Bárbara
Leahy Shlemon
De
profesión enfermera, laica Católica, casada con 4 hijos. Trabajó en varios
hospitales Americanos y vivió muy de cerca el sufrimiento de la gente, tuvo
experiencias muy fuertes de psicoterapia y sanación interior y llegó a escribir
una famosa oración por la curación interior. Trabajó con Francis Mac. Nutt y
viajó por muchos estados de los E.E.U.U. y países del mundo. Junto con Mac.
Nutt contribuyó al desarrollo de la sanación interior y física en el campo
católico.
Oración
por sanación interior. Por Bárbara Leahy Shlemon
Entra
en oración de la manera que te sientas movido a hacerlo. Ya que la curación es
un proceso progresivo, esa oración no solucionará todos tus problemas. Nunca
podemos llegar a decir que ya se acabaron los problemas, que todos los
recuerdos han sido sanados, pero podemos quitar del camino toda barrera que nos
impida estar sanos y saludables. La curación interior se habrá llevado a cabo
cuando un suceso del pasado no tenga ya poder para herirnos –cuando lo podamos
recordar sin tristeza, vergüenza o sentimiento de culpa-. Entra en
presencia de Dios.
Señor,
tú puedes volver atrás conmigo y caminar conmigo a través de mi vida desde el
momento que fuera concebido.
Ayúdame,
Señor aun entonces: límpiame y líbrame de todo lo que pudo causarme
dificultades en el momento de mi concepción. Tú estabas presente en el
momento que fui formado en el vientre de mi madre; líbrame y sáname de
cualquier atadura en mi espíritu que hayan podido llegarme por mi madre o las
circunstancias de la vida de mis padres aún cuando tomaba forma. Por
esto, te doy gracias.
Te
alabo, Jesús porque además me estás sanando del trauma de nacer. (Muchas de
nuestras madres tuvieron partos largos y dolorosos cuando nacimos, y esto tiene
un efecto en la criatura). Te pido, Señor, que me sanes del dolor de nacer y de
todo lo que sufrí al nacer. Te doy gracias porque Tú estabas allí para
recibirme en tus brazos cuando nací. Conságrame en ese mismo momento al
servicio de Dios. Gracias Jesús porque esto se ha hecho.
Según
crecíamos, el primer trauma real en nuestra vida pudo haber sido cuando fuimos
a la escuela por primera vez. Esa fue la primera vez que nos ausentamos
del hogar y de todo lo que ello representaba. Para algunos de nosotros que
éramos muy sensitivos, que éramos tímidos, inseguros, esos fue difícil;
quedarnos con aquella maestra extraña, con compañeros extraños, en un lugar
extraño.
Señor,
de veras nunca me recuperé de esa experiencia, porque había cosas que esperaban
de mí y cosas que me herían mucho. Hubo maestras intratables y niños que no me
mostraban amor o comprensión.
Te
pido, Señor, que me sanes de todos esos años que pasé en el salón de clases,
que me quites todo el dolor y sufrimiento que recibí en ese tiempo. Me retraje
en ese entonces y empecé a sentir miedo de hablar en grupos porque me habían
ridiculizado, castigado, criticado en el salón. Dejé de hablar porque era
demasiado doloroso, Señor, te pido que abras la puerta de mi corazón. Déjame
relacionarme en grupos de una manera más abierta y libre de lo que he podido
hasta ahora. Según se lleva a cabo esta curación, tendré la confianza y el
valor de hacer lo que me pidas en toda situación. Gracias, Señor, porque creo
que estás sanándome ya.
Señor,
cuando entré en la adolescencia, empecé a experimentar cosas que me asustaron,
me avergonzaron y me causaron dolor. Nunca he podido sobreponerme del
todo a algunas experiencias que tuve cuando me estaba conociendo a mí mismo, lo
que significa ser persona. Te pido Señor Jesús, que sanes todas las
experiencias que tuve como adolescente; las cosas que hice y que me hicieron y
de las que nunca he sanado. Entra en mi corazón y quita todas las experiencias
que me causaron sufrimiento o vergüenza. No te pido, Jesús, que borres esto de
mi mente sino que lo transformes de manera que pueda recordarlo sin vergüenza,
con acción de gracias.
Hazme
comprender por lo que hoy están pasando los jóvenes, porque yo mismo también he
pasado por ello –esa época de búsqueda y conflicto-. Según me voy sanando,
déjame ayudar a otros a encontrar la curación.
Señor,
al salir de este período de mi vida, y al empezar a crecer en la vocación a que
me llamabas, tuve dificultades. (Algunos fuimos llamados a ser esposos y
esposas, algunos fuimos llamados al celibato, otro escogieron la soltería y
ahora son viudos o divorciados. Ha habido dolor, ha habido sufrimientos; no hay
carrera alguna que no conlleve dificultades de ajuste, problemas que necesitan
curarse en la vida privada). Te pido, Jesús, que me cures en el estado de vida
que me encuentro hoy y todo lo que eso ha significado para el mundo que me
rodea.
Esposos
y esposas tienen cosas del pasado que se interponen en sus relaciones, heridas
y sufrimientos que solamente pueden existir entre quienes tratan de vivir
juntos y conocerse en una situación muy íntima). Señor, sáname de estas
cosas. Haz que mi matrimonio empiece a ser de nuevo lo que Dios quiere que sea.
Toma en tus manos todas las heridas y sufrimientos del pasado, para que desde
ahora en adelante este matrimonio sea limpio y comience de nuevo tan libre y
tan sano como sea posible.
Gracias
Padre, que mediante esta curación podemos llegar a ser la clase de marido y
mujer que Tú pides que seamos.
(Los
sacerdotes, religiosas y religiosos han tenido heridas que los han alejado de
Jesús en vez de acercarlos a Él). Señor, ayúdame a sentir tal calor y
fortaleza de amor en mí que nunca jamás dude yo, si el camino que sigo es al
que me has llamado. Dame valor y confianza en la obra que me has llamado a
hacer. Llévame adelante con propósito y metas nuevas. Gracias Padre, porque sé
que estás haciéndolo.
(La
gente soltera que se han sentido llamados a esa vida, siguen los pasos de Jesús
con un dolor y sufrimiento que sólo Dios conoce). Me he sentido
solo y en ocasiones, abandonado y totalmente rechazado por el resto de la
humanidad. Señor Jesús, lléname hoy de un nuevo sentido de fortaleza y
propósito. Hazme comprender lo que has puesto en mi corazón. Déjame ser un
testimonio vivo de Jesucristo. Te doy gracias Padre, porque sé que estás
haciendo esto.
Según
siento la unción de tu amor, te glorifico Señor, porque sé que está hecho. No
hay poder en el cielo o la tierra que pueda impedirlo. Te alabo, Señor porque
sé que mientras más te entrego, dándote gracias y alabándote por ello, más me
das la fortaleza de tu presencia, el poder de tu espíritu, el amor de tu Divino
Hijo. Te alabo Jesús, por esta curación y te glorifico.
Gracias. Amén.
Ahora
permanece en silencio unos 10 minutos. Deja que el Espíritu de Dios complete la
obra de sanación en ti, vacía tu corazón de todo lo que no es de Dios. Deja que
Él vuelva a llenarlo con su Amor