Después de estar sumergido en una
profunda depresión e intentar quitarse la vida, su vida cambió cuando el
psiquiatra le dijo que tenía que rezar.
Tremenda historia de un policía que al caer en
una profunda depresión, intentó suicidarse, pero la fuerza del Señor le ayudó a
salir adelante, y ahora forma parte del grupo de la Renovación Carismática.
«Yo era una persona que mi
religiosidad se encontraba bajo mínimos, algunas veces me había preguntado
¿pero, en que creo yo ya? Mis entradas en la Iglesia eran por mero
cumplimiento.
Hace aproximadamente tres años
sufrí una fuerte depresión e intenté quitarme la vida dándome un tiro en el
corazón (soy policía nacional). La bala tuvo entrada por la parte superior
izquierda del pecho y salida por la espalda pero con tal limpieza que no me
dejó secuelas físicas ningunas, pero sí psíquicas. Mi mujer y mis hijos
trataban de ayudarme pero yo no terminaba de estar bien. Visité varios
psicólogos y psiquiatras, salía aparentemente bien de las consultas, pero la
verdad es que no estaba bien.
»En una de mis visitas al
psiquiatra me dijo: "El tratamiento que tienes puesto es correcto, sigue
con el y reza". Yo salí muy confundido e incluso irritado de la consulta,
pues había pagado una consulta para que me dijera que rezara. Camino de casa le
dije a mi mujer -si yo no me acuerdo de rezar, ya que había comprobado que
cuando me ponía a rezar me pasaba de una oración a otra y las mezclaba.
»Un tiempo después tuve que ir a
mi trabajo a llevar unos informes y al pasar por la Basílica de la Virgen de
las Angustias, entré, me postré pidiéndole que me sanara pues yo no estaba
bien. Al salir del templo después de unos momentos de oración se dirigió a mi
una señora y sin mediar palabra me dio una estampa con una oración que se
titula "tengo sed". Me la dio solo a mi y aunque en otra ocasión se
hubiera olvidado en mi bolsillo, esta vez la leí detenidamente y poco a poco me
sentí reflejado en la lectura de tal forma que me fue envolviendo una alegría
interior y me fue seduciendo. Al llegar a casa se lo comenté a mi mujer, se la
leí y desde ese día me agarré a esa lectura que termina con la palabra
¡¡¡empieza!!!.
»Comencé por acompañar a mi mujer
a la Eucaristía, al principio casi con vergüenza y sin entender nada, las
lecturas me sonaban a chino, pero yo tenía que darle su tiempo a esa
"medicina" y sobre todo insistir y llevar bien el tratamiento, nada
de dejar pasar tomas y llevar el tratamiento a mi manera. Empecé a pedirle a
Jesús (y le pido todavía hoy) que quiero ser un cristiano auténtico, sin
cumplimientos ni fingimientos. Nos fuimos acercando mi mujer y yo (aunque tengo
que decir que ella nunca estuvo retirada de Dios) a grupos donde nos pudiéramos
ir llenando de él. Me compré una Biblia que al principio tenía en casa un poco
escondida y de "tapadillo", hoy está encima de la mesa disputando
puesto con el mando de la tele.
»Me fui acercando cada vez más a
la Palabra (siempre con mi mujer), la mayor parte de las veces sin entender
nada pero insistiendo en todo lo que me podía llenar de Jesús. Hemos hecho dos
cursos en la Escuela de Evangelización de Granada, el taller de Oración y Vida
del Padre Ignacio Larrañaga y poco a poco lo que estaba viviendo me estaba
atrapando de tal forma que donde me enteraba que "llovía Agua Viva"
allí estábamos nosotros para empaparnos y que nos calara hasta los huesos. Así
el Señor puso en nuestro camino a dos parejas que veíamos y que estaban muy
llenas de Dios, un día les pregunté que dónde iban ellos a vivir la Fe y nos
hablaron de la Renovación Carismática, del grupo "Kairós" donde ellos
participan de la Oración.
»Desde hace dos años
aproximadamente estoy en el grupo y cada tarde del lunes mi corazón y mi alma
salen rebosantes de alegría, de una alegría nueva, que perdura, que llena, me
ha cambiado la vida, veo que se cumple lo que en alguna ocasión hemos cantado
"ha cambiado mi lamento en baile" . Cuando surgen los problemas los
veo de otra manera, siento un gozo nuevo, desconocido. La alabanza surge en mi
boca desde la mañana hasta la noche, ya todo trato de hacerlo desde la
perspectiva de Jesús, pues se ha convertido en el Centro, en la Meta, en el Fin
de mi vida.
»La oración (tanto comunitaria
como personal) es un disfrute. En una palabra, mi vida está toda llena de Jesús
desde la mañana a la noche y le pido que sea así hasta el fin de mis días».
Que fuerte y hermoso testimonio; para el Señor no hay imposibles.
ResponderEliminarSaludos.