domingo, 19 de septiembre de 2010

Un santo con depresión



La depresión de Francisco

(1221-1223). Francisco no está en sus mejores momentos. Su estado de ánimos en la primavera de 1222 es alarmante. Las enfermedades y los problemas internos de la Orden lo han sumido en una profunda crisis. Además, desde que renunció al gobierno de los frailes, al no querer imponer nada por la fuerza, ha escogido el camino del ejemplo, llevado a veces, a extremos dramáticos. En esta amarga etapa de su vida, cada gesto, cada palabra suya, nos revelan a un hombre triste, sombrío y taciturno, amargado e incluso colérico, con todos los síntomas típicos de una profunda y dolorosa depresión. Su primer biógrafo la llama "una grave tentación espiritual" que le duró más de dos años, es decir, el periodo entre 1221 y 1223, cuando, fuertemente turbado física y psíquicamente, incapaz de mostrarse ante los demás con su sonrisa habitual, huye de su compañía y se encierra en su celda, o se interna en el bosque de la Porciúncula. Allí, en la soledad, se entregaba a la oración y a una áspera mortificación, desahogando su pena en un mar de lágrimas.

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