Todo se alza y me puede, me
avasalla y me tienta,
este Mundo y la Carne y el Ángel
sublevado,
cuyas olas y embates, cuyas
fingida gracia
me abisma, Señor mío, me sacude
y trastorna.
¿Qué nave, qué socorro, qué
oídos insensibles,
sin riesgo, sin caída,sin que
sufra yo hechizos,
me darás Tú? Tu Templo que es
todo Santidad,
y tu mano invencible y tu voz
tan constante.
Y aun así yo percibo que luchan
a menudo
en contra de tu Templo, de tu
mano y tu voz
el Ángel sublevado, y la Carne y
el Mundo.
Sin embargo tu Templo, tu mano,
tu voz, son
nave, socorro, oído con que
vencer trastornos,
con que parar embates, con que
frenar la ola.
Autor: Jean de Sponde.
Título original: Sonetos de la
muerte. XII
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