sábado, 21 de mayo de 2016

En el bosque






En el bosque aprendí a rezar. 
Decía: "¡Dios , quiéreme;  Dios, quiéreme!" 
Una vez me tiré al suelo y lloré mucho tiempo.

Respiré libre y feliz como después de una intensa oración.

Scipio Slataper. Mi Carso

viernes, 13 de mayo de 2016

A la Virgen María





Como hoy estaba abandonado de todos,
como la vida
(ese amarillo pus que fluye del hastío,
de la ilusión que lentamente se pudre,
de la horrible sombra cárdena donde nuestra húmeda
orfandad se condensa)
goteaba en mi sueño, medidora del sueño, segundo tras
segundo,
como el veneno ya me llegaba al corazón,
mi corazón rompió en un grito,
y era tu nombre,
Virgen María, madre.

(30 años hace que no te invocaba).

No, yo no sé quién eres:
pero eres una gran ternura.
No sé lo que es la caricia de la primavera
cuando la siento subir como una turbia marea de mosto,
ni sé lo que es el pozo del sueño
cuando mis manos y mis pies con delicia se anegan,
y, hundiéndose, aún palpan el agua cada vez más
humanamente profunda.
Y los niños, ligados, sordos, ciegos,
en el materno vientre,
antes que por primera vez se hinche a la oscura llamarada
del oxígeno
la roja flor gemela de sus pulmones,
así ignoran la madre,
protegidos por tiernas envolturas,
ciudades indefensas, pequeñas y dormidas
tras el alerta amor de sus murallas.

Y va y viene el fluido sigiloso y veloz de la sangre,
y viene y va la secretísima vena,
que trae íntimas músicas, señales misteriosas que conjuró
el instinto,
y ellos
beben a sorbos ávidos, cada instante más ávidos,
la vida,
aún sólo luz de luna sobre una aldea incógnita sumergida
en el sueño,
y oscuramente sienten que son un calorcito, que son un
palpitar,
que son amor, que son naturaleza,
se sienten bien,
arbolitos, del verano en la tarde, a la brisa,
bebiendo una ignorante sucesión de minutos,
de la tranquila acequia.
Así te ignoro, madre.
No, yo no sé quién eres, pero tú eres
luna grande de enero que sin rumor nos besa,
primavera surgente como el amor en junio,
dulce sueño en el que nos hundimos,
agua tersa que embebe con trémula avidez la vegetal célula
joven,
matriz eterna donde el amor palpita,
madre, madre.

No, no tengo razón.
Cerraré, cerraré, como al herir la aurora pesadillas de
bronce,
la puerta del espanto,
porque fantasmas eran, son, sólo fantasmas,
mis interiores enemigos,
esa jauría, de carlancas híspidas,
que yo mismo, en traílla, azuzaba frenético
hacia mi destrucción,
y fantasmas también mis enemigos exteriores,
ese friso de bocas, ávidas ya de befa
que el odio encarnizaba contra mí,
esos dedos, largos como mástiles de navío,
que erizaban la lívida bocana de mi escape,
esas pezuñas, que tamborileaban a mi espalda, crecientes,
sobre el llano.

Hoy surjo, aliento, protegido en tu clima,
cercado por tu ambiente,
niño que en noche y orfandad lloraba
en el incendio del horrible barco, y se despierta
en una isla maravillosa del Pacífico,
dentro de un lago azul, rubio de sol,
dentro de una turquesa, de una gota de ámbar
donde todo es prodigio:
el aire que flamea como banderas nítidas sus capas
transparentes,
el sueño invariable de las absortas flores carmesíes,
la pululante pedrería, el crujir, el bullir de los insectos
como átomos del mundo en su primer hervor,
los grandes frutos misteriosos
que adensan en perfume sin tristeza los zumos más secretos
de la vida.

¡Qué dulce sueño, en tu regazo, madre,
soto seguro y verde entre corrientes rugidoras,
alto nido colgante sobre el pinar cimero,
nieve en quien Dios se posa como el aire de estío, en un
enorme beso azul,
oh tú, primera y extrañísima creación de su amor!

... Déjame ahora que te sienta humana,
madre de carne sólo,
igual que te pintaron tus más tiernos amantes,
déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos,
los ojos apenados de mi madre terrena,
permíteme que piense
que posas un instante esa divina carga
y me tiendes los brazos,
me acunas en tus brazos,
acunas mi dolor,
hombre que lloro.

Virgen María, madre,
dormir quiero en tus brazos hasta que en Dios despierte.

Dámaso Alonso

miércoles, 11 de mayo de 2016

Otros pobres





Hoy me entristecen otros pobres.
Dan pena los mendigos,
los mendigos de letras
los mendigos de duda,
los mendigos de ciencia,
esos sí que dan pena.
Los que no tienen nada,
duermen a pierna suelta,
en un banco, en el puente,
beben en la taberna
dicen: ¡Dios se lo pague!,
se rascan una pierna,
se comen un tomate
y parecen profetas.
Mendigo es el que dice :
¿y si Dios no existiera ?

Gloria Fuertes

sábado, 7 de mayo de 2016

Ana & Teenage Anorexia - TVC

Ana & Teenage Anorexia - TVC from Lamis Abdayem on Vimeo.
- The TVC depicts a short story of an anorexic girl. Opening, the camera rolls over her office table where her stuff are still there, then at last we see the girl's photo hanged beside them. Ending with a sentence telling that she died due to teenage anorexia.
-This TVC is a 100% Graduate Project. It was a part of my Master's Degree Graduation Project (Mind over Matter). Please note that the images and names used don't depict the true story of the ad. However this ad was based true statistics and accurate research. Circled Minds (Organization Against Eating Disorders) is an ima.ginary organization. 

Title of the project : Awareness Campaign Against Childhood Obesity & Teenage Anorexia.
- Music: John Stockton Slow Drag by Chris Zabriskie (http://chriszabriskie.com)
- It is a personal work for nonprofit scholarly purposes ONLY

domingo, 1 de mayo de 2016

El gran misterio





Las nubes llevan agua
que se bebe la tierra.
La tierra da sus frutos.
Infinitas estrellas en el cielo
y vidas infinitas en la tierra:
es la sombría, la brillante
naturaleza milagrosa...

Envejeces pensando
en los grandes misterios,
pasan siglo tras siglo, irrevocables,
y según van pasando
la eternidad pregunta:
¿qué ha terminado ahora?
—Pregunta al otro—
todos le responden.

Audaz, la inteligencia
le suplica al destino:
¡contesta al pensamiento
sobre el misterio de la vida!
Y la naturaleza, sus milagros,
de nuevo misteriosos
contestan la pregunta
con la tormenta y con la calma,
maravillando al pensamiento...

¿Qué será en el futuro
de la naturaleza?...
¡Arde más clara, luz,
ante el Crucificado!
Me aflije el pensamiento,
mas la oración me llena de dulzura.

Aleksey Vasilievich Koltsov