Sólo alrededor del 40% de los pacientes con
depresión aciertan con la terapia al primer intento, según explica Helen
Mayberg, profesora de Psiquiatría, Neurología y Radiología y la Emory
University School of Medicine (Atlanta, EEUU), cuyo
equipo ha desarrollado una nueva técnica para intentar predecir
correctamente cuál será la terapia óptima en cada caso.
Según sus datos, que aparecen en la revista 'JAMA
Psychiatry', la tomografía por emisión de positrones (PET) es útil para
determinar qué pacientes responden mejor a la terapia psicológica y
cuáles, en cambio, podrían beneficiarse en mayor
medida de los antidepresivos.
"Elegir un tratamiento inicial inadecuado implica
costes significativos a nivel individual y social debido al estrés
continuado, el riesgo de suicidio, la pérdida de productividad y los
recursos perdidos por perder dos o tres meses con
una terapia inefectiva", señalan los investigadores en la revista
médica. "Por tanto, encontrar un marcador biológico que guíe la
selección del tratamiento para la depresión podría tener un importante
impacto tanto económico como para la salud", subrayan.
La prueba de imagen es útil, continúan los
científicos, ya que permite comprobar determinados patrones de actividad
cerebral que se asocian a la efectividad de un determinado tratamiento.
Partiendo de la hipótesis de que someter a
pacientes con depresión a un PET podría ser muy esclarecedor, el equipo
de Mayberg realizó la prueba a 63 pacientes con depresión a los que aún
no se les había indicado ningún tratamiento.
El PET hace posible evaluar la actividad cerebral
ya que mide cómo se metaboliza en este órgano la glucosa, un componente
fundamental cuando cualquier parte del organismo se pone 'en marcha'.
Después de pasar la prueba, los pacientes fueron
divididos para recibir o bien un tratamiento de 12 semanas con un
conocido fármaco antidepresivo o bien varias sesiones de psicoterapia de
tipo cognitivo-conductual.
Al finalizar el régimen indicado, los
investigadores compararon el circuito cerebral de los que consiguieron
superar el problema con los de quienes seguían deprimidos. Y vieron que
un área de su cerebro parecía clave para determinar el
éxito de la terapia.
Según sus datos, aquellos que presentaban una
actividad baja en la corteza insular anterior presentaban mejores
resultados si habían recibido psicoterapia en lugar de medicación. En
cambio, los que habían tenido una actividad alta en esa
zona del cerebro se beneficiaban mucho más de los fármacos que de las
sesiones con el psiquiatra.
Según los investigadores, estos resultados cuadran
perfectamente con estudios previos que ya habían relacionado esta zona
con la regulación de los estados de ánimo o con la toma de decisiones,
entre otras funciones. "Esta técnica podría
servir como un biomarcador que guíe la selección del tratamiento",
indican en el texto.
Sin embargo, también subrayan que, antes de sacar
conclusiones definitivas, es necesario replicar y validar sus resultados
en un estudio en los que los pacientes sean tratados en función de la
'predicción' del PET.
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