domingo, 14 de diciembre de 2008

PALABRAS DE VIDA (19)



El año seiscientos de la vida de Noé, el mes segundo, el día diecisiete del mes, en ese día saltaron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo se abrieron. Génesis 7, 11

Entonces, de repente, sueños y horribles visiones les sobresaltaron, les sobrevinieron terrores imprevistos. Aquí y allá tendidos, ya moribundos, daban a conocer la causa de su muerte, pues los sueños que les habían perturbado, se lo habían indicado a tiempo para que no muriesen sin saber la razón de su desgracia. También a los justos les alcanzó la prueba de la muerte; una multitud de ellos pereció en el desierto. Pero no duró la Cólera mucho tiempo, que pronto un hombre irreprochable salió en su defensa. Con las armas de su propio ministerio, la oración y el incienso expiatorio, se enfrentó a la ira y dio fin a la plaga, mostrando con ello que era en verdad siervo tuyo. Y venció a la Cólera no con la fuerza de su cuerpo, ni con el poder de las armas, sino que sometió con su palabra al que traía el castigo recordándole los juramentos hechos a los Padres y las alianzas. Cuando ya los muertos, unos sobre otros, yacían hacinados, frenó, interponiéndose, el avance de la Cólera y le cerró el camino hacia los que todavía vivían. Llevaba en su vestido talar el mundo entero, grabados en cuatro hileras de piedras los nombres gloriosos de los Padres y tu majestad en la diadema de su cabeza. Sabiduría 18, 17-24

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