confesores la dirección de conciencia que a la chita callando les hemos usurpado. La confesión, que durante siglos fue el instrumento más poderoso de control y normalización de la sociedad, debe volver por sus fueros, mientras nosotros prestamos de nuevo toda nuestra distraída atención a los psicóticos que, por su parte, son auténticos maestros a la hora de despojarse de la culpa. 




Fuente: http://www.es.catholic.net/psicologoscatolicos/348/2373/articulo.php?id=29133

lunes, 5 de diciembre de 2011

El Desafio. Testimonio de Judith





Estaba deprimida, pero quería negarlo. Comencé a tener pensamientos de cómo cometer suicidio. Yo sabía que estaba muy desmotivada porque los eventos de mi vida no iban en la dirección que yo esperaba o quería que fueran. Pero, ¿podía estar realmente deprimida? ¿Era el suicidio una posibilidad? 


Seguramente yo podía lidiar con todo esto. No necesitaba ayuda. Yo podía manejar esto por mi cuenta. Después de todo, las cosas no estaban tan mal… ¿o sí? .Entonces, los amenazantes pensamientos comenzaron a entrar en mi cabeza: maneras de cometer un suicidio. Me preguntaba cómo amarrar un nudo correctamente para crear un lazo corredizo. ¿Esa cuerda sería lo suficientemente fuerte o alta como para colgarme? ¿Tendría la capacidad física para lograr tal cometido? Estos métodos de suicidio eran pensamientos atemorizantes. ¿De dónde habían venido? ¿Cómo se habían metido en mi cabeza?.


Más adelante, los pensamientos se volvieron más insistentes. Era como si estos pensamientos tuvieran carácter propio, una entidad separada que, de alguna manera, residía dentro de mi cerebro. Comencé a preocuparme y me preguntaba si necesitaba ayuda. No estaba yendo más allá de esto y los horribles pensamientos se estaban volviendo peores. No le dije a nadie de estos pensamientos. Eran tan horribles para mí, para mi usualmente alegre y extrovertida personalidad. Estaba atemorizada de decirle a la gente, por temor a que minimizaran mis sentimientos y me hicieran sentir avergonzada. Era probable que me rechazaran y yo no podía lidiar con esas reacciones. Estaba tratando duramente de sobrellevar lo que me estaba sucediendo. 


Quería ser fuerte. Quería creer en Dios. Traté fuertemente de pensar en manera positiva. Es probable que pudiera librarme de ese terrible intruso que había comenzado a residir en mi cabeza. Traté de lidiar con mi propia depresión, pero la insistente voz se volvía cada vez más fuerte. Alcancé un punto en el cual planifiqué un método de suicidio y me preguntaba cómo escribir la nota que dejaría a mi familia. Una parte de mi cerebro procesaba estos pensamientos en una manera totalmente irracional, mientras que la parte más racional de mi cerebro, sabía que el suicidio estaba mal y que eso destruiría mi familia. Casi era como ser dos personas al mismo tiempo: la persona controlada por esta insistente voz y la otra parte de mí, que amaba a Dios y creía que él sí tenía un buen plan para mi vida, a pesar de la dolorosa prueba en la cual estaba profundamente inmersa. Mis pensamientos se centraban en cómo cometer suicidio. 


Sabía que estaba en problemas y que necesitaba ayuda. No podía tratar esto por mi cuenta. ¡Los pensamientos eran demasiados! ¡Necesitaba ayuda! En lo profundo de mi corazón, yo sabía que Dios me amaba. No podía entender cómo él podía amarme, pero creía que lo hacía. Primero busqué a la esposa de mi pastor, una persona a la que yo respetaba mucho. Me sorprendió y me consoló saber que ella había atravesado una seria depresión y comprendía lo que yo estaba pasando. Ella me motivó a no temerle a la medicación y a la consejería. Con una combinación de medicamentos, consejería y la ayuda de Dios, he mejorado enormemente y ya no estoy deprimida. El horrible intruso nunca ha regresado.


Si aquel terrorífico intruso ha traído pensamientos a tu mente, no te lastimes. ¡Tú eres amada o amado ! No importa cuál sea tu situación, existe ayuda. No seas orgullosa o tengas vergüenza como yo la tuve. Habla con un doctor, consejero, líder de la iglesia o un centro de prevención del suicidio. Obtén la ayuda que necesitas y mereces. No necesitas vivir en la depresión o frustración , Dios sabe que estás pensando en cómo cometer suicidio. Aunque en ese momento yo no podía verlo, ahora me doy cuenta lo mucho que Dios me ama. Sé que él estuvo ahí para protegerme y que puso gente en mi camino que me ayudó a través de esos difíciles momentos. He aprendido mucho sobre cuán amplio, alto, largo y profundo es el amor de Dios.


He visto que él estuvo dispuesto a poner a su hijo, Jesús, a morir por mí para que yo no tuviera que hacerlo. Cuando me imagino a Jesús colgando de la cruz, con un corazón lleno de amor por mí, él me pregunta: “¿No es esto suficiente?” 




Bendiciones. Judith.




http://huellas.foroactivo.com/t464-el-desafio-testimonios

sábado, 3 de diciembre de 2011

Cumpleaños



Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Ángel Gonzalez