domingo, 23 de febrero de 2014

Duro es sentirse humana a cada instante...


Duro es sentirse humana a cada instante,
cuando se cruzan límites amargos
y hay que volver al punto de partida,
verso tras verso, con las alas rotas.

Y al ir hacia un paréntesis, te acuerdas
de que tienes un cáliz esperándote,
porque vivir es cosa de unos pocos
y tú sólo conoces lo imposible.


María Sanz

miércoles, 19 de febrero de 2014

La tasa de suicidios se multiplica por siete en las mujeres que abortan en comparación con las que dan a luz


 
'No Más Silencio', una organización de mujeres que sufrieron las secuelas de un aborto provocado y dedicada a divulgar los estudios científicos del llamado síndrome post-aborto (SPA), asegura que la elevada tasa de suicidios entre mujeres de 30 a 34 años reflejada en la encuesta de Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) 2006 esta relacionada con la "alta" tasa de abortos en España ya que diversos estudios demuestran que la tasa de suicidios "se multiplica por siete" en las mujeres que abortan en comparación con las que dan a luz, "incluso embarazos no deseados".

Según explicó Pilar Gutiérrez, la directora de esta organización, la encuesta de los médicos de Atención Primaria (AP) demuestra que España "sigue el mismo patrón de otros países con altas tasas de aborto" como Finlandia, donde un estudio del Centro de Investigaciones y Desarrollo para el Bienestar y la Salud, dependiente del Ministerio de Sanidad, publicado en 1996 en el 'British Medical Journal', relaciona ambas variables.

"Este estudio, titulado 'Suicidios después del embarazo en Finlandia de 1987 a 1994', demuestra que suicidio y aborto están relacionados. En concreto, aseguran que entre las mujeres que abortan hay tres veces más suicidios que en población general, una tasa que se multiplica por siete en comparación con las mujeres que dan a luz, incluso embarazos no deseados", aseveró.

A su juicio, la encuesta de SEMERGEN "confirma también otras secuelas" de los abortos, tales como la violencia doméstica -la encuesta revela que una de cada tres mujeres pide ayuda al médico por ser víctima de violencia doméstica-; los graves trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia, o la adicción al tabaco, el alcohol y a otras drogas, entre otros factores. "'No Más Silencio' España confía en que el Estado tome las medidas oportunas para poner freno a este desastre", sentenció Gutiérrez, que insiste en la necesidad de realizar estudios oficiales sobre suicidios en España.


 


jueves, 13 de febrero de 2014

Las sendas que me obligo a recorrer por ti...






Las sendas que me obligo
a recorrer por ti,
no las borra la vida,
y en vez de flores, una venda,
dura como una máscara,
va dividiendo el campo.
Quisiera haber nacido junto a ti,
vivir de rama en rama, sin caminos,
pero veo la distancia, el no alcanzarte
y peregrina el corazón pisando rosas
y llega al tuyo cuando sueña
dentro de una ciudad donde aplastado
quedó el verdor, la risa, las colmenas.
En ellas se enredaron los caminos
y la tierra ofendida quedamente
lanza leves suspiros, sus jardines;
sus torres que desprecios a la brisa
hacen inmóviles
voces de bronce dan
para anunciar las nuevas tumbas.
Yo sé por qué la tierra enfurecida
a veces tiembla y rompe las ciudades:
alguien responde al llanto de las yerbas
que no pueden nacer bajo las losas.
Las pisadas del hombre van dejando
su estéril huella, firme que divide
con una seca herida el prado verde
y más endurecido y seco implora
sostén a sus pisadas, que se calle
el color, que no pronuncie
en tallos de alegría
su gesto el campo;
mas impasible quiere su dominio,
con mármol sueña lapidar llanuras.
No así mi amor, tu mundo, otro planeta,
la flor intacta con ocultos ríos:
por sus venas iré sin ser notado,
soy de tu corazón dócil corriente.


Manuel Altolaguirre

domingo, 9 de febrero de 2014

Café contra el suicidio


El consumo de café puede reducir la depresión y el riesgo de suicidio, además de aliviar el estrés, efectos generalmente atribuidos a la cafeína del café. Pero aunque se han identificado unos 900 compuestos que se desprenden del grano, este es el primer estudio en evaluar sus posibles efectos.

Los hallazgos provienen de un equipo dirigido por Han-Seok Seo de la Universidad nacional de Seúl en Corea del Sur, y han sido publicados en la revista “Journal of Agricultural and Food Chemistry”.

El experimento se realizó con ratas de laboratorio, algunas de las cuales estaban estresadas por falta de sueño. Los investigadores realizaron detallados estudios genéticos que mostraban que la actividad de once genes aumentaba y la actividad de dos genes disminuía en las ratas que olían café, en comparación con las que no lo hacían. De hecho, el aroma del café ayudó a aliviar el estrés de los roedores privados de sueño.

Cuando las ratas inhalaban el aroma de café tostado, se activaba una variedad de genes, incluso algunos que producen proteínas que tienen una actividad antioxidante saludable, informaron los investigadores.

El experimento ofrece "por primera vez pistas sobre las actividades potenciales oxidantes o de relajación del estrés del aroma de los granos de café", escribieron los investigadores.

Y añadieron que "estos resultados explican indirectamente por qué tanta gente usa el café para mantenerse despierta toda la noche, aunque los compuestos volátiles de los granos de café no son del todo idénticos a los de los extractos de café. En otras palabras, el estrés causado por la pérdida de sueño mediante la cafeína podría aliviarse al oler el aroma del café".


http://www.psiquiatria.com/noticias/ansiedad/estres/prevencion847/37404/

miércoles, 5 de febrero de 2014

«La confesión no cura sólo el alma, también la mente» Quien siente el Amor de Dios y su Misericordia evita el someterse a idolatrias como las drogas, el sexo, el suicidio.


La fuerza sanadora del perdón no es sólo una cuestión espiritual. A esta conclusión han llegado numerosos expertos en litugia. Según sus conclusiones, «hay una dimensión terapéutica» en el sacramento de la penitencia que hunde sus raíces en el Antiguo y el Nuevo Testamento y que conecta directamente con el hombre de hoy.

«Es una perspectiva interesante y en sintonía con la sensibilidad y la cultura de nuestro tiempo que ve en la salud integral del hombre un valor por defender» afirma en declaraciones al rotativo italiano «Avvenire» el arzobispo de Palermo, monseñor Paolo Romeo.

«La salvación que el Señor nos ofrece no debe ser confundida con la salud psicosomática, pero, como enseña Jesús en el Evangelio, no la excluye, sino que la incluye» afirma el padre Pietro Solci.

«Se trata de una perspectiva tradicional en la teología y en la liturgia de las Iglesias orientales y sensibiliza las Iglesias protestantes, de gran impacto ecuménico» afirma Solci.

«Responde a la cultura de nuestro tiempo, que busca recuperar la unidad de la persona, que ve la salud como realidad que implica todos los aspectos de la vida humana, y el pecado como enfermedad, como incapacidad de relacionarse con uno mismo, con las cosas, con los demás y con Dios».

Arrepentirse para ganar salud
En todo este proceso el arrepentimiento sirve también como medicina y la reconciliación como curación. «En los últimos decenios ya se ha hablado de una teología terapéutica», sotiene.

«El pecado-afirma Angelo Pasaro, experto en Sagrada Escritura en la Facultad Teológica de Sicilia- es la distorsión de la libertad, revela la voluntad de sustraerse a la condición de dependencia de Dios. Y la capacidad del hombre de reconocer el pecado es obra de Dios. Él, como parte ofendida, da su misericordia; la alegría del perdón logra que el hombre ya no se encierre en sí mismo y sea creado nuevamente por la obra del Espíritu», explica.

Pero las encuestas más recientes muestran un cierto alejamiento del sacraemnto de la Penitencia. «Lo que resulta problemática hoy es la confesión y la concepción misma del pecado», sostiene Giuseppe Sovernigo, psicólogo y profesor del Insituto de Liturgia Pastoral de Padua.

«Son dificultades que se deben al nacimiento de nuevos problemas morales y nuevos modos de enfrentarse a viejas cuestiones morales, junto a la dificultad de asumir la responabilidad de las elecciones erróneas. Sin embargo, un acercamiento renovado al sacramento puede ser fértil. Debemos intentar reconciliar los dos aspectos que antiguamente encerrada el término "salus", es decir, salud física y salvación», concluye.


lunes, 3 de febrero de 2014

Ser un instante




La certidumbre llega como un deslumbramiento.
Se existe por instantes de luz. O de tiniebla.
Lo demás son las horas, los telones de fondo,
el gris para el contraste. Lo demás es la nada.

Es un momento. El cuerpo se deshabita y deja
de ser la transparencia con que se ve a sí mismo.
Se incorpora a las cosas; se hace materia ajena
y podemos sentirlo desde un lugar remoto.

Yo recuerdo un instante en que París caía
sobre mí con el peso de una estrella apagada.
Recuerdo aquella lluvia total. París es triste.
Todo lo bello es triste mientras exista el tiempo.

Vivir es detenerse con el pie levantado,
es perder un peldaño, es ganar un segundo.
Cuando se mira un río pasar, no se ve el agua.
Vivir es ver el agua; detener su relieve.

Mi vagar se acodaba sobre el pretil de hierro
del Pont des Arts. De súbito, centelleó la vida.
Sobre el Sena llovía y el agua, acribillada,
se hizo piedra, ceniza de endurecida lava.

Nada altera su orden. Es tan sólo un latido
del ser que, por sorpresa, llega a ser perceptible.
Y se siente por dentro lo compacto del hierro,
y somos la mirada misma que nos traspasa.

La lucidez elige momentos imprevistos.
Como cuando en la sala de proyección, un fallo
interrumpe la acción, deja una foto fija.
Al pronto el ritmo sigue. Y sigue el hundimiento.

La pesada silueta de Louvre no se cuadraba
en el espacio. Estaba instalada en alguna
parte de mí, era un trozo de esa total conciencia
que hendía con su rayo la certeza absoluta.

Ser un instante. Verse inmerso entre otras cosas
que son. Después no hay nada. Después el universo
prosigue en el vacío su  muerte giratoria.
Pero por un momento se detiene, viviendo.

Recuerdo que llovía sobre París. Los árboles
también eran eternos a la orilla. Al segundo,
las aguas reanudaron su curso y yo, de nuevo,
las miraba sin verlas, perderse bajo el puente.



Rafael Guillén

domingo, 2 de febrero de 2014

La Llamada



Demasiado tiempo dando vueltas sin cesar
demasiadas vueltas para pararte a pensar.
El camino que has cogido no tiene final.
El destino lo tenemos pero tienes que acertar.

Tienes siempre una llamada,
pero tienes que buscarla,
Él nunca te quita nada,
te da todo al abrazarla.

BUSCA TU PROPIA LLAMADA
SÓLO TIENES QUE ENCONTRARLA.
QUIEN ESPERA Y PERSEVERA, DE VERAS.
DIOS LE MUESTRA SU TAREA.

Dios no juega con tu vida ni su diversión
es querer hoy una cosa y mañana no.
Cuando crees que ya lo entiendes Él siempre es mayor,
sólo busca sorprenderte y darte lo mejor.

Eres libre y razonable,
pero siempre responsable.
Dios nunca será culpable
de que mires a otra parte.


AUTORES: LA VOZ DEL DESIERTO.


sábado, 1 de febrero de 2014

¿Y el suicidio qué?



¿Todos los suicidas se van al infierno?

¿Es el suicidio un acto humano?

Un teólogo responde

Lo que debe demostrarse es la “total responsabilidad” del suicida

Lo que impide a una persona entrar o no al cielo (es decir salvarse o no salvarse) es el morir en estado de gracia, o sea, sin pecado mortal.

Para que una persona cometa pecado mortal es condición necesaria:

1º que haya materia grave (este es el elemento objetivo de todo pecado),

2º que tenga conciencia plena de que es algo grave y

3º que consienta perfectamente al acto grave (estas últimas condiciones son los elementos subjetivos que se requieren para que haya un acto sustancialmente humano).

En el caso del suicidio se trata ciertamente de materia grave, pues la vida humana (la propia y la ajena) son bienes fundamentales de la persona custodiados por los mandamientos de la ley natural y por los diez mandamientos de la Ley divina.

Hay que ver luego, en cada caso particular, si la persona estaba en plena posesión de sus facultades como para hacer un acto plenamente humano.

A continuación trataré de esbozar los principios generales para poder hacer un juicio aproximado de este doloroso fenómeno (se puede consultar lo siguiente en: Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, cuestión 64, 5; LINO CICCONE, Non Uccidere, Ed. Ares, Milán 1988, p. 107ss; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2280-2283).


1. Nociones y datos generales

El suicidio consiste propiamente en producirse la muerte a sí mismo por propia iniciativa o autoridad, ya sea mediante una acción o una omisión.

Se divide en suicidio directo e indirecto, según la muerte se intente directamente o sólo sea permitida buscando otra finalidad (como quien, intentando salvar a otra persona, arriesga su vida y muere).

Lo consideraron lícito por principios filosóficos Hume, Montesquieu, Bentham, Schopenhauer, Nietzsche, algunos estoicos como Séneca; más cercano a nuestros tiempos, el existencialismo hizo de él un valor positivo, como “la última libertad de la vida” (Jaspers). Algunos lo han defendido por cuestiones de honor patriótico, militar o personal.

Los datos estadísticos son escalofriantes, aun teniendo en cuenta que los datos oficiales son inferiores a la realidad.

La relación que suele establecerse entre suicidios efectivos e intentos de suicidio varía según los diversos autores que se consulte: unos dicen que se llega a un suicidio cada tres intentos; otros afirman que por cada suicidio hay diez intentos fallidos; por tanto, como término medio, puede decirse que por cada suicidio hay al menos cinco intentos frustrados.

Ahora bien, la OMS (Organización Mundial para la Salud) indicaba en 1976, que cada día se suicidan en el mundo 1000 personas (lo que indicaría que otras 4000 o 5000 lo intentan sin llegar a él); aproximadamente 500.000 lo hacen por año (y por tanto, 2.500.000 quedan en el intento).


2. Juicio moral.

La tradición cristiana, la doctrina del Magisterio y la reflexión teológica no han tenido ninguna duda sobre la inadmisiblidad moral del suicidio. Si ha habido alguna evolución ha sido sólo en torno a la valoración de la culpabilidad y responsabilidad subjetiva del que se suicida o intenta hacerlo.

Para no hacer un juicio erróneo, es necesario distinguir entre el juicio “objetivo” sobre el suicidio, y el juicio sobre “la responsabilidad subjetiva” del suicidio.


a) Valoración objetiva del suicidio

Como ya ha indicado Santo Tomás, el suicidio directo, objetivamente considerado, es un acto gravemente ilícito, por tres razones principales:

1º Porque es contrario a la inclinación natural (ley natural) y a la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo.

2º Porque hace injuria a la sociedad a la cual el hombre pertenece y a la que su acto mutila: la priva injustamente de uno de sus miembros que debería colaborar al bien común.

3º Porque injuria a Dios: “la vida es un don dado al hombre por Dios y sujeto a su divina potestad que mata y da la vida. Por tanto el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor de quien es siervo... A sólo Dios pertenece el juicio de la muerte y de la vida...” (Santo Tomás).

Pío XII lo calificó de “signo de la ausencia de la fe o de la esperanza cristiana” (discurso del 18/II/58).

El Concilio Vaticano II lo colocó con otros delitos que atentan contra la vida misma, juzgados como “cosas... vergonzosas” que “atentan la civilidad humana... y constituyen el más grave insulto al Creador” (Gaudium et spes, 27).

En la Declaración sobre la eutanasia (26/VI/80) se afirma: “La muerte voluntaria, es decir, el suicidio, es inaceptable a la par que el homicidio. Toda la doctrina del Magisterio ha sido resumida por el Catecismo Universal en los nn. 2280-2283.

La Sagrada Escritura no se ocupa de él pero es legítimo verlo incluido en el mandamiento que dice: No matar (Ex 20,13).

Ya San Agustín lo había interpretado de tal manera: “No es lícito matarse, ya que esto se debe entender como incluido en el precepto No matar, sin ningún agregado.

No matar, por tanto, ni a otro ni a ti mismo. Porque efectivamente, quien se mata a sí mismo, mata a un hombre” (De civitate Dei, I,20).


En cuanto al así llamado suicidio indirecto (es decir, quien pierde la vida a causa de otra acción, como el médico o la religiosa que se contagia gravemente atendiendo enfermos y muere por esta razón) es también ilícito, a no ser con causa gravemente proporcionada.

Aunque la acción que indirectamente produzca la muerte pueda no ser mala o incluso buena (como en el ejemplo dado: el acto de caridad de cuidar un enfermo gravemente contagioso), se requiere causa justa y proporcionada para permitir la propia muerte.

Es lícito arriesgar apelando al principio de doble efecto; en este caso, las condiciones que debe reunir la acción, para ser lícita, han de ser:

1º que la acción u omisión sea buena o indiferente;
2º que se siga también un efecto bueno (y con la misma o mayor inmediatez del malo);
3º que solo se intente el bueno;
4º que haya una causa proporcionada (como puede ser el bien de la patria, el bien espiritual ajeno, el ejercicio de una virtud, etc.).


b) El juicio sobre la responsabilidad subjetiva

Otra cosa es la valoración de la responsabilidad moral del suicida. Hasta el siglo pasado era común juzgar al suicida como responsable de su gesto, y por tanto, culpable de su acción. Hoy en día, tanto la situación social, cuanto la formación moral del hombre moderno, obligan a tener otros criterios de valoración.

Dicho de otro modo:

1º dada la situación social potencialmente cargada de mentalidad suicida;

2º dado el elevado número de sujetos psíquicamente frágiles e incluso disturbados mentalmente;

3º y dado, por último, los escasos o casi nulos valores morales que pueden contrarrestar la mentalidad antivida reinante...

... podría admitirse que: en los casos en que faltan elementos para juzgar que un suicidio es plenamente voluntario, puede presumirse que la persona que se ha quitado la vida no ha gozado de suficiente responsabilidad moral, o incluso, en algunos casos, ha sido totalmente irresponsable.

Se podría decir que, en muchos casos, lo que debe demostrarse es la “total responsabilidad” del suicida.

De todos modos, hay que decir que en muchos casos sí hay ciertos elementos que pueden servir de guía para elaborar un cierto juicio sobre la responsabilidad objetiva del suicida (dejando, por supuesto, el juicio último únicamente a Dios).

Así, por ejemplo, indican responsabilidad plena en un suicidio: el hecho de que éste haya sido preparado fríamente, o por largo tiempo, o con motivaciones precisas, o por una persona psíquicamente sana.

También el que la decisión haya madurado dentro de una concepción de vida en la que no hay lugar para Dios o en la cual no se encuentra sentido a la vida por principios filosóficos (aunque sean vulgares).

En cambio, son indicios de responsabilidad incompleta: el suicidio impulsivo, el suicidio realizado bajo el shock de una tragedia, el suicidio ocurrido en contraste con toda una vida o una concepción de vida en la cual no parece haber lugar para el mismo, o, finalmente, el suicidio realizado por sujetos psíquicamente alterados.


3. Responsabilidad social.

Gran responsabilidad por el fenómeno del suicidio corresponde a la misma sociedad, en cuanto ejerce o permite influencias que llevan a tal desenlace. Entre estos elementos cabe señalar:

a) La disgregación de los grupos primarios, especialmente la familia; la desaparición o al menos el enrarecimiento de las relaciones familiares (con el consecuente predominio de las relaciones de tipo funcional y utilitaristas) conducen al aislamiento de los individuos, condenándolos a afrontar solitariamente los problemas personales más profundos de la persona.

b) La proposición de “valores” que no satisfacen las exigencias más profundas del alma (bienestar, afirmación personal, riqueza, hedonismo, culto de la personalidad, el divismo o idolatrización de algunos personajes públicos).


c) La negligencia en formar el carácter de sus miembros con una educación humana auténtica. Esto, en vez de robustecer las estructuras psíquicas, las debilita. Surgen de aquí notables debilidades psíquicas.

Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, V.E.