lunes, 3 de enero de 2011

Apólogo de la esperanza en Dios




Había salido yo, mendigo de puerta en puerta, por el camino de la ciudadcuando de un recodo surgió tu carroza de oro semejante a un sueño matinal. Y mi alma se inclinó de asombro ante quien parecía el Rey de todos los reyes !
Y mis esperanzas se alzaron y pensé: he aquí que ha llegado el fin de los días tristes; y ya me alistaba a recoger las ricas limosnas esparcidas en el polvo.
La carroza se detuvo frente a mí. Tu mirada cayó sobre mi pobreza y, sonriendo, descendiste al camino. Yo sentí que había llegado la grande y única oportunidad de mi vida.
Entonces, tendiéndome tu mano derecha, dijiste: "¿Que tienes para darme?"
¡Oh!, ¿que regia burla era esta de tenderle la mano a un mendigo para mendigar? Quedé un instante confuso y perplejo; luego, lentamente, saqué de mi alforja un grano de trigo y te lo di.
Mas cuál sería mi sorpresa, cuando, por la tarde, al vaciar mi saco en el suelo, encontré un granito de oro entre mis pobres granos. Lloré amargamente y me lamenté de la sordidez de mi corazón que no supo darte cuanto poseía.

Sir Rabindranath Tagore

1 comentario:

  1. Preciosa prosa!! no se donde encuentras cosas tan bonitas, me gustó mucho, mucho.
    ¡Gracias!

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