Hoy no
me ha venido nadie a preguntar;
ni me
han pedido en esta tarde nada.
No he
visto ni una flor de cementerio
en tan
alegre procesión de luces.
Perdóname,
Señor: qué poco he muerto!
En
esta tarde todos, todos pasan
sin
preguntarme ni pedirme nada.
Y no
sé qué se olvidan y se queda
mal en
mis manos, como cosa ajena.
He
salido a la puerta,
y me
dan ganas de gritar a todos:
Si
echan de menos algo, aquí se queda!
Porque
en todas las tardes de esta vida,
yo no
sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo
ajeno se toma al alma mía.
Hoy no
ha venido nadie;
y hoy
he muerto qué poco en esta tarde!
César
Vallejo
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