martes, 23 de octubre de 2012

Memoria sin presencias



Por salvar la rosa
    me he salvado yo:
    No hay rosa de ayer
    ni hoy,
    sino la rosa de Dios.

       Por salvar los vientos
    me he salvado yo:
    No hay vientos de sur ni norte,
    Sino los vientos de Dios.

       Por salvar las aguas
    me he salvado yo:
    No hay aguas de mar
    ni ríos,
    sino las aguas de Dios.

       Por salvar la tierra
    me he salvado yo:
    No hay tierra de sol
    ni umbría,
    sino la tierra de Dios.

       Por salvar los tiempos
    me he salvado yo:
    No hay tiempo de ayer
    ni hoy,
    sino el Eterno de Dios.

       Puesto que lo quieres Dios,
    sólo me importa
    qué digo:
    digo lo que quiere Dios.

   Emilio Prados

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