Por el dolor creyente que brota del pecado.
Por haberte querido de todo corazón.
Por haberte, Dios mío, tantas veces negado;
tantas veces pedido, de rodillas, perdón.
Por haberte perdido; por haberte encontrado.
Porque es como un desierto nevado mi oración.
¡Porque es como la hiedra sobre el árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión!
Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies;
¡porque es como la rama donde la savia nace,
mi corazón, Dios mío, sueña que Tú lo ves!
Leopoldo Panero
Los pensamientos a veces son como la hiedra que nos enreda y no libera , aquello que deseamos.
ResponderEliminarBesitosss
Precioso poema!!!
ResponderEliminarMil bendiciones.