Miles de misivas llegan cada año y el correo israelí se encarga de llevarlas a su destino
JERUSALÉN.— Miles de cartas dirigidas a Dios, Jesús, Abraham, la Virgen María y otras figuras que simbolizan la fe para mucha gente en diferentes partes del mundo, llegan desde distintos confines del mundo a Jerusalén. Como ya es tradición, son colocadas entre las piedras del Muro de los Lamentos, el santuario más sagrado para el pueblo judío, dado que es el único remanente del Templo Sagrado destruido en el año 70 por el imperio romano.
Este año, por primera vez, llegó una carta de un país árabe, Marruecos, aunque de fieles musulmanes ha habido no pocas, provenientes de Malasia e Indonesia. Por mucho, el primer lugar lo ocupan las cartas de cristianos, que representan 90% de la correspondencia; luego siguen las de judíos y musulmanes. Hay muchos sobres en español y, entre ellos, no pocos provienen de México.
Lo interesante es que gran parte de las cartas, que en su mayoría son de cristianos, están dirigidas explícitamente al Muro de los Lamentos como dirección del destinatario. Al rabino del santuario, Shmuel Rabinovich, eso no le sorprende en absoluto.
“Esta es la puerta a la oración y el Altísimo escucha a todos, no importa su credo. Todos llegamos a él”, dijo a EL UNIVERSAL hace unos días, al recibir en la explanada del Muro de los Lamentos al director general de Correos de Israel, que llegó acompañado de algunos funcionarios.
Tal como suelen hacerlo dos veces al año —aunque ello depende de la cantidad de cartas que llegan—, los encargados de esta singular misión se hicieron presentes en el Muro de los Lamentos con cajas llenas de misivas marcadas con la etiqueta “Cartas a Dios”.
Dado que en la ortodoxia judía hombres y mujeres no rezan juntos, nosotros pudimos acompañar a las funcionarias mujeres que también traían gran cantidad de mensajes. Iris y otra compañera de trabajo se instalaron frente a las enormes piedras, comenzaron a sacar las cartas de sus sobres (“ya está muy lleno, sería imposible introducirlas entre las piedras con sobre y todo”) y se acercaron, haciéndose lugar entre las mujeres que oraban, tratando de hallar dónde colocar las cartas.
A decir verdad, parece misión imposible. Los angostísimos espacios entre las piedras están repletos de papeles, dado que por tradición allí se colocan plegarias y deseos que supuestamente llegan directamente al Todopoderoso.
“Esto es sagrado, no sólo un servicio al público, sino una misión con gran responsabilidad”, dice Iris. “La gente que escribe una carta a Dios en general está desesperada, tiene serios problemas y necesita ayuda. Y nosotros no podemos dejar las cartas tiradas en el correo”.
Hay quienes se interesan por lo que está pasando al ver cajas llenas de cartas, preguntan y quedan admirados. También están los escépticos, como una mujer que comenta: “Si Él no escucha nuestros pedidos aunque venimos directamente aquí ¿acaso alguien puede creer que prestará atención si le escriben por correo?”. La fe, de todos modos, se ve que no la ha perdido, porque sigue allí con su libro de oración, tocando emocionada el muro sagrado.
“El Todopoderoso escucha a todos, de eso no tengo dudas”, dijo el rabino Shmuel Rabinovich. Habrá que ver si por correo también funciona...
JANA BERIS • CORRESPONSAL
El Universal
Domingo 14 de diciembre de 2008
Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/internacional/59921.html
Si el objetivo de Dios
ResponderEliminares alcanzar al ser humano
entonces
de seguro los oye, les escuha.
M.
Hola, llego aquí desde el blog de Irache, yo también soy Neocatecumenal.
ResponderEliminarRealmente, no tenía ni idea de que se podían mandar cartas o mensajes al Muro de las Lamentaciones...me ha sorprendido...
Dios siempre escucha y para mi el hacer eso es un signo que expresa la necesidad de querer ser escuchado. Es un signo...y para Dios, nada hay imposible, aunque lo que pidamos, muchas veces, porque nos quiere, no pueda dárnoslo.
Un saludo y la paz.
Hola Verbo y Cris,
ResponderEliminarencantado de teneros por aquí, un poeta y una hermana de comunidad.
Aqui tenemos muro, pero siempre podemos escribirles a los Reyes Magos.
Un abrazo.