martes, 17 de agosto de 2010

Las manos ciegas




Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas,
como un ciego que extiende,
al caminar, las manos en la sombra,
todo yo, Cristo mío,
todo mi corazón, sin mengua, entero,
virginal y encendido, se reclina
en la futura vida, como el árbol
en la savia se apoya, que le nutre,
y le enflora y verdea.
Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin Tu amor, sin Ti vacío,
en la noche Te busca,
le siento que Te busca, como un ciego,
que extiende al caminar las manos llenas
de anchura y de alegría.


Leopoldo Panero

2 comentarios:

  1. Me encanto este poema.
    Sin Dios somos .... simplente nada.

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  2. Nada ya somos. "la nada más el pecado", decía Santa Catalina de Siena de sí misma. Somos menos que nada. Pero con Él lo somos todo.

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