Como vimos en los párrafos anteriores las técnicas de
terapia cognitiva conductual estándares no bastaron para ayudar a s conductas
suicidas y con conductas crónicas de auto daño en el contexto del Desorden de
Personalidad Límite (DPL).
El problema no reside en que las técnicas hayan sido
ineficaces sino que como intervenciones aisladas causaron malestar en los
consultantes, que sintieron la insistencia en el cambio como invalidante. Era
como si el terapeuta le hubiera dicho a alguien con quemaduras graves en los
pies “solo sigue caminando y tus pies se fortalecerán, intenta no pensar en el
dolor”. Cada paso que el consultante daba era penoso, se sentía deprimido y no
tenía experiencia en mantener su mente apartada del dolor.
Linehan y su grupo de investigación descubrieron que cuando
el terapeuta otorga igual importancia a validación que al cambio las personas
se muestran más colaboradoras y menos propensas a abandonar el tratamiento.
Entonces, ¿qué es la validación? La palabra posee muchos
significados. Una de las cosas que no significa es que uno esté necesariamente
de acuerdo. Un terapeuta, por ejemplo, puede entender que un abuse del alcohol
para superar su ansiedad social y aún así saber que cuando él está ebrio toma
decisiones impulsivas que pueden llevarlo a autodañarse. El terapeuta podría
validar que: a) su conducta tiene sentido en tanto ha sido el único método que
siempre dispuso para calmar su ansiedad; b) que sus padres siempre se
embriagaron en fiestas; y c) que a veces cuando ella o él está ebria y hace
algo impulsivo, la conducta impulsiva puede ser “divertida”.
En este caso el terapeuta puede validar que el abuso de
sustancias tiene sentido dada su historia y desde su punto de vista. Pero el
terapeuta no tiene por qué estar de acuerdo con que el consumo abusivo de
alcohol es la mejor manera de solucionar la ansiedad del paciente.
En TDC hay distintos niveles y tipos de validación. El nivel
más básico es estar atento a la otra persona. Esto significa mantener respeto
por lo que ella dice, siente y hace.
Otros niveles de validación implican ayudar a recuperar
confianza afirmando que su conducta tiene perfecto sentido (ej: por supuesto
que estas enojada o enojado con el dueño del negocio porque intentó cobrarte de
más y luego mentir al respecto), tratándola como una semejante (ej: en
oposición a tratar al consultante como un paciente débil mental).
En TDC, del mismo modo en que los consultantes son
entrenados en el uso de estrategias cognitivas conductuales, también son
educados y motivados a usar la validación.
Tanto en el tratamiento como en la vida, es importante saber
qué cosas podemos cambiar de nosotros y que cosas debemos aceptar (ya sea a
largo o corto plazo). Por esta razón, las habilidades de aceptación y
validación se han incluido en los módulos de habilidades.
Hay cuatro módulos de habilidades en total, – dos enfatizan
en el cambio y dos en la aceptación - . Por ejemplo es extremadamente
importante que los consultantes que se auto dañan aprendan a aceptar la
experiencia de dolor en lugar de recurrir a las conductas destructivas para
solucionar sus problemas. De modo que si se cortan, tienen atracones y se
purgan, abusan de alcohol y drogas, disocian, etc., deben aprender a
simplemente "estar en" la realidad, por más doloroso que pueda ser en
determinado momento, de modo que aprendan que "pueden soportarlo".
TDC enseña un conjunto habilidades para que los consultantes puedan aprender a
permanecer en calma en lugar de huir.
TDC además enseña cómo trabajar para comprender por qué sus
vidas son tan difíciles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios son bienvenidos, este es un espacio de escucha y oración.