sábado, 13 de octubre de 2012

ABRE BIEN LAS COMPUERTAS



El hilillo de agua, rompedizo y ligero 
abre la entraña obscura 
de la peña, de suyo, tan tenaz y tan dura, 
y da en la peña misma con algún lloradero. 

Señor: entra en mi alma y alza Tú las compuertas 
que imposible es que dejen que fluya mi amargura.
Quiero que estén abiertas 
las compuertas
de mi alma de roca, tan rebelde y tan dura. 

Soy Tomás; necesito registrar tu costado. 
Soy Simón Pedro, y debo desbaratarme en lloro. 
Dimas soy, y es mi ansia morir crucificado. 
Soy Zaqueo, que anda todo desazonado, 
viendo, por si pasares, dónde habrá un sicómoro. 

“Tocad, que si tocareis, se os abrirá”, dijiste.
Por eso llego y toco
y tus misericordias seculares invoco.
Señor: cúmpleme ahora lo que me prometiste. 

Alza bien las compuertas, Señor; lo necesito. 
Deben estar abiertas
las compuertas del llanto que purgará el delito. 
Abre bien las compuertas. 

El hilillo de agua, rompedizo y ligero,
¿cuándo no dio en la peña con algún lloradero...?

Alfredo R. Placencia  

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