“Hay distintos tipos de depresión:
leve, moderada y severa”, comentó el el psiquiatra Roger Montenegro, miembro
del consejo de dirección de la Fundación Mundial para la Salud Mental (WFMH,
por sus siglas en inglés). a la BBC
“La moderada y la severa, que solía ser
llamada clásicamente como melancolía, son las medicadas. A su vez hay depresión
severa con o sin síntomas psicóticos”, agregó.
Montenegro, quien también preside la
Fundación Contener Argentina (para la defensa de los derechos de las personas
que sufren trastornos mentales), indicó que la depresión también suele ir
acompañada de otros males. “Hay una frecuente comorbilidad (presencia de uno o
más trastornos), una coexistencia vinculada a otras enfermedades físicas o
mentales”.
Igualmente es usual la relación entre
el abuso de sustancias y las enfermedades mentales. “El alcohol y las drogas
hacen más vivible la enfermedad, pero no sacan al enfermo de la depresión, sino
que terminan acentuando la sensación de culpa o de no tener futuro”.
“Lo mismo ocurre con pacientes de
esquizofrenia que pretenden aliviar sus síntomas con el consumo de sustancias”.
Ya en sus formas más profundas la
depresión puede ir unida a otros síntomas que pueden desencandenar en intentos
de quitarse la vida.
En ese sentido, los expertos indican
que el suicidio raramente es provocado por un solo factor y que situaciones
como problemas económicos o de malas relaciones personales contribuyen a
incrementar el sentimiento de desesperanza.
“La incidencia de suicidios es mayor
cuando la depresión no es tratada”, subrayó Montenegro apuntando que la persona
suele dejar pistas y, en el 70% de los casos, informa algunos días antes sus
intenciones.
Mientras tanto, el estigma y la
discriminación siguen siendo muy comunes cuando se habla de la depresión y
otros trastornos mentales.
Y mitos como asumir que la persona
enferma tiene una “debilidad personal” aún persisten. Sin embargo, Montenegro
comentó que, en general, “ahora se recurre más a pedir ayuda”. “Antes se tendía
más a somatizar los trastornos mentales”, apuntó señalando que en el
tratamiento debe “prevalecer la concepción humanística, ponerse en el pellejo
del paciente que padece la enfermedad”.
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