Con motivo de la reunión de la Sección de Urgencias
de la Asociación Europea de Psiquiatras se ha abordado el suicidio en
la urgencia. Desde hace una década está establecido un protocolo de
actuación de los psiquiatras en la urgencia, medida
que sin embargo, no ha sido estandarizada hasta fechas más recientes
con totales garantías. Según Imanol Querejeta, jefe del Servicio de
Psiquiatría del Hospital Guipúzcoa y profesor asociado de la Universidad
del País Vasco, "es necesario hacer una valoración
exhaustiva de las alertas de riesgo de suicido que se detectan en los
servicios de urgencia".
Dicha medición se sustenta en dos fases. En la
primera es preciso realizar una valoración de la tentativa de suicidio,
cuál ha sido su gravedad, cuándo, cómo y qué ha desencadenado ese
impulso suicida; la información se recaba, siempre
que sea posible, a través del propio paciente, aunque también pueden
extraerse datos de interés de los parientes y acompañantes de la persona
afectada.
En una segunda fase, el especialista ha abogado por
una valoración psiquiátrica del paciente: comprobar si tiene alguna
enfermedad mental y con qué recursos personales cuenta para hacer frente
a la situación que ha desencadenado el intento
de suicidio. Ha de hacerse una aproximación adecuada a este entorno del
paciente y procurar medir dónde se ha producido el fallo de
comportamiento para tratar de poner remedio.
Querejeta entiende el suicidio como una forma de
comportamiento y cree que hay que acabar con el mito de que una persona
que repite las tentativas de suicidio y no lo consuma sólo quiere llamar
la atención.
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