jueves, 5 de julio de 2012

En estas vacaciones ¡cómo ser para y con los demás!





“El cristiano tiene que ser un hombre para los demás, siendo un hombre con los demás” (José Mª Cabodevilla, Discurso del Padrenuestro)

Este tiempo de vacaciones, en este verano, cuántas veces nos veremos tentados a dejar de pensar en los otros, y centrarnos en nosotros mismos. Con eso de que las vacaciones son para descansar, todo se direccionará hacia nuestra propia persona.

“Descanso bien merecido” y “ser un hombre para los demás”, ¿hay contradicción entre estas dos ideas? ¡No, para nada! Tomarse unos días o unos momentos al día de descanso, alejarse de toda persona, tomar unos ratos a solas, dedicarse a una actividad que nos guste, divierta y entretenga, nada de esto significa “no pensar en los demás”.

El hedonismo, búsqueda de satisfacción física inmediata, el materialismo, el egocentrismo, atizado todo esto por los medios masivos de comunicación, todo junto hace que el ser humano pierda la brújula correcta de su plenitud y se encamine hacia un vacío existencial, en donde Dios es el gran ausente. Vida plena se mide en cuanto nos damos a los demás, en cuanto pensamos en relación a todos los que nos rodean y para gloria del Señor. El Evangelio del óbolo de la viuda (Lc 21, 2-4) da un claro ejemplo de esto: “Jesús vio también que una viuda echaba unos céntimos y dijo: Os aseguro que esta pobre viuda ha echado más que todos los demás, porque esos otros han echado de lo que les sobra, pero ella ha echado de su pobreza todo lo que tenía para vivir”. ¿Por qué esta viuda se desprende de lo básico? Porque para ella es más importante el uso de su escasísimo dinero en la búsqueda de la salvación eterna.

Al decir que el cristiano tiene que ser un hombre para los demás, significa poner la intención de todo lo que él hace para el bien de los que le rodean, de sus seres queridos, de las personas que están bajo su responsabilidad, de los que solicitan sus servicios en sus trabajos, etc. Si nos tomamos un descanso para luego poner buena cara y dar lo mejor de nosotros mismos, eso es “ser para los demás”.

Ahora bien, la segunda parte del título de este artículo, “…siendo un hombre con los demás” es todavía más difícil. Porque esto implica solidarizarse con quien nos necesita, es buscar comprenderlos, es acercarse a sus necesidades y es amarlos como son.

Ahora que nos vamos algunos a la playa, otros a la montaña, otros que nos quedamos en la ciudad, es un excelente momento para aplicar esto que Dios nos pide: pensar en los demás y de alguna manera, estar con ellos.

Y ¿cómo podemos “ser personas con los demás”? Haciendo oración especial por los que menos tienen, por los que sufren, por los que no podrán tener ni un minuto de descanso, ya sea por una enfermedad, por un problema sin resolver, por cualquier causa. Estas personas sentirán que todos nosotros estamos “con ellos” por los frutos de nuestras oraciones a favor de ellos.

                                                                 Pilar Bacha de Camargo

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