lunes, 5 de junio de 2017

Mireille: "si no me suicidé, fue porque mi abuela me habló de Dios"


«Nací en una familia en la que había mucha violencia. Mi padre bebía y a menudo golpeaba a mi madre. Nos alejaba de todo lo que representaba a Dios. «¡Dios no existe!», nos decía. Hoy sé que si no me suicidé, fue porque un día, a escondidas de mi padre, mi abuela me habló de Dios.
A los doce años no podía soportar más esta vida. Pero cada vez que pensaba en el suicidio, pensaba también en Dios, a quien amaba sin conocerlo, porque yo me decía a mí misma: «Si mi padre no lo ama, seguramente Dios debe ser alguien bueno».

Me casé a los diecinueve años. Pero el conflicto no tardó en llegar, peleaba continuamente con mi esposo. Tuvimos un bebé, y pensé que con un hijo todo cambiaría, que me iría mejor en mi vida, pero cada vez era peor. Había caído en la depresión... Pensaba en Dios, pero no me atrevía a orar ni a pedirle ayuda.

Un día mis hermanas vinieron a visitarme con unos amigos. Uno de ellos, un joven, volvió al día siguiente y me preguntó para qué estaban todos estos medicamentos en la mesa. Le dije que yo estaba sufriendo una fuerte depresión. Entonces empezó a hablarme de Jesús, de Dios y de su amor por mí. Durante sus visitas me mostró que Dios pensaba en mí, que se ocupaba de mí. ¡Yo me sentía inútil, sentía que no le importaba a nadie, pero Dios se interesaba en mí!».

«Compré una Biblia, y todos los días, a las cinco de la mañana, escuchaba una emisora cristiana. Entonces empecé a orar sola, y le pedí a Jesús que me emplease. Él me respondió enseguida. Sentí tan fuertemente la presencia de Dios en mi corazón, que me eché a llorar ante mi Dios. Él es tan grande, tan maravilloso y tan lleno de amor. La carga cayó de mis espaldas.

En ese momento no sabía que acababa de convertirme. ¡Cuando me levanté me sentí tan aliviada, tan feliz! A partir de entonces toda mi vida interior cambió. Conocí y sigo conociendo una felicidad que nunca antes había experimentado. Hace treinta años que tuve esta experiencia con Dios, y no me arrepiento ni un solo instante de haberla tenido.

Aunque tuve muchas dificultades, problemas, cada vez Dios estuvo ahí para ayudarme, sostenerme y consolarme. Doy gracias al Señor por todo lo que hizo por mí y por mi familia, por lo que hizo de mí y por lo que todavía hará».

Mireille

Lecturas: Números 15 - 1 Juan 5 - Salmo 78:56-65 - Proverbios 18:18-19

http://labuenasemilla.net/20160704
http://labuenasemilla.net/20160705

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios son bienvenidos, este es un espacio de escucha y oración.