A
solas con mi Dios nocturno, a veces
me
hundo en la noche, en el tranquilo reino.
Reposo
entonces, y lo oscuro brilla
en el
fondo del alma, junto al cielo.
Silencio
puro. Mi Señor reposa.
Quietud
solemne. Todo el fondo quieto.
Inmenso,
Dios descansa sobre el alma
que le
adora allá dentro.
Siga
el reposo hasta que venga el día.
Con
paz honda a tu lado, inmóvil, velo
tu
celeste callar apaciguado
dentro
del alma, en silencio.
Oh
oscura noche grave, oh Dios nocturno
que
vas pasando por el alma lento
para
después amanecer con clara
luz,
con sonidos claros, claros vientos.
Pero
siga el reposo y la nocturna
luz de
la luna sobre el grave sueño.
Allá
en el fondo calla el hombre, y se alza
la
noche de los cielos.
Carlos
Bousoño
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