La vivencia de Fredy comienza en Puerto Berrío, un pueblo de Colombia donde vivía una jovencita de 18 años, Eva M. Ella era una joven rebelde que cansada de la monótona vida del lugar decide viajar a la Ciudad de Medellín en busca de un mejor futuro y de un amor que llenase ese vacío y soledad que sentía en su vida.
Cargada de muchos sueños e ilusiones la joven parte a la gran ciudad, donde gracias a sus encantos es pretendida por Israel L., un hombre pudiente y gran empresario con quien se vincula sentimentalmente, sin advertir que era un hombre casado. Como fruto de esta relación Eva queda al poco tiempo en embarazo y todos sus ideales parecen venirse al piso cuando Israel al conocer su estado le propone abortar a su hijo. Ella muy triste por la actitud del padre y a la vez feliz por esta bendición que representaba este retoño en su solitaria vida, se niega a las pretensiones de su compañero y decide educar y sacar adelante a su hijo sin el apoyo y el amor del padre.
Desde el momento en que Eva toma la decisión de tener a su bebe el mundo parecía venírsele encima. Estaba sola, su compañero le había dado la espalda, sin dinero, sin trabajo y enfrentando en un total abandono y desprecio esta nueva etapa de Madre.
Un 21 de Diciembre de 1951 nació Fredy en Medellín en un hospital de caridad y enseguida El y su madre sintieron el rechazo de una sociedad que los señalaba, a ella como madre soltera y a Fredy como hijo natural. La única opción para Eva fue devolverse a su pueblo natal donde el único trabajo que consiguió fue en una casa de citas de su pueblo: “La casa de Raquel”.
Allí ambos llevaron una vida de muchas dificultades y privaciones materiales y afectivas. En este medio de prostitución creció Fredy con una rebeldía y resentimiento ante el rechazo por su condición. A medida que fue creciendo el niño, su madre fue consciente de que él no crecía en un ambiente adecuado; razón por la cual decidió dejar su oficio como damisela de la noche e iniciar sus clases de modistería, motivada por el Sacerdote y una maestra del pueblo.
Fue en una pequeña recamara rentada donde ejerció su nuevo oficio de modista que Eva confiará su hijo en sus oraciones a la Madre del cielo y le obsequió a su pequeño una imagen de la Santísima Virgen bajo la advocación de la Virgen del Carmen, la cual ubicaría por encima de la camita del menor.
Así transcurrió la vida para Fredy hasta la edad de doce años cuando sus aventuras en la calle lo iniciaron prontamente en los vicios del cigarrillo, la marihuana y la pornografía la cual destruyó su vida al dejar en el una enfermedad y una marcada fijación por el sexo.
Eva consiente de la situación de su hijo decide llevarlo a la ciudad de Medellín y presentarlo a su padre con la esperanza de sacarlo de este infierno y darle una mejor educación. La vida de Fredy en la ciudad dio entonces un giro de 180 grados; pasó de un día para otro de vivir en un pueblito al que ni siquiera había llegado la energía eléctrica a vivir en un prestigioso barrio de Medellín al lado de Amparo, una de las “amigas” de su padre de quien se gano pronto el cariño.
La ciudad trajo para Fredy nuevas experiencias y mayor posibilidad de dar rienda suelta a todas esas aventuras juveniles y también lo inducía a continuar su vida de vicios. Pero conoció a María Cecilia, la que hoy en día es su esposa: una niña de ciudad, educada, culta, bonita y proveniente de una muy importante familia con grandes valores cristianos.
Entre ellos surgió un amor muy bonito que por las andanzas de Fredy y la mala fama de su Padre no fue muy bien visto por la familia de la joven. Ambos decidieron continuar en secreto su romance y cuando los padres de la adolescente se dieron cuenta de su relación clandestina prefirieron sacarla de Medellín.
Fredy siente en su vida nuevamente el rechazo y un gran resentimiento que lo llevo a creer que consiguiendo dinero fácil, seria aceptado por los padres de su niñita.
Ante la tristeza de la pérdida de su querida novia Fredy continúo sus andanzas en medio del alcohol, la calle, el vicio y los negocios de su padre que le facilitaron la oportunidad para incursionar en el mundo del narcotráfico y el contrabando.
Unos años después la bella niña hecha ya una mujer volvió a Medellín y resurgió de nuevo la relación clandestina. Fredy ante el miedo de perderla de nuevo vio como única solución el tener un hijo con ella.
Se casaron cuando la joven salió en embarazo y pocos meses después nació Pablo, un lindo bebe que fue el orgullo de todos. Sin embargo, la vida que llevaba no le permitió ser un padre ejemplar para este niño ni un buen esposo para María Cecilia. A los ocho meses de nacido su hijo, Fredy cae por primera vez en la cárcel.
Fue una experiencia muy dura para María Cecilia y para el niño, quienes crecieron sin el apoyo paternal. Nuevamente a los 18 años de Pablo Fredy cae en la cárcel por extorsión, permanece allí por años rodeado por los perores delincuentes. Para su esposa y su hijo fue un golpe devastador y la circunstancia que creían los separaría definitivamente.
Durante su estadía en la cárcel Fredy había tomado la determinación de acabar con su vida. Decidió que Una vez estuviera fuera al igual que un conocido suyo se mataría fumando droga. Es puesto finalmente en libertad y sale decidido a ejecutar su plan suicida. Se encierra en una habitación de la casa que años atrás había regalado a su madre, sella fuertemente las puertas y ventanas y comienza a consumir y a sumergirse poco a poco en lo que el mismo llama un infierno rodeado por el vicio y la pornografía. Consumía licor, droga, y cigarrillos día y noche; esperando que la muerte llegara en cualquier momento.
Pasaron algunos meses y en sus pocos momentos de lucidez lo único que recuerda es la intensa oración de su madre quien rezaba día y noche el santo Rosario, para que su hijo no acabara con su vida en esa forma tan indigna y decidiera salir de la habitación y recuperarse.
Durante este tiempo cayó en un estado de indigencia total y llego incluso a perder varias piezas dentales. Una noche en el techo sintió un brillo y de esa luz salió una dulce voz. La santísima virgen le decía que abriera la puerta porque él no moriría en ese lugar. Fredy desconcertado trataba de adivinar de donde venia esa voz. Lo único que logro reconocer fue el cuadro de la Virgen del Carmen que su madre le había obsequiado años atrás. La Santísima Virgen le pidió que llamara a Eva y le dijera que en ese día de la Madre el regalo para ella era la conversión de su hijo.
Fredy sale de su encierro e inicia entonces un proceso de desintoxicación de su cuerpo y sanación de su alma en varias instituciones. Durante este periodo Fredy teme una recaída ante la tristeza por la pérdida de Eva, quien antes de morir le entrega un rosario presintiendo que seria la Santísima virgen la mediadora para alcanzar por la Misericordia del Señor su curación definitiva y la restauración de su vida y de su hogar.
Años después llega a la Comunidad católica de Laicos, Foyer de Charité en Colombia y con la ayuda espiritual del Padre Fernando Umaña comienza el milagro de su conversión definitiva. El Señor en su infinita misericordia restituye no solo la vida de Fredy, sino su hogar. Jesús sana los corazones de su esposa y de su hijo y ambos como matrimonio renovando su votos se entregan a la vida comunitaria de este ministerio donde actualmente comparten en diferentes retiros esta vivencia de infierno, pero tan bien la experiencia salvífica de su hogar por intercesión de la santísima Virgen María, bajo la gracia de la Infinita Misericordia de Dios. +Una bella lección sobre el amor, el perdón y la Misericordia.
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