Yo he estado aquí, allá, acullá,
en la tierra y en los cielos.
Y en resumen, ¿qué he
encontrado?
Que es la luz más viva la de mi
haz,
que no hay para mi cara ni un
espejo,
ni hay óleos que alivien mi
pecado.
Una vez me di a gozar
en una mesa sin Dios.
¿Acaso me bebí el mar?
¿Me comí la tierra? ¡No!
Que me asé mi propia carne
y escancié mi propia sangre.
¿Cuánto ha durado el banquete?
Tú has sido el último huésped,
Muerte, con tus ojos
sorprendidos,
Muerte, con tu boca tan cosida
coses don y cortesía
con mis ahitos tejidos.
Fue cuando solté a mi azor
tras las piezas figuradas
¡oh, el hambriento cazador!
Y mi piel quedó escarchada
por un frío de esqueleto
luciendo en el puro hueso.
Sí, estuve aquí, allá, acullá,
en el infierno y la gloria.
Y llego a esta conclusión:
sombra bella la de mi haz
y ¡ay! mi cara gris en sombra
es aún el más bello sol.
Karel van de Woestijne
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