domingo, 29 de abril de 2018

“Sólo temo una cosa, no ser digno de mi sufrimiento”. Dostoievski




Por Roberto Esteban Duque. Doctor en Teología Moral


Ayer aparecía una noticia terrible, de las que suelen ocultarse o sobre la que recae un ominoso silencio social, mediático y político: en España hay más muertes por suicidio que por accidentes de tráfico. Según el último informe del INE, en 2009 más de 3.000 personas se quitaron la vida, lo que coloca al suicidio como la principal causa externa de defunción.


Sin el ánimo ni la torpeza de ser reduccionista, creo que el suicidio suele presentarse como pérdida del sentido de la vida, más concretamente como expresion e incapacidad de comprende y aceptar el sufrimiento. El suicidio nace del sufrimiento, del sufrimiento espiritual y físico. “El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”, sentenció Nietzsche. Siempre hay un motivo, una razón sustantiva para aferrarse a la vida, incluso en las horas más difíciles. Las terapias de quienes ya no esperan nada de la vida consisten en persuadir al paciente de que es la vida la que está esperando algo de ellos. A uno le espera una mujer, o un hijo. A otro, una importante tarea por realizar.


Cuenta Víktor Frankl, superviviente de los campos de concentración nazi, cómo existen tres cauces para encontrar un sentido a la vida. En primer lugar, una vida activa cumple la finalidad de presentar al hombre la oportunidad de desempeñar un trabajo que le proporciona valores creativos. Una vida contemplativa también le concede la ocasión de desplegar la plenitud de sus vivencias al experimentar la conmoción interior de la belleza, el arte o la naturaleza. Pero además de realizar una acción y de acoger la donación de la existencia, un tercer cauce para encontrarle un sentido a la vida es a través del sufrimiento: la actitud erguida del hombre ante un destino adverso, cuando la existencia le señala inexorablemente un camino.


“Sólo temo una cosa, no ser digno de mi sufrimiento”. Esta frase de Dostoievski nos enseña que nadie puede arrebatarnos nuestra libertad interior, incluso en los estados de tensión más crueles. En la decisión personal de dotar a su vida de un sentido reside la posibilidad de atesorar la dignidad moral que cualquier situación difícil ofrece al hombre para su enriquecimiento interior. Y ello determina si es o no merecedor de sus sufrimientos. La libertad interior puede elevar al hombre por encima de su destino adverso.


Decía Meister Eckhart que para conocer voluntariamente a Dios, el hombre debe atravesar una experiencia de desapropiación y aceptar un empobrecimiento que le permita el retraimiento, una libertad negativa que, sin embargo, es la única que puede descubrir la libertad interior como participación en la naturaleza divina.


Conocí a un sacerdote bueno y piadoso, párroco durante cuatro décadas en mi pueblo natal, que acabó sus días de manera fatídica. No entraré en consideraciones morales – sólo Dios conoce el corazón del hombre, equivocándonos siempre si queremos hacernos jueces de la historia de los hombres-, sólo diré que, como afirmara Santo Tomás de Aquino, nuestra vida no nos pertenece. Pero también conozco a otro compañero sacerdote que lleva con una entereza admirable su larga y difícil enfermedad, transformando así su dolencia, como hiciera Job, en declaración de esperanza: “yo sé que vive mi redentor… y con mi propia carne veré a Dios”. Al estar dispuesto al desafío de aceptar con integridad su enfermedad, la vida mantiene sentido y lo conserva hasta el final. La fe puede constituir una auténtica revelación: “Dios sólo podía recuperarme con la muerte de mi hijo”, me contaba una mujer que perdió en accidente a sus ser más querido.


En su Homilía en la Misa de beatificación, el Papa Benedicto XVI hablaba del testimonio de Juan Pablo II en el sufrimiento: “el Señor lo fue despojando de todo, sin embargo él permanecía siempre como una “roca”, como Cristo quería”. Un mensaje aún más elocuente, precisamente cuando sus fuerzas iban disminuyendo. De la vida de Juan Pablo II aprendemos el testimonio de una fe forjada por las pruebas, la fatiga y la enfermedad. El misterio del sufrimiento lo marcó desde muy joven, mostrando la gran docilidad de espíritu con que afrontó la peregrinación de la enfermedad, hasta la agonía y la muerte. En la vida entera del beato Juan Pablo II encontramos la verdad de que no existe felicidad que no esté fundada en el dolor, al tiempo que la afirmación de la misericordia absoluta de Dios y de la gratuidad de su gracia que nunca abandona su criatura. El silencio de Dios ante el sufrimiento de los hombres es sólo la desatención  ante una Palabra que sostiene el mundo y que sólo habla de amor.


Roberto Esteban Duque


 http://www.analisisdigital.org/2011/07/07/el-suicidio-como-perdida-de-sentido/

viernes, 27 de abril de 2018

miércoles, 25 de abril de 2018

“Yo intenté quitarme la vida” Chris Agudo, activista:



“Por algún motivo, de la nada, pensé: 'Déjame encender el teléfono de nuevo'… Lo encendí y vi muchas llamadas perdidas, mensajes de texto y mensajes de voz. Y los revisé y eran de mis papás, mi hermano, mis amigos. Eso me afectó. Me llegó al corazón y fue como si hubiera nacido de nuevo. Fue algo tremendo, lo peor que he llorado en mi vida”.


Encuéntralo en este enlace: http://uni.vi/14P6100FM9p

lunes, 23 de abril de 2018

sábado, 21 de abril de 2018

DIOS DE ALEGRIA



Dios de alegría:
Te entreví
en pleno día.
La túnica de luz
se enredaba en el árbol
sin memoria de cruz.
Tu paso de cristal
bajaba la escalera
del manantial.
El cielo sonreía.
Iban flor y guijarro
en buena compañía.
Todo era lenguaje
divino.
Cada ala era un viaje
hacia el Dios de alegría,
todo luz.
El mundo ardía.


Jorge Carrera Andrade

jueves, 19 de abril de 2018

Cuando parece depresión y es Dios











Hace como unos cinco años, me encontré con una mujer que estaba casada y tenía dos hijos, vino a verme y me dijo, - yo amo al Señor desde mi juventud, me he casado con un hombre que es muy creyente, tenemos dos hijos y justo hace seis meses, llevamos una vida muy fuerte con el Señor y mi marido y yo oramos juntos muy a menudo, a mi me gustaría orar al Señor de una manera muy personal entre mis quehaceres de familia, pero desde hace seis meses esto no es así, me desperté una mañana, la noche anterior había orado con mi marido, y por la mañana es como si hubiera perdido a Dios, ya la oración no tenía interés para mi, me preguntaba dónde estaba, vivo una tristeza horrible, porque yo recordaba los días y semanas anteriores donde yo estaba con Dios y ahí que de la noche a la mañana he perdido a Dios. Me gustaría tanto volver a encontrar esa presencia de Dios, he ido a ver consejeros espirituales, algunos me han dicho que necesitaba una sanación interior y otros me han dicho que es causa de mi tibieza porque yo me he enfriado, otros me han dicho que tengo una depresión nerviosa y como me dijeron eso fui a un psiquiatra y me dijo que lo que me pasaba es que tenía un problema conyugal y lo único que necesitaba era divorciarme. Esto lleva durando seis meses ya, y yo le pregunto ¿qué piensa usted? -. No me sentía más competente que los otros para responderle, pero de lo que sí me di cuenta es que tenía tan grandes deseos de Dios a pesar de decir que lo había perdido. Esta mujer no llegaba a orar ni siquiera sabía orar, pero quería orar y nada de lo que le ofrecían como solución le podía satisfacer, entonces yo me permití darle un consejo, porque interiormente pensé que era una prueba del Señor, le dije que no se inquietara que intentara recordar al Señor en lo que había vivido anteriormente y también que le dijera al Señor todos los días una palabra de confianza y sobre todo que rechazase creer que estaba separada de Dios. Ella aceptó este consejo, esta mujer me venía a ver con bastante frecuencia, y cada vez que venía no tenía gran cosa que contar de nuevas, sólo me decía que le animaba que el Señor se ocupara de ella aunque no lo notara, tuvo que esperar unos cuantos meses así, luego otra forma de oración creció en su corazón mucho más contemplativa, mucho más enraizada en la fuerza de la contemplación, ella cambió profundamente y su marido también.


A nivel familiar a consecuencia de esta prueba tuvo una nueva fecundidad que se fue desarrollando, porque se mantuvo en la perseverancia, un poco como si le dijera al Señor, - Señor no comprendo lo que haces conmigo, pero yo quiero seguir amándote, Tú eres quien me tienes que enseñar ese Amor, aunque yo crea que te burlas de mi y te alejas de mi -. Es cien por cien el combate de Jacob, en nuestra vida de cristianos, cuando maduramos con el Señor podemos encontrar momentos de combate contra Dios, pero el discernimiento se lo tenemos que dejar hacer a otra persona, no podemos hacerlo nosotros mismos. De ahí la importancia del acompañamiento espiritual, en la vida espiritual de los creyentes podemos darnos cuenta que existe la multiplicación de un cierto tipo de pruebas que se llama la prueba de decepción, es decir, personas que empezaron a entregarse al Señor que habían empezado a hacer la obra del Señor y después en un momento en su vida es como si hubiera habido un gran fracaso de eso que estaban haciendo para Dios, pero sin embargo quieren seguir trabajando para el Señor. En lo profundo de su ser rechazan que todo esté terminado y a la vez son probados por un sentimiento muy fuerte de decepción a veces también con un desánimo aunque continúan amando a Dios, continúan cerca de Dios.


A menudo la prueba de la decepción es un combate contra Dios muy especial, que es muy concreto en una vida y tiene la meta en el corazón de Dios y es hacer crecer a la persona en la Esperanza. En nuestra sociedad la Esperanza es algo que ha disminuido muchísimo, y el Señor hace que ciertos cristianos crezcan y maduren en la Esperanza, pero parece que la forma que Dios tiene para que los cristianos crezcan en la Fe, Esperanza y Caridad, es permitir que seamos tocados por las pruebas. La prueba no es algo dramático, es nuestro corazón el que es probado, es decir nuestra voluntad hacia Dios, ciertas enfermedades físicas o psíquicas son enfermedades verdaderas, pero son permitidas por Dios para que sean una prueba para nosotros, es una escuela de crecimiento en la Fe, la Esperanza y el Amor.

domingo, 15 de abril de 2018

Contemplad, hago todas las cosas nuevas. Testimonio de Valerie.




Desde mi infancia padezco asma crónico. Cuando crecía tenía fuertes dolores en el pecho. A partir de mi adolescencia comencé a estar muy deprimida y triste. Me habían llevado a muchos doctores y hospitales para los tratamientos. Había perdido toda esperanza en la vida. ¡Muchas veces pensé en acabar con mi vida! 

Por entonces asistí a un retiro carismático dirigido por el P. James Manjackal M.S.F.S. En el segundo día del retiro él dijo en voz alta en oración mi nombre y dijo que estaba consiguiendo la curación del asma. En ese mismo momento tuve una experiencia maravillosa del Espíritu Santo. Sentía el poder del Espíritu Santo que me atravesaba. ¡Me derrumbé en el suelo siendo incapaz de estar de pié para contemplar el poder de Dios! A partir de aquella experiencia no solamente fui curada de mi asma y del dolor de pecho, me convertí en una nueva persona totalmente curada de mi depresión.

Todos los que me encontraban después del retiro comenzaron a decirme, "Valerie, eres es una persona cambiada”. Hace 18 meses que he nacido de nuevo por el Espíritu. Ahora trabajo para el Señor. Una parte de mis ingresos los dedico a la evangelización entre los árabes. El próximo mes me casaré. Alabo y agradezco al Señor por darme una nueva vida llena de esperanza y optimismo. ¡Qué verdad es lo que el Señor ha dicho!: "contemplad, hago todas las cosas nuevas" (Ap. 21: 5).


viernes, 13 de abril de 2018

miércoles, 11 de abril de 2018

Ajeno



Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.


Claudio Rodríguez

lunes, 9 de abril de 2018

Explicar el suicidio de un ser querido a los niños




Los niños son particularmente vulnerables a sentirse abandonados y culpables. Hay que aprender a escuchar sus preguntas y tratar de ofrecer honestas y sencillas respuestas apropiadas a su edad.


Los supervivientes con frecuencia buscan consejo sobre cómo explicar el suicidio a los niños. He aquí algunas sugerencias:


Decir la verdad. En un lenguaje simple, apropiado para la edad, hay que explicarles que su ser querido murió de una enfermedad - una enfermedad de las emociones y de la mente. Por  ejemplo:
"Papá tenía algo como un ataque al corazón, excepto que era un "ataque en las emociones, que afectó su mente".


Cuando es posible elegir, lo ideal es decirles tan pronto como haya certeza de la noticia. Hay que ubicar un lugar donde usted y ellos se sientan cómodos. Tranquilizarlos firmemente en relación a que la muerte no fue culpa de ellos.


En la medida de lo posible, es prudente resistir la tentación de mantener el suicidio en secreto por temor a que el niño copia el comportamiento de la persona fallecida. Así como las familias con hipertensión, diabetes o enfermedades del corazón son educados acerca de los signos de alerta temprana y la prevención, los familiares de los suicidas deben entender las señales de alerta temprana de la depresión y otras enfermedades mentales para que puedan obtener el tratamiento adecuado y estar relacionadas con posibles actos suicidas.


A los niños hay que asegurarles que los adultos significativos afectivamente para ellos, estarán ahí el tiempo que sea necesario, para estar al cuidado de ellos.


Hacerles saber que pueden acercarse a cualquier hora si quieren hablar de ello. Los niños pueden expresar sus sentimientos a través del llanto, la retirada, reírse o expresando enojo contra usted o contra otros. Pero también es posible que haya niños que no expresen nada. En ese caso, simplemente es necesario que los niños sepan que los adultos están disponibles para lo que ellos necesiten, bien sea ahora o en algún momento posterior.


Para los niños, siempre es útil y mantener las rutinas regulares tanto como sea posible.


En un evento como estos, no es sano que se les atiborre de regalos sorpresa o que se les programen viajes para distraerlos. El mayor regalo que se les puede dar a los niños es el testimonio sincero de los adultos de amor y apoyo. Permitir que expresen sus sentimientos y, responder a sus preguntas con actitud de acogida y afecto.


Para los supervivientes tanto de suicidios como de otros tipos de fallecimientos, especialmente los sucedidos de manera abrupta o en circunstancias violentas, una parte esencial de su proceso de curación es poder experimentar el apoyo y el sentido de conexión que se suele sentir al compartir su dolor con otros sobrevivientes. La forma más común en que se produce este intercambio es a través de la participación en espacios de grupos de apoyo. Estos grupos proporcionan un lugar seguro donde los supervivientes pueden compartir sus experiencias y apoyarse mutuamente. Es natural sentir un poco de inseguridad de ir a la primer reunión de grupo de apoyo, pero una vez allí, el hecho de saber que otros comparten experiencias similares permite que se pueda realizar la apertura emocional que evita que la personan transcurra a efectos somáticos por no contar con espacios de descarga emocional.


Algunos sobrevivientes se sienten en capacidad de asistir a un grupo de apoyo casi de inmediato, mientras que otros solo se animan a asistir a un año o dos después de ocurrida la pérdida. De igual manera, hay quienes asisten constantemente, mientras que hay quienes van sólo de vez en cuando - en aniversarios, días festivos o días particularmente difíciles. De cualquier manera, la experiencia nos muestra que, independiente de la manera en que las personas se vinculen a estos espacios, siempre es mas lo útil y fortalecedor que las personas obtienen que cualquier aspecto negativo que pudiera suceder. No en vano, como se pregona desde la Fundación Vida por Amor y desde el Proyecto Experiencia Krisálida en Bogotá, que dirige el autor, hemos aprendido que, una pena compartida es una pena diluida.


Nota: Algunos apartes son propuestos por The American Foundation for Suicide Prevention. Sobre el particular y para una visión más amplia, se puede consultar el Libro Sobrevivir al Suicidio.
Contacto: paulodanielacero@gmail.com


http://www.neurologia.tv/bibliopsiquis/bitstream/10401/2066/1/3conf349980.pdf

jueves, 5 de abril de 2018

“Yo intenté quitarme la vida” Abel Ibarra, estudiante de la Universidad de Texas:

“Soy el tipo de persona que siempre tenía una sonrisa. Pero estaba escondiendo todo. Llegué a un punto en el que empecé a tener pensamientos suicidas y luego decía: 'No, eso es loco. Yo nunca haría eso'. Pero no era yo mismo. Pasaba por puentes y pensaba: puedo saltar ahora mismo, y por alguna razón algo siempre me contenía. Hubo un tiempo en el que me paraba ahí y pensaba: '¿De verdad quiero hacer esto ahora?' Siempre tenía esa lucha interna: '¿Merezco estar en este mundo ahora? ¿Me extrañarán?' Fui a terapia y luego hasta llamé a líneas de ayuda telefónica porque a veces necesitaba que alguien me escuchara. Siempre es así, estás feliz y de pronto, en segundo, ya no lo estás. Cuando comencé a tener mayor control me dije: tengo que luchar contra esto y comencé a buscarle un propósito a mi vida, por eso cuento mi historia”.

Por: Univision


Encuéntralo en este enlace: http://uni.vi/14P6100FM9p

martes, 3 de abril de 2018

domingo, 1 de abril de 2018

Unidad



Si todos nos sintiéramos hermanos.
(Pues la sangre de un hombre, ¿no es igual a otra sangre?)
Si nuestra alma se abriera (¿No es igual a otras almas?)
Si fuéramos humildes. (El peso de las cosas,
¿no iguala la estatura?)
Si el amor nos hiciera poner hombro con hombro,
fatiga con fatiga
y lágrima con lágrima.
Si nos hiciéramos unos.
Unos con otros.
Unos junto a otros.
Por encima del fuego y de la nieve;
aún más allá del oro y de la espada.
Si hiciéramos un bloque sin fisura
con los dos mil millones
de rojos corazones que nos laten.
Si hincáramos los pies en nuestra tierra
y abriéramos los ojos serenando la frente,
y empujáramos recio con el puño y la espada,
y empujáramos recio, solamente hacia arriba,
qué hermosa arquitectura se alzaría del lodo.


Ángela Figuera Aymerich en Los días duros (1953)