domingo, 23 de septiembre de 2012

Dios malgastado



       ¿Cómo es posible, oh Dios, que cada día
    yo levante tu Sangre entre mis manos
    y que mis labios sigan siendo humanos
    y que mi sangre siga siendo mía?

       Treinta años sacerdote, y todavía
    nada sé de tu amor, y he vuelto vanos
    tus doce mil prodigios soberanos
    y doce mil millones perdería.

      ¡No vengas más! ¡Refúgiate en tu cielo
    o búscate otras manos más amigas!
    ¡Yo soy capaz de congelar tu fragua!

        Me das amor y te lo torno hielo.
    Siembras tu Carne, y te produzco ortigas.
    Viertes tu sangre, y la convierto en agua.

    José Luis Martín Descalzo

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