martes, 30 de septiembre de 2008

Un mes con Eva (30)

Quizás entonces tenga sentido esta evocación tuya, y rezar por ti, como quien sopla sobre ascuas y aviva el fuego que ha quemar la escoria para descubrir el cimiento que Cristo echó en ti por el bautismo. ¡Qué contentos estaban tus padres aquel día de tu bautismo! ¡Qué alegría, en el cielo!.


Ya acabo esta carta que ha durado un mes; te debía una explicación Eva. No sé si te he ayudado ahora lo que no supe ayudarte entonces. También se la debía a los lectores de este blog, que tal vez se pregunten por las motivaciones que su existencia. A ellos pido para ti y para mí una oración para que “La gracia de nuestra dádiva llegue a todo viviente, y ni siquiera a los muertos les rehusemos nuestra gracia”. Eclesiástico 7, 33

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