jueves, 5 de enero de 2017

Queridos Reyes Magos…





Queridos Reyes Magos:

Este año me he propuesto escribir con tiempo, tengo muchas cosas que pedir. Os sorprenderá mi lista de peticiones pero no sabía a quién recurrir. Nada de lo que deseo para el 2016 se consigue con dinero, de lo contrario hubiese trabajado el doble para conseguir todos y cada uno de mis deseos.

Por mi consulta pasan cientos de parejas, de niños, de historias bonitas, de historias tristes. A lo largo del año he visto a madres llorar desconsoladas, he visto a padres abrumados. He tragado saliva ante conflictos familiares de difícil solución, he vibrado con familias unidas a pesar de las adversidades, me he emocionado con pérdidas y ausencias y me he reído, también, a carcajadas con todos esos niños que ponen mi consulta del revés.

He llegado a casa y he tenido que contestar a mis hijos decenas de preguntas sin respuesta de mí, de nosotros como familia, de nuestra sociedad actual, de conflictos que no entiendo, de terror, de política y de miseria.

Este año que termina ha sido uno de los más intensos de mi vida desde el punto de vista emocional. Intenso de verdad. “Lucía, pasar una tarde contigo es como enchufarse a la electricidad”– me dijeron en una ocasión. Pues bien, este año he sido yo la que ha estado electrizada y vibrante… He conocido a personas que si no me han cambiado la vida, sé positivamente que me la cambiarán. He tomado consciencia de mi realidad, de lo que soy, de lo que doy y de todo lo que recibo.

Por todos ellos y por mí misma, os pido lo siguiente:

A los políticos les pido dos cosas: que no mientan y que no roben. Nada más.
A mis jefes les pido que sean justos. Sólo eso.
A los profesores, maestros y educadores: les pido amorosidad con nuestros hijos y mucha, mucha inteligencia emocional. En vuestras manos tenéis lo mejor de nuestras vidas.
A mis colegas médicos: les pido empatía, compasión y ternura. Humanicemos más aún nuestra profesión.
A las parejas de recién casados que pasan por mi consulta: les pido que mantengan siempre viva la ilusión. Siempre hay cosas nuevas y bonitas por llegar; en ocasiones hay que buscarlas.
A los papás que han decidido separarse: pido para ellos serenidad, fuerza y luz para iluminar su nueva vida con dos únicos objetivos: reencontrarse a ellos mismos y garantizar la felicidad de sus hijos por encima de sus propios intereses.
A los padres que han perdido un hijo: para ellos pido toda la fuerza y el amor del universo para rehacerse.
A los padres que no duermen por las noches: les pido paciencia. Todo pasa. Dormirán.
A los padres de adolescentes les pido más comunicación y menos autoritarismo.
A los abuelos que ahora crían de nuestros hijos, antes de nada: gracias. Y ahora pido salud y sonrisas para ellos.
A los adolescentes: ¡Qué difícil edad! Sólo os pido que os pongáis en el lugar del que tenéis enfrente. De este modo nunca os equivocaréis en vuestras decisiones o actuaciones.
A los niños de padres separados: no juzguéis, no toméis partido. Vuestros padres os quieren por encima de todo. Cuidad de los dos, por igual.
A los padres que pasan 10 horas al día fuera de casa: os pido tiempo de calidad con vuestros hijos, de calidad. ¡Tírate al suelo y juega con él!
A la madre ama de casa abrumada por la crianza: pido calma y sosiego. No importa que la casa no esté impecable. Cuida de tus hijos, cuida de ti misma. Reserva una hora al día única y exclusivamente para ti, para hacer lo que a ti te gusta.
A mis hijos les pido salud física y emocional, les pido que sean genuinos, luchadores, generosos, compasivos y optimistas.
Y para mí, queridos Reyes Magos, pido lo mismo que para mis hijos:
– Espíritu luchador, me niego a mirar hacia otro lado.

Pido pasión, no concibo mi vida sin ella.
Pido generosidad con el mundo que me rodea.
Pido optimismo para afrontar mis días con una sonrisa y con la valentía para seguir luchando, pase lo que pase.
Porque valiente no es el que hace puenting o se tira en paracaídas, valiente es el que mira siempre a los ojos, el que se levanta cada mañana dispuesto a luchar por lo justo, a dar lo mejor de él mismo. Valiente es el que toma decisiones sin miedo, el que arriesga, el que no se esconde. Valiente es el que se cae y en cada caída se rehace y se reconstruye y aún así, en ese estado a veces resquebrajado, ayuda al que tiene a su lado.

¿Demasiadas cosas, majestades? Quizá. De sueños, voy servida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios son bienvenidos, este es un espacio de escucha y oración.