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jueves, 25 de julio de 2013

Santiago Apostol y el suicida




Cerca de la ciudad de Lyon existe un pueblo en el que vivía un joven que se mantenía con el trabajo de sus manos y sostenía también a su madre, muerto el padre. Amaba ardientemente a Santiago adonde peregrinaba casi cada año y allí presentaba su ofrenda. No se había casado, sino que llevaba una vida honesta junto a su madre viuda. Pero aunque una y otra vez se contenía, sin embargo fue vencido por la voluptuosidad de la vida y fornicó con una jovenzuela. Cuando amaneció, puesto que se había comprometido con unos vecinos suyos a llevar un asno, comenzó su peregrinación a Santiago de Galicia.

Yendo ellos por el camino encontraron a un mendigo que iba a Santiago. Lo tomaron consigo en razón de su compañía, pero más por amor al Apóstol, dándole además el alimento. Y así durante muchos días prosiguieron su camino; el diablo, viendo esta caritativa y pacífica compañía, se llegó calladamente al joven que había fornicado en su casa, en forma humana bastante distinguida y le dijo: «¿No sabes quien soy?» Y él: «De ninguna manera». Y el otro le dice: «Yo soy el apóstol Santiago a quien cada año desde hace ya mucho tiempo, acostumbras visitar y honrar con tus donaciones. Tienes que saber qué contento estaba contigo. Cuántas cosas buenas pensaba que vendrían por ti, pero recientemente, antes de salir de tu casa has fornicado con una mujer y ni entonces ni hasta ahora has hecho penitencia ni has querido confesar y así has emprendido viaje con tu pecado como si tu peregrinación pudiera ser aceptable para Dios y para mí. Primero es necesario que abras tus pecados a una humilde confesión y después pagues lo cometido peregrinando. A quien obrare de otra forma, no le sería aceptada su peregrinación». Dicho esto, desapareció de sus ojos.

Estas cosas que oyó, comenzó a entristecerse maquinando en su interior volverse a casa y confesarse con su sacerdote. Sólo entonces regresaría al camino emprendido. Mientras esto pensaba para sí, el demonio, en la misma forma que se le había aparecido la primera vez, volvió a decirle: «¿Qué es esto que piensas en tu corazón de que quieres volver a tu casa y hacer penitencia y luego volver a mí más dignamente? ¿Es que crees que tu crimen puede borrarse con ayunos y lágrimas? Mucho te engañas. Cree a mis consejos y te salvarás; no podrás salvarte de otra manera. Aunque hayas pecado, yo te quiero y por ello vine a ti para darte tal consejo que puedas salvarte, si me quieres creer». A lo que el peregrino respondió así: «Pensaba como dices, pero después de que me has dicho que todo ello no me aprovecha para la salvación, dime lo que te agrade para que pueda salvarme y con gusto lo pondré por obra». y el otro: .Si de verdad quieres enmendarte sinceramente de tu delito, córtate inmediatamente tus partes viriles, con las que pecaste». A cuyo consejo respondió aquel aterrado: «Si yo me hago lo que me aconsejas hacer, no podré vivir y además seré un suicida, cosa que mil veces oí es algo condenable ante Dios». Entonces el demonio riendo le dijo: «¡Qué poco entiendes las cosas que pueden aprovecharte para la salvación! Te aseguro que si fueses tan prudente como para no dudar en suicidarte, bien contento vendría enseguida con un montón de compañeros a recoger tu alma inmortal. Yo soy el apóstol Santiago que te aconsejo hagas como te digo si quieres venir en mi compañía y encontrar remedio a tu delito». Dichas estas palabras, el peregrino que se llamaba Simple, mientras sus compañeros dormían sacó un cuchillo para aquella acción abominable, y cortó cuanto de viril tenía en sus partes; y después, volviendo la mano, alzó el cuchillo y clavándose la punta, se atravesó el vientre. Pero cuando la sangre saltó abundante y él se agitó palpitando, sus compañeros se despertaron y gritaron preguntándole qué le pasaba. Al no responderles sino que angustiado estaba en las últimas, se levantan entristecidos, encienden antorchas y encuentran a su compañero medio muerto sin valerse ya para responder. Por lo que estupefactos y aterrados no les imputasen su muerte si por la mañana los encontraban en el mismo lugar, huyen abandonándolo envuelto en su sangre con el asno y el pobre al que habían comenzado a alimentar.

A la mañana, cuando la familia se levantó y encontró al muerto no estando claro a quien achacar el asesinato, llamaron a los vecinos para llevarlo a la iglesia a enterrarlo, pero ante el flujo de sangre, se pararon ante la iglesia y depositaron allí el cuerpo. Mientras se preparaba la fosa, el muerto se levantó instantáneamente sobre su catafalco. Esto que vieron los presentes huyeron aterrorizados gritando; esto que oyeron los del pueblo, acudieron curiosos preguntando qué había sucedido. Y ven y escuchan al muerto vuelto a la vida, quien, cuando llegaron más cerca, les contó cuanto le había sucedido. «Yo -les dijo- a quien veis resucitado de la muerte, amé desde niño a Santiago y acostumbré servirle cuanto pude; pero ahora, después de haber decidido peregrinar y llegar hasta este pueblo, se me acercó el diablo y me engañó diciéndome que era Santiago y les contó todo como acabamos de contar. Después de quitarme la vida y de que mi alma saliera del cuerpo, se vino a mí el espíritu maligno que me había engañado, llevando tras de sí una manada de demonios que me robaron sin piedad y me llevaron al lugar de los tormentos llorando y dando voces angustiadas. Y así se encaminaron hacia Roma, pero al llegar a un bosque que se encuentra entre la ciudad y el pueblo llamado Lavicano, Santiago nos alcanzó por la espalda y a los demonios que me llevaban les dijo: «¿De donde venís y a dónde vais?» Le dicen: «¡Oh Santiago! Este no te pertenece, porque de tal forma nos creyó a nosotros que se suicidó. Nosotros lo convencimos, nosotros lo engañamos, nosotros debemos tenerlo». A lo que les contestó: «No me habéis respondido a lo que os he preguntado, pero os alegráis presumiendo de haber engañado a un cristiano, por lo que malos vaya, como pago. Porque este peregrino que os jactáis de poseer no os lo habéis de llevar impunemente». Santiago me parecía un joven de hermoso aspecto de ese color intermedio que la gente llama moreno. Empujándonos él hacia Roma, nos desviamos a donde había un espacio verde, cerca de la Iglesia de San Pedro Apóstol, en la llanura etérea donde una multitud innumerable de santos habían acudido a concilio, presidiéndolo la venerable señora Madre de Dios con muchos y preclaros personajes a derecha e izquierda. Yo comencé a pensar que nunca en mi vida había visto criatura tan hermosa y nada estimé tan hermoso. Ante ella, Santiago, mi piadosísimo abogado se puso en pie ante todos, y a gritos proclamó la argucia de Satanás para engañarme. Ella apenas percibió a los demonios, dijo: «Miserables, ¿qué buscábais en este peregrino de Dios y de mi Hijo y de Santiago su apóstol? Como si no os bastase vuestro castigo que lo queréis aumentar». Cuando ella, en verdad clemente, acabó de hablar, se inclinó sobre las estrellas, y aterrorizados los demonios, y afirmando todos los presentes a la reunión que me habían tratado injustamente, engañándome en contra del apóstol, ordenó la Señora volver a mi cuerpo y así, Santiago tornándome enseguida me devolvió a este lugar. Así he muerto y así he resucitado.
 
MILAGROS DE PEREGRINOS A SANTIAGO
EDICIÓN, TRADUCCIÓN Y ESTUDIO DE LA NARRACIÓN DE VARIOS 'MILAGROS DE PEREGRINOS'
CONSERVADA EN UN CÓDICE DEL ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE SANTO DOMINGO DE LA CALZADA


http://www.vallenajerilla.com/berceo/santiago/milagros.htm 

 


miércoles, 25 de julio de 2012

Santiago Apostol y el suicida




Cerca de la ciudad de Lyon existe un pueblo en el que vivía un joven que se mantenía con el trabajo de sus manos y sostenía también a su madre, muerto el padre. Amaba ardientemente a Santiago adonde peregrinaba casi cada año y allí presentaba su ofrenda. No se había casado, sino que llevaba una vida honesta junto a su madre viuda. Pero aunque una y otra vez se contenía, sin embargo fue vencido por la voluptuosidad de la vida y fornicó con una jovenzuela. Cuando amaneció, puesto que se había comprometido con unos vecinos suyos a llevar un asno, comenzó su peregrinación a Santiago de Galicia.

Yendo ellos por el camino encontraron a un mendigo que iba a Santiago. Lo tomaron consigo en razón de su compañía, pero más por amor al Apóstol, dándole además el alimento. Y así durante muchos días prosiguieron su camino; el diablo, viendo esta caritativa y pacífica compañía, se llegó calladamente al joven que había fornicado en su casa, en forma humana bastante distinguida y le dijo: «¿No sabes quien soy?» Y él: «De ninguna manera». Y el otro le dice: «Yo soy el apóstol Santiago a quien cada año desde hace ya mucho tiempo, acostumbras visitar y honrar con tus donaciones. Tienes que saber qué contento estaba contigo. Cuántas cosas buenas pensaba que vendrían por ti, pero recientemente, antes de salir de tu casa has fornicado con una mujer y ni entonces ni hasta ahora has hecho penitencia ni has querido confesar y así has emprendido viaje con tu pecado como si tu peregrinación pudiera ser aceptable para Dios y para mí. Primero es necesario que abras tus pecados a una humilde confesión y después pagues lo cometido peregrinando. A quien obrare de otra forma, no le sería aceptada su peregrinación». Dicho esto, desapareció de sus ojos.

Estas cosas que oyó, comenzó a entristecerse maquinando en su interior volverse a casa y confesarse con su sacerdote. Sólo entonces regresaría al camino emprendido. Mientras esto pensaba para sí, el demonio, en la misma forma que se le había aparecido la primera vez, volvió a decirle: «¿Qué es esto que piensas en tu corazón de que quieres volver a tu casa y hacer penitencia y luego volver a mí más dignamente? ¿Es que crees que tu crimen puede borrarse con ayunos y lágrimas? Mucho te engañas. Cree a mis consejos y te salvarás; no podrás salvarte de otra manera. Aunque hayas pecado, yo te quiero y por ello vine a ti para darte tal consejo que puedas salvarte, si me quieres creer». A lo que el peregrino respondió así: «Pensaba como dices, pero después de que me has dicho que todo ello no me aprovecha para la salvación, dime lo que te agrade para que pueda salvarme y con gusto lo pondré por obra». y el otro: .Si de verdad quieres enmendarte sinceramente de tu delito, córtate inmediatamente tus partes viriles, con las que pecaste». A cuyo consejo respondió aquel aterrado: «Si yo me hago lo que me aconsejas hacer, no podré vivir y además seré un suicida, cosa que mil veces oí es algo condenable ante Dios». Entonces el demonio riendo le dijo: «¡Qué poco entiendes las cosas que pueden aprovecharte para la salvación! Te aseguro que si fueses tan prudente como para no dudar en suicidarte, bien contento vendría enseguida con un montón de compañeros a recoger tu alma inmortal. Yo soy el apóstol Santiago que te aconsejo hagas como te digo si quieres venir en mi compañía y encontrar remedio a tu delito». Dichas estas palabras, el peregrino que se llamaba Simple, mientras sus compañeros dormían sacó un cuchillo para aquella acción abominable, y cortó cuanto de viril tenía en sus partes; y después, volviendo la mano, alzó el cuchillo y clavándose la punta, se atravesó el vientre. Pero cuando la sangre saltó abundante y él se agitó palpitando, sus compañeros se despertaron y gritaron preguntándole qué le pasaba. Al no responderles sino que angustiado estaba en las últimas, se levantan entristecidos, encienden antorchas y encuentran a su compañero medio muerto sin valerse ya para responder. Por lo que estupefactos y aterrados no les imputasen su muerte si por la mañana los encontraban en el mismo lugar, huyen abandonándolo envuelto en su sangre con el asno y el pobre al que habían comenzado a alimentar.

A la mañana, cuando la familia se levantó y encontró al muerto no estando claro a quien achacar el asesinato, llamaron a los vecinos para llevarlo a la iglesia a enterrarlo, pero ante el flujo de sangre, se pararon ante la iglesia y depositaron allí el cuerpo. Mientras se preparaba la fosa, el muerto se levantó instantáneamente sobre su catafalco. Esto que vieron los presentes huyeron aterrorizados gritando; esto que oyeron los del pueblo, acudieron curiosos preguntando qué había sucedido. Y ven y escuchan al muerto vuelto a la vida, quien, cuando llegaron más cerca, les contó cuanto le había sucedido. «Yo -les dijo- a quien veis resucitado de la muerte, amé desde niño a Santiago y acostumbré servirle cuanto pude; pero ahora, después de haber decidido peregrinar y llegar hasta este pueblo, se me acercó el diablo y me engañó diciéndome que era Santiago y les contó todo como acabamos de contar. Después de quitarme la vida y de que mi alma saliera del cuerpo, se vino a mí el espíritu maligno que me había engañado, llevando tras de sí una manada de demonios que me robaron sin piedad y me llevaron al lugar de los tormentos llorando y dando voces angustiadas. Y así se encaminaron hacia Roma, pero al llegar a un bosque que se encuentra entre la ciudad y el pueblo llamado Lavicano, Santiago nos alcanzó por la espalda y a los demonios que me llevaban les dijo: «¿De donde venís y a dónde vais?» Le dicen: «¡Oh Santiago! Este no te pertenece, porque de tal forma nos creyó a nosotros que se suicidó. Nosotros lo convencimos, nosotros lo engañamos, nosotros debemos tenerlo». A lo que les contestó: «No me habéis respondido a lo que os he preguntado, pero os alegráis presumiendo de haber engañado a un cristiano, por lo que malos vaya, como pago. Porque este peregrino que os jactáis de poseer no os lo habéis de llevar impunemente». Santiago me parecía un joven de hermoso aspecto de ese color intermedio que la gente llama moreno. Empujándonos él hacia Roma, nos desviamos a donde había un espacio verde, cerca de la Iglesia de San Pedro Apóstol, en la llanura etérea donde una multitud innumerable de santos habían acudido a concilio, presidiéndolo la venerable señora Madre de Dios con muchos y preclaros personajes a derecha e izquierda. Yo comencé a pensar que nunca en mi vida había visto criatura tan hermosa y nada estimé tan hermoso. Ante ella, Santiago, mi piadosísimo abogado se puso en pie ante todos, y a gritos proclamó la argucia de Satanás para engañarme. Ella apenas percibió a los demonios, dijo: «Miserables, ¿qué buscábais en este peregrino de Dios y de mi Hijo y de Santiago su apóstol? Como si no os bastase vuestro castigo que lo queréis aumentar». Cuando ella, en verdad clemente, acabó de hablar, se inclinó sobre las estrellas, y aterrorizados los demonios, y afirmando todos los presentes a la reunión que me habían tratado injustamente, engañándome en contra del apóstol, ordenó la Señora volver a mi cuerpo y así, Santiago tornándome enseguida me devolvió a este lugar. Así he muerto y así he resucitado.
 
MILAGROS DE PEREGRINOS A SANTIAGO

EDICIÓN, TRADUCCIÓN Y ESTUDIO DE LA NARRACIÓN DE VARIOS 'MILAGROS DE PEREGRINOS'      

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lunes, 25 de julio de 2011

Santiago Apostol y el suicida




Cerca de la ciudad de Lyon existe un pueblo en el que vivía un joven que se mantenía con el trabajo de sus manos y sostenía también a su madre, muerto el padre. Amaba ardientemente a Santiago adonde peregrinaba casi cada año y allí presentaba su ofrenda. No se había casado, sino que llevaba una vida honesta junto a su madre viuda. Pero aunque una y otra vez se contenía, sin embargo fue vencido por la voluptuosidad de la vida y fornicó con una jovenzuela. Cuando amaneció, puesto que se había comprometido con unos vecinos suyos a llevar un asno, comenzó su peregrinación a Santiago de Galicia.

Yendo ellos por el camino encontraron a un mendigo que iba a Santiago. Lo tomaron consigo en razón de su compañía, pero más por amor al Apóstol, dándole además el alimento. Y así durante muchos días prosiguieron su camino; el diablo, viendo esta caritativa y pacífica compañía, se llegó calladamente al joven que había fornicado en su casa, en forma humana bastante distinguida y le dijo: «¿No sabes quien soy?» Y él: «De ninguna manera». Y el otro le dice: «Yo soy el apóstol Santiago a quien cada año desde hace ya mucho tiempo, acostumbras visitar y honrar con tus donaciones. Tienes que saber qué contento estaba contigo. Cuántas cosas buenas pensaba que vendrían por ti, pero recientemente, antes de salir de tu casa has fornicado con una mujer y ni entonces ni hasta ahora has hecho penitencia ni has querido confesar y así has emprendido viaje con tu pecado como si tu peregrinación pudiera ser aceptable para Dios y para mí. Primero es necesario que abras tus pecados a una humilde confesión y después pagues lo cometido peregrinando. A quien obrare de otra forma, no le sería aceptada su peregrinación». Dicho esto, desapareció de sus ojos.

Estas cosas que oyó, comenzó a entristecerse maquinando en su interior volverse a casa y confesarse con su sacerdote. Sólo entonces regresaría al camino emprendido. Mientras esto pensaba para sí, el demonio, en la misma forma que se le había aparecido la primera vez, volvió a decirle: «¿Qué es esto que piensas en tu corazón de que quieres volver a tu casa y hacer penitencia y luego volver a mí más dignamente? ¿Es que crees que tu crimen puede borrarse con ayunos y lágrimas? Mucho te engañas. Cree a mis consejos y te salvarás; no podrás salvarte de otra manera. Aunque hayas pecado, yo te quiero y por ello vine a ti para darte tal consejo que puedas salvarte, si me quieres creer». A lo que el peregrino respondió así: «Pensaba como dices, pero después de que me has dicho que todo ello no me aprovecha para la salvación, dime lo que te agrade para que pueda salvarme y con gusto lo pondré por obra». y el otro: .Si de verdad quieres enmendarte sinceramente de tu delito, córtate inmediatamente tus partes viriles, con las que pecaste». A cuyo consejo respondió aquel aterrado: «Si yo me hago lo que me aconsejas hacer, no podré vivir y además seré un suicida, cosa que mil veces oí es algo condenable ante Dios». Entonces el demonio riendo le dijo: «¡Qué poco entiendes las cosas que pueden aprovecharte para la salvación! Te aseguro que si fueses tan prudente como para no dudar en suicidarte, bien contento vendría enseguida con un montón de compañeros a recoger tu alma inmortal. Yo soy el apóstol Santiago que te aconsejo hagas como te digo si quieres venir en mi compañía y encontrar remedio a tu delito». Dichas estas palabras, el peregrino que se llamaba Simple, mientras sus compañeros dormían sacó un cuchillo para aquella acción abominable, y cortó cuanto de viril tenía en sus partes; y después, volviendo la mano, alzó el cuchillo y clavándose la punta, se atravesó el vientre. Pero cuando la sangre saltó abundante y él se agitó palpitando, sus compañeros se despertaron y gritaron preguntándole qué le pasaba. Al no responderles sino que angustiado estaba en las últimas, se levantan entristecidos, encienden antorchas y encuentran a su compañero medio muerto sin valerse ya para responder. Por lo que estupefactos y aterrados no les imputasen su muerte si por la mañana los encontraban en el mismo lugar, huyen abandonándolo envuelto en su sangre con el asno y el pobre al que habían comenzado a alimentar.

A la mañana, cuando la familia se levantó y encontró al muerto no estando claro a quien achacar el asesinato, llamaron a los vecinos para llevarlo a la iglesia a enterrarlo, pero ante el flujo de sangre, se pararon ante la iglesia y depositaron allí el cuerpo. Mientras se preparaba la fosa, el muerto se levantó instantáneamente sobre su catafalco. Esto que vieron los presentes huyeron aterrorizados gritando; esto que oyeron los del pueblo, acudieron curiosos preguntando qué había sucedido. Y ven y escuchan al muerto vuelto a la vida, quien, cuando llegaron más cerca, les contó cuanto le había sucedido. «Yo -les dijo- a quien veis resucitado de la muerte, amé desde niño a Santiago y acostumbré servirle cuanto pude; pero ahora, después de haber decidido peregrinar y llegar hasta este pueblo, se me acercó el diablo y me engañó diciéndome que era Santiago y les contó todo como acabamos de contar. Después de quitarme la vida y de que mi alma saliera del cuerpo, se vino a mí el espíritu maligno que me había engañado, llevando tras de sí una manada de demonios que me robaron sin piedad y me llevaron al lugar de los tormentos llorando y dando voces angustiadas. Y así se encaminaron hacia Roma, pero al llegar a un bosque que se encuentra entre la ciudad y el pueblo llamado Lavicano, Santiago nos alcanzó por la espalda y a los demonios que me llevaban les dijo: «¿De donde venís y a dónde vais?» Le dicen: «¡Oh Santiago! Este no te pertenece, porque de tal forma nos creyó a nosotros que se suicidó. Nosotros lo convencimos, nosotros lo engañamos, nosotros debemos tenerlo». A lo que les contestó: «No me habéis respondido a lo que os he preguntado, pero os alegráis presumiendo de haber engañado a un cristiano, por lo que malos vaya, como pago. Porque este peregrino que os jactáis de poseer no os lo habéis de llevar impunemente». Santiago me parecía un joven de hermoso aspecto de ese color intermedio que la gente llama moreno. Empujándonos él hacia Roma, nos desviamos a donde había un espacio verde, cerca de la Iglesia de San Pedro Apóstol, en la llanura etérea donde una multitud innumerable de santos habían acudido a concilio, presidiéndolo la venerable señora Madre de Dios con muchos y preclaros personajes a derecha e izquierda. Yo comencé a pensar que nunca en mi vida había visto criatura tan hermosa y nada estimé tan hermoso. Ante ella, Santiago, mi piadosísimo abogado se puso en pie ante todos, y a gritos proclamó la argucia de Satanás para engañarme. Ella apenas percibió a los demonios, dijo: «Miserables, ¿qué buscábais en este peregrino de Dios y de mi Hijo y de Santiago su apóstol? Como si no os bastase vuestro castigo que lo queréis aumentar». Cuando ella, en verdad clemente, acabó de hablar, se inclinó sobre las estrellas, y aterrorizados los demonios, y afirmando todos los presentes a la reunión que me habían tratado injustamente, engañándome en contra del apóstol, ordenó la Señora volver a mi cuerpo y así, Santiago tornándome enseguida me devolvió a este lugar. Así he muerto y así he resucitado.
 
MILAGROS DE PEREGRINOS A SANTIAGO
EDICIÓN, TRADUCCIÓN Y ESTUDIO DE LA NARRACIÓN DE VARIOS 'MILAGROS DE PEREGRINOS'
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viernes, 1 de octubre de 2010

EL 55 % DE LAS MUJERES QUE ABORTAN TIENES IDEAS SUICIDAS


Consecuencias psicopatológicas del aborto en la mujer
Por la Dra. Carmen Gómez Lavín


Todo planteamiento necesariamente tiene que partir del reconocimiento del hecho en que desde el momento de la concepción comienza la vida de la persona humana, y por tanto, el producto de la fecundación -también desde el punto de vista psicológico es genéticamente único e irrepetible, tiene una propia dignidad humana.

Uno de los problemas de mayor actualidad es, hoy, lo relativo al aborto, lo que suele llamarse aborto provocado o también aborto intencionado y voluntario. Complejísimo tema, que añade a su vertiente estrictamente médica, otros de carácter jurídico, moral, sociológico, religioso, demográfico, etc.

Son innumerables las dificultades que se tienen para valorar adecuadamente los efectos psicopatológicos del aborto; puede ser debido 1) a que no es fácil la elaboración estadística de los resultados y a 2) que tampoco existen valoraciones médicas sistemáticas de estas pacientes después del aborto, y 3) también a que las mujeres que han abortado no suelen estar propicias a seguir relacionándose con el médico que la ha inducido a él.

Aunque la literatura sobre el aborto es abundante, cuando se trata de exponer las consecuencias psicopatológicas del aborto, faltan todavía estudios científicos serios, y los pocos que se han hecho, rara vez no están marcados por un cierto carácter tendencioso.

Por tanto he de apoyarme, más bien en los datos obtenidos a través de mi propia experiencia psiquiátrica que, por otra parte, son los que tienen más fuerza y te dan mayor seguridad al intentar hablar de este tema o de otros muchos temas en relación con la medicina.

Es un ser plenamente individualizado. Es decir, posee todas las capacidades para convertirse en persona, con una dignidad propia e irrepetible, y los cambios que van a ocurrir son simplemente etapas del crecimiento y maduración. Puede decirse que es una "Persona en camino" con pleno derecho de alcanzar la madurez. O sea, posee ya toda una serie de potencialidades que le permitirá alcanzar su plenitud personal.

No tiene por tanto ningún sentido considerarlo como un apéndice de su madre. Es un nuevo ser, que puede, incluso, sobrevivir 5 ó 6 días después de fecundado sin necesidad de la madre.

Por eso ha dicho el Pro. Orts Llorca, Maestro de numerosas generaciones y Catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid: "No tenemos los años que indica nuestro carnet de identidad, sino nueve más, que han sido los más significativos en nuestro devenir biológico e incluso psicológico".

El nuevo ser tiene en potencia todas las posibilidades del ser humano: comienza a tener sensaciones, percepciones (es sensible al dolor, al tacto, al frío, al sonido y a la luz), tiene sentimientos, ideas.... Por ejemplo, se sabe, que a partir de los 43 días se puede recoger ya impulsos eléctricos en el EEG lo que indica, que el cerebro ha comenzado a funcionar.

Una vez hecho este preámbulo, vamos a tratar de centrarnos más en el tema y enumerar algunas consecuencias psicopatológicas más frecuentes que acontecen en la mujer tras un aborto provocado.

En primer lugar, los más frecuentes son cuadros depresivos que se acompañan de un sentimiento grande de culpabilidad y en lo que todos los autores están de acuerdo.

En este probablemente el síntoma sobre el que existe mayor experiencia y mayor acuerdo entre los científicos. Se despierta en ellas un sentimiento grande de culpabilidad. Lo que los psiquiatras llamamos "culpabilidad psicológica". Culpa esta, distinta de esa otra culpa moral -aunque en este caso la incluya-.

He podido constatar que este sentimiento de culpa en muchos casos es irreversible y permanece durante toda la vida de la mujer.

Son pues continuos en las abortistas los autorreproches y la idea de reparación.

Esto no es nada nuevo lo describen varios autores. La Dra. Standford psiquiatra canadiense, nos cuenta su propia experiencia.

Habla del síndrome postaborto, y señala como la mujer recorre tres estadios:

    1) Desasosiego y tristeza ("No tiene el alma en paz, ni el espíritu en paz").

    2) Revive continuamente el momento traumatizante del aborto de un modo muy profundo, aunque pasen 5, 10, 15 años recuerda la vestimenta de la enfermera, las paredes de la habitación donde el aborto sucedió... y se pregunta a menudo ¿cómo sería mi niño ahora?, "suelen justificarlo diciendo que no tenían otra opción, que no podía hacer otra cosa... pero ese pensamiento vuelve".

    3) El estadio siguiente, es una gran depresión: Depresión profunda con un gran sentimiento de culpabilidad, perdiendo interés por las cosas que antes eran interesantes en su vida, y a veces no ve otras salidas que el suicidio. "No como elección por la muerte en sí, sino como una elección para salir de la situación de dolor, de pena, como un modo de salir de allí"....

Describe también la Dra. Standford lo que ella llama la depresión de aniversario.... aniversario que se situa alrededor de la fecha del posible nacimiento o alrededor de la fecha del aborto.

Quizás sea este uno de los argumentos de más peso que se puede esgrimir tras el aborto provocado: las consecuencias psicopatológicas que se derivan. Por eso ha dicho el Prof. Willke "es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento".

Quién ha hecho o ha presenciado un aborto se queda para siempre con la impresión imborrable de que ha eliminado una vida humana. Es más, aquellas personas que tienen una cierta predisposición personal o familiar a la enfermedad mental, corren un riesgo mayor, y es raro que no queden con un desequilibrio psíquico tras el aborto, entre otras cosas, por la tensión emocional que siempre produce. Quizás es por esto por lo que en Holanda, donde se permite el aborto, uno de los criterios de selección de las enfermeras en las clínicas, es el que nunca hayan intervenido o se hayan provocado un aborto, porque se considera que las daña emocionalmente.

De hecho la OMS en celebración oficial en 1970 dijo:"Las mujeres con alguna señal indicativa de trastorno emocional corren mayor riesgo de graves desajustes mentales tras el aborto, y más si tenía alguna enfermedad psiquiátrica previa". Y sigue diciendo "cuanto más serio sea el diagnóstico psiquiátrico, más perjudicial es para ella el aborto".

Y ésto incluso, entre no cristianos. Hay abundantes testimonios que demuestran estos hechos. Porque aunque el aborto no suponga una transgresión de la ley civil, siempre contraría la ley natural, y es muy frecuente encontrarse después en tales mujeres con problemas emocionales, y trastornos psiquiátricos persistentes.

Pienso que es bueno que aparezca este sentimiento de culpabilidad, si no existiera, sería que se había borrado en su conciencia, hasta la noción del mal, reflejaría un deterioro psicológico grave, una falta de respuesta emocional con todas las características que ello tiene. Supondría una frialdad afectiva y una insensibilidad grave en cuestiones tan importantes y en sentimientos tan esenciales, como es para la mujer, su sentimiento de maternidad, lo que los psiquiatras llamamos, Psicopatía o Personalidad Anormal.

Si se analiza con objetividad el problema, se observa que nunca el aborto es un hecho aislado, sino que casi siempre irá acompañado de otra serie de trastornos conductuales importantes, muchas veces patológicos, tal como pueden ser las toxicomanías, alcoholismo, perversiones sexuales, intentos de suicidio, etc. Trastornos de conductas importantes que suponen un deterioro grande en la vida personal, familiar, y social: suelen ser consecuencia de una gran relajación o infravaloración de los principios más elementales éticos y morales.

    - Otra de las consecuencias del aborto, suele ser el rechazo de su propia sexualidad. Presentan sentimientos de animadversión y rechazo a su propia pareja, que pueden interrelacionarse con sentimientos de frigidez sexual, esterilidad futura y distintas dificultades específicas en la adaptación sexual. En general suelen ser mujeres con poca identidad femenina y con rechazo de su papel maternal, que puede llevar en algunos casos a la destrucción de su matrimonio.

    - No es raro tampoco encontrarse con que son mujeres muy inmaduras. A la vez que buscan la protección de algún hombre, rechazan todo lo que pueda suponer compromiso, porque de alguna forma lo consideran como debilidad y sumisión.

Ford hace un estudio entre 40 mujeres que solicitan el aborto para ver cual es su actitud hacia la maternidad y dice que sólo 8 de 40 ó sea el 20% de las mujeres, expresan comentarios positivos respecto a la propia imagen.

También el mismo autor relata la proporción de síntomas psíquicos que aparecen en estas mujeres en relación al grupo control y encuentra: depresión (97,5%), ansiedad (82,5%), insomnio (77,5%), perdida de la líbido (72,5%), ideas de suicidio (55%), anorexia (45%).

Son mujeres que a la vez que tienen una gran necesidad de afecto, apoyo y atención, que buscan frecuentemente por estratagemas inconscientes, aunque evitan involucrarse afectivamente en sus relaciones y tienden a aislarse.

En este sentido, no es infrecuente encontrarse con lo que pudiéramos llamar un síndrome independentista. Hay en estas mujeres como una incapacidad para contraer vínculos duraderos, y poder establecer una buena relación interpersonal.

En general, puede decirse que todos los abortos, también desde este punto de vista psicológico, tienen consecuencias negativas no solo para la propia mujer sino también para su familia y para la sociedad en general.

Se podría seguir enumerando distintos síntomas psicopatológicos que siempre se encuentran en mujeres abortistas, pero no voy a alargarme, solo pretendía que se viera a través de mi propia casuística, avalada por 25 años de dedicación a la clínica, y atención ambulatoria de enfermos, la problemática con la que generalmente me encuentro.

Por eso pienso, que quizá uno de los argumentos más poderosos que puede haber en contra del aborto, es precisamente las consecuencias psicopatológicas, porque como decimos al principio con frase del propio Profesor Willke: "es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacárselo de su pensamiento".

Nota: La Dra. Gómez Lavín es psiquiatra, reside en España y trabaja como voluntaria en el movimiento pro vida.



lunes, 6 de octubre de 2008

El aborto, causa de suicidio entre las mujeres

Era abril. Baglieto.



El suicidio, primera causa de muerte femenina en España de 30 a 34 años, se relaciona con el aborto

Después de abortar, la tasa de suicidio se multiplica por tres; si comparamos con mujeres que dan a luz, se multiplica por 7.

Una encuesta elaborada por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) revela que el suicidio es la primera causa de muerte entre las mujeres de 30 a 34 años. La asociación No Más Silencio España ha señalado las relaciones entre estos suicidios, el aborto provocado y otros problemas de salud.

No Más Silencio había pedido públicamente (en el informativo de Telemadrid de Fernando Sánchez Dragó, el pasado 29 de noviembre) que se publicasen más datos sobre las tasas de suicidios en España. En una carta abierta a Gaspar Llamazares y otros políticos pro-aborto, No Más Silencio llamaba la atención sobre las graves secuelas del aborto para la mujer.

Entre las secuelas asociadas con el aborto está el suicidio. Se reclamaban al CIS los datos de suicidio juvenil, que creía ser la primera causa de muerte entre las jóvenes en España.

“Tres meses después, nuestras sospechas se han confirmado, pero no por parte del ente público responsable de ello, el CIS, sino gracias a la encuesta de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) del año 2006, que muestra que el suicidio es la primera causa de muerte entre mujeres de 30 a 34 años”, afirma la directora de No Más Silencio, Pilar G.Vallejo.

España sigue el mismo patrón de otros países con altas tasas de aborto, que ven multiplicado por tres el número de suicidios femeninos tras un aborto. Esa tasa se multiplica por siete en comparación con las mujeres que dan a luz, incluso embarazos no-deseados.

Estos datos proceden de estudios epidemiológicos internacionales que figuran en su página web de www.nomassilencio.com .

Ese mismo estudio del Semergen confirma también otras secuelas que No Más Silencio apuntaba en su carta abierta a los políticos abortistas:

- la violencia doméstica (la encuesta revela que una de cada tres mujeres pide ayuda al médico por ser víctima de violencia doméstica),

- graves trastornos alimentarios (anorexia y bulimia),

- la adicción al tabaco, alcohol y otras drogas,

- disfunciones sexuales,

- y un empeoramiento general de su salud, con un 25% que sufren de patologías crónicas, entre las cuales figuran los problemas cardiovasculares que causan la muerte a un 45% de mujeres.

Todos estos datos coinciden con los de estudios internacionales reflejados en www.nomassilencio.com .

Según este estudio del Semergen, las mujeres españolas sufren cada vez más soledad, pobreza y dependencia, llegando a la conclusión de que “la salud de las féminas españolas ha empeorado, al incorporar ellas todos los hábitos masculinos sin que se haya hecho nada más que mucha demagogia por la conciliación laboral y familiar”, apuntó el presidente del Semergen, Dr. Zarco al presentar los resultados.


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