Te reto a que leas este testimonio.
Como en la película te digo: "Te puede pasar a ti"
Guiada por sus padres y abuelos, Molisa Derk se adhirió desde niña
a la iglesia metodista en una pequeña iglesia de Oklahoma, donde cantaba en el
coro y acudía con gusto a la Escuela Dominical. "Para mí, la iglesia era
un lugar hermoso con preciosas ventanas y vidrieras, un lugar donde todos sonreían,
felices y siempre estaban alegres de verme", narra en el portal The Coming Home Network (USA).
Tras bautizarse, Molisa conoció a un muchacho de su
congregación, quien era nieto del pastor. Vivió el romance, luego vino el
matrimonio y nació el hijo que ambos esperaban. A la par fortalecía su
participación pastoral, siendo ahora profesora en la Escuela Dominical y
directora del Campamento Bíblico de verano, entre otras tareas.
Su habilidad innata con los números y la experiencia adquirida
en su congregación, la motivaron a estudiar matemáticas e informática en la
Universidad Bautista del Sur. Allí convivió con otras teologías protestantes,
pero sin flaquear en su fe. “Era un entorno donde la mayoría de los estudiantes
y académicos profesaban la fe Bautista, yo mantuve firme mi fe Metodista. Luego
de unos años, había decidido ser académica en la universidad. Hice entonces un
posgrado y conseguí trabajo como profesora de ciencias de la computación en la
misma universidad”.
“Después de que nuestro hijo estaba crecido y estudiando,
ocurrieron algunos inconvenientes que llevaron al final mi matrimonio. Me mudé
a otra comunidad Metodista de Oklahoma, cerca de mi trabajo. Allí me involucré
en un grupo de solteros, que incluía clases dominicales, un estudio de la
Biblia por la noche y muchas otras oportunidades para la comunión fraterna en
el ministerio”.
Pasó el tiempo y Molisa continuaba sin una relación afectiva.
Esto le afectaba. Intentó una experiencia, pero sucesos inesperados debilitaron
la resistencia emocional de esta mujer. “Mi madre falleció por un cáncer de
mama y el hombre con quien estuve por más de un año, quería irse del país. Se
reducían mis posibilidades de verlo. Mi hijo en ese momento trabajaba en otro estado,
y aunque llegó al funeral de mi madre, se tuvo que devolver. El estrés me
ahogaba. Una semana después de todo lo sucedido recibí un correo electrónico,
conciso, de mi novio, despidiéndose porque «había encontrado a alguien nuevo».
A esta crisis se sumaron hechos que me indicaban podrían perder mi trabajo.
¿Podría tener éxito buscando un nuevo empleo si ya tenía 53 años?”.
Entonces explotó la depresión. Para apagar el incendio inicial
fue a tres sesiones de terapia que le ayudaron en algo, pero la angustia como
olas iba y venía. Tampoco ayudaban en mucho los fármacos. En el otoño de 2005
pensó en la muerte como opción para evadir su angustia. “Tenía muchos problemas
financieros y pensamientos extraños, no definibles, poblaban mi mente. Como
científica de la computación, intentaba pensar de forma racional, pero la
depresión penetró con fuerza. Empecé a hablar abiertamente del suicidio dentro
de mi grupo de estudio bíblico. Por supuesto, ellos estaban muy preocupados. En
varias ocasiones oraron por mí, rodeándome e imponiéndome las manos”.
“No tengan miedo”
Con el fantasma del suicidio rondando Molisa tuvo un instante en
que tocó algo distinto cuando las noticias mostraban la tristeza del mundo que
lloraba la muerte del Papa Juan Pablo II. La televisión transmitía un telefilme
sobre la vida del próximo santo llamado "No tengan miedo" (Have no
fear, del director Jeff Bleckner). "Viendo esta película, tuve una extraña
sensación de paz, algo que llevaba tiempo ausente de mi vida. No fue por
ninguna discusión teológica ni nada similar, de hecho no recuerdo qué me daba
paz de esa película. Y me pregunté si algo o alguien en la Iglesia Católica
podría ayudarme".
Sentía como mariposas en el estómago, dice Molisa, cuando le
pidió a la única persona católica que conocía si podían ir juntas a una
parroquia. La amiga la llevó a una Eucaristía. "Todo me confundía. Como
protestante, estaba acostumbrada a recibir un folleto nada más. Miraba a mi
alrededor y no veía que nadie consultase ningún texto durante el servicio. Me
parecía que todo el mundo se había memorizado el orden de eso que entendí eran
actos de adoración… ¡y nadie se acercaba para decirme lo que iba a pasar! El
culto además tenía muchos elementos, más que los del rito metodista:
levantarse, arrodillarse, inclinarse, sentarse, varios movimientos extraños con
las manos, recitando una liturgia para mí misteriosa”.
Intentó pasar desapercibida, pero fascinada, sin resistirse
comenzó a hacer los mismos gestos que hacía la asamblea. "Todos se
arrodillaban, y un muchachito tocaba una campanita, algo que me pareció muy
extraño, así que yo también lo hice".
El amoroso misterio se hizo presente
“Durante la plegaria eucarística –que entonces no sabía que de eso se trataba-, sentí como si
una mano gigante e invisible llegara a mi mente y quitase todos los
sentimientos y pensamientos malos que habían sido mis constantes compañeros
durante años. El cambio fue instantáneo y total. ¡Quedé aturdida!".
La Eucaristía le mostraba a Molisa el centro de su amoroso
misterio y así ella la descubría como el mejor remedio para enfrentar sus
dolores del alma... “Decidí volver el otro domingo para recibir de la misma
dosis. Seguía sin entender el culto, pero cuando me arrodillé y sonaron las
campanas, sentí de nuevo la misma sanación que la semana anterior. Parece que
Dios quería que fuese a ese lugar todos los domingos. Pasaron los meses y
comprendí que Dios me quería en la Iglesia católica".
Molisa Derk inició su catequesis en 2006 y fue recibida como
católica en la vigilia de Pascua de 2007. Ella dice que su mejor gesto de fe
con sus ex compañeros de iglesia es “rezar para que los fieles protestantes y
católicos encuentren una manera de estar más cerca en el espíritu”. Hoy sigue
ejerciendo como docente en la Universidad Estatal de Dickinson, donde enseña
ciencias de la computación y participa en el coro de la parroquia San Patricio
de la misma ciudad".
Autora: Molisa Derk.
Título original: "Buscó el suicidio, pero en una eucaristía volvió a la vida… Era Metodista"
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