viernes, 29 de noviembre de 2013

Los actos suicidas pueden generar un efecto de imitación

 
Miguel Gutiérrez: Los actos suicidas pueden generar un efecto de imitación en otras personas por lo que es necesario estar atentos para tratar de neutralizar esa eventualidad.

El suicidio de Amaia Egaña, de 53 años, cuando iba a ser desahuciada ha puesto el foco en las devastadoras consecuencias que la crisis económica está teniendo en la salud mental de sus víctimas. El psiquiatra Miguel Gutiérrez, Presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, no es muy optimista y cree que casos como este van a ser más frecuentes de lo habitual, ya que «las previsiones económicas son muy malas».

Catedrático de la UPV/EHU y actual jefe del servicio psiquiátrico del hospital vitoriano de Santiago Apóstol, Gutiérrez acaba de ser nombrado presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, en un momento de claro repunte de las consultas de salud mental por casos de depresión y ansiedad. «La sociedad está desesperanzada y eso plantea problemas muy serios, tanto individuales como colectivos», sostiene.

Sobre las señales pueden identificarse en una persona que está planeando su suicidio, este experto comenta que no es fácil prevenir un suicidio. Las ideas suicidas pueden sobrevenir en segundos, minutos, días u horas y hacer imposible que pueda prevenirse. A veces estos cambios son impredecibles; por eso precisamente de la idea al suicidio hay un trecho. Además, aunque la mayoría de las veces ocurre en personas deprimidas visiblemente, en otras ocasiones la depresión es encubierta y solo un especialista puede detectar el riesgo.

La intervención de un especialista podría haber evitado esta nueva muerte ya que el número de pacientes con ideas y tentativas suicidas es muy numeroso. Existen diez tentativas por cada caso de suicidio consumado.

Los suicidios en España están en una tasa baja respecto a otros países europeos (7,5 por cada 100.000 habitantes), pero es probable que aumente. Las previsiones económicas no son nada buenas. También es previsible que haya más problemas psiquiátricos derivados de problemas adaptativos, del fracaso de las personas a adaptarse a la nueva situación.

El suicidio es la máxima expresión del desánimo, de la falta de esperanza. La sociedad busca referencias en forma de personas, de planes y de líderes que sepan salir de esta situación y no los encuentran. Entonces, la sociedad se siente cada vez más desamparada, más desorientada y más desesperanzada y eso en buena lógica plantea problemas muy serios, individuales y colectivos. Las personas que están en paro o van a perder su casa viven en una cierta indefensión social; su esperanza de futuro desaparece y el suicidio es la respuesta depresiva a esa situación.

En cuanto a los tratamientos, Gutiérrez apunta que los tratamientos farmacológicos ayudan y las psicoterapias también. Pero, claro, los medicamentos no quitan problemas ni evitan desahucios, ni proporcionan trabajos. Cuando hay crisis sociales también los remedios deben ser sociales: ayudas, mejora en la formación de los parados para que se cualifiquen más y puedan encontrar un empleo... medidas sociales que poco tienen que ver con la medicina.


http://www.psiquiatria.com/noticias/psiq_general_y_otras_areas/urgencias_psiq/suicidio/58203/

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