Wim Distelman, entusiasta de la eutanasia con muchas muertes
en su haber, es quien, se supone, ha de evitar eutanasias irregulares en
Bélgica... el lobo guarda a las ovejas
Robert Carle / The Public Discourse
16 septiembre 2015
Bélgica tiene la ley de eutanasia más permisiva del mundo:
una de cada veinte muertes es deliberada. El suicidio se está convirtiendo en
una obligación moral en una cultura que promociona la eutanasia como una salida
digna que ofrece alivio a los cuidadores.
El 17 de enero de 2015 la PBS emitió un escalofriante
documental sobre el suicidio asistido de una mujer belga de treinta y cuatro
años, sana, que sufría de depresión.
La filmación empieza con imágenes de Eva en pantalones de
chandal y camiseta, acariciando a su cariñoso Labrador mientras da la
bienvenida al dinámico Dr. Van Hoey. “Acabemos con esto”, dice Eva mientras se
sienta en su patio. “Estoy deseando descansar”. Eva se despide de su hermano y
cuñada, que no quieren presenciar su muerte.
Se tumba en el sofá de su salón y se levanta la manga para
recibir las inyecciones. La primera inyección del Dr. Van Hoey le induce el
sueño. La segunda la mata.
Matar es "íntimo y hermoso"... y te acostumbras
“El vínculo entre el paciente y el médico se vuelve tan
fuerte que cuando llega el momento de la eutanasia es muy duro”, dice Van Hoey.
“Es tan personal, íntimo y hermoso…”.
Pero Van Hoey dice también que ha administrado más de cien
dosis letales en los últimos doce años y que puede hablar con distancia: “Estoy
bastante acostumbrado a ello”, dice. Y añade: “Es parte de mi trabajo”.
En Bélgica, para poder solicitar la eutanasia una persona
debe sufrir una enfermedad física o mental aguda e “incurable”. Las encuestas
demuestran que en el país hay un amplio apoyo a la eutanasia y que el número de
casos ha aumentado ininterrumpidamente cada año desde que fue legalizada en
2003. En 2003 los casos de eutanasia
fueron 235; en 2013, 1.816.
Uno de cada veinte fallecimientos en Bélgica es por
eutanasia. En 2014, Bélgica se convirtió en el primer país del mundo en
legalizar la eutanasia para niños. Si actualmente pides recibir la eutanasia,
tres de cada cuatro solicitudes son aceptadas.
La mayoría de los pacientes que la reciben tiene cáncer
terminal; pero hay gente que también es "eutanasiada" por autismo,
anorexia, trastornos límites de la personalidad, síndrome de fatiga crónica y
depresión.
Matar a la madre sana sin avisar a los hijos
Tom Mortier, un profesor de química de la Universidad de
Lovaina, pasó a oponerse a la eutanasia tras el suicidio asistido de su madre
de sesenta y cuatro años.
En abril de 2012, Mortier se quedó traumatizado cuando el
Hospital Universitario de Bruselas le llamó para informarle de que su madre,
Godelieve De Troyer, había muerto por eutanasia el día anterior. El hospital
quería que retirara su cuerpo de la morgue. “Aún sigo intentado entender cómo
es posible que se practique la eutanasia en gente físicamente sana sin tan
siquiera contactar a los hijos”, dijo Mortier.
De Troyer sufrió una depresión tras el fracaso de una
relación amorosa y pidió al médico que no contactara a sus hijos. El psiquiatra
de De Troyer pensaba que su depresión podía tratarse y se negó a ayudarla a
morir, por lo que ella se fue de “eutanasia shopping,” buscando un psiquiatra
que quisiera autorizar el procedimiento. El Dr. Wim Distelmans, un oncólogo,
fue quien le administró la inyección letal.
Tras la muerte de su madre, Mortir denunció al Dr.
Distelmans ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. También publicó una
serie de artículos en los que exponía otros casos moralmente cuestionables en
los que estaba implicado el Dr. Distelmans.
Sentirse deprimido es causa suficiente para pedir y obtener
la eutanasia en Bélgica... despreciando el hecho de que los estadios de ánimo y
de salud cambian
Matar a dos gemelos porque se estaban quedando ciegos
En enero de 2013, el Dr. Distelmans "eutanasió" a
Marc y Eddy Verbessem, gemelos de cuarenta y cinco años, ambos sordos, que
vivían juntos en la ciudad de Putte, donde trabajaban como zapateros. Los
habitantes declararon que se podía ver a menudo a ambos hermanos hablando
animadamente en el lenguaje de los signos. Los gemelos no tenían ninguna
enfermedad terminal y tampoco sufrían físicamente, pero no podían soportar el
hecho de que se estaban quedando ciegos.
“No había otra solución”, dijo el Dr. Distelmans. “Querían…
ser independientes y al quedarse ciegos la independencia ya no era posible”.
El deseo de autonomía es la razón que se cita con más
frecuencia como motivo para pedir la eutanasia.
Si no está feliz con su cambio de sexo, le ayudamos a
suicidarse
En febrero de 2013, el Dr. Distelmans administró la
eutanasia a una mujer sana de cuarenta y cuatro años que sufría de anorexia
nerviosa. En septiembre de 2013, el Dr. Distelmans "eutanasió" a
Nathan (nacido Nancy) Verhelst, una persona transgénero infeliz con el
resultado de su operación de cambio de sexo.
Especialmente frustrante para el Dr. Mortier es el hecho de
que en Bélgica los dieciséis miembros de la Comisión Federal de Control y
Evaluación, que se supone tiene que proteger a la gente de los abusos, está
dirigida por el Dr. Distelmans. Desde 2003 ha revisado 8.000 casos... y ninguno
ha sido remitido a la fiscalía.
Instigación emocional al suicidio
Según Mortier, la eutanasia en Bélgica ha pasado de ser una
opción médica a ser una ideología.
Fundamentalistas humanistas… describen la eutanasia como el
último acto de autodeterminación.
Se está promocionando la eutanasia como una manera bonita y
positiva de morir y los médicos están trasplantando los órganos de las personas
que mueren por este procedimiento. Dicen que esto da significado a sus vidas.
Los órganos de los pacientes fallecidos por eutanasia
empezaron a recogerse en 2008. Este procedimiento se describió en la revista
Transplant International. “[La donación de órganos tras la muerte] puede
aumentar el número de órganos que se pueden trasplantar y puede proporcionar
algo de consuelo al donante y a su familia”.
"Yo no valgo nada, mis órganos sí"
Wesley Smith, un especialista del Center for Bioethics and
Culture, advierte que el binomio donación de órganos-eutanasia instiga emocionalmente
al suicidio, sobre todo en personas que se sienten culturalmente subestimadas y
deprimidas y que tal vez sienten que son un peso para sus seres queridos.
“Personas con un estado mental de sufrimiento podrían fácilmente pensar que
solicitar la eutanasia y donar los órganos puede dar un sentido a sus muertes
que sus vidas nunca han tenido”, escribe Smith.
Los gobiernos y los sistemas de salud pública tienen un
enorme interés económico en interrumpir la vida de la población vulnerable;
conseguir órganos de pacientes "eutanasiados" es un incentivo
añadido.
Ben Mattlin es escritor y un ejemplo de superación
que señala la pendiente más que resbaladiza
de la eutanasia y el suicidio asistido
Cómo coaccionar suave pero eficazmente
Ben Mattlin, que nació con atrofia muscular espinal, escribe
lo fácil que es que el suicidio se convierta en una obligación en una cultura
donde la eutanasia está promovida como una salida digna. Mattlin define
"la frontera entre coacción y libre elección" como una frontera fina
y porosa.
“¡Qué fácil es que alguien te influya sin darte cuenta para
que te sientas subestimado y sin esperanza, presionándote suavemente pero con
determinación … para aligerar a los otros de tu carga”, escribe Mattlin.
Para gente marginada socialmente hay muchas fuerzas sutiles
-como la mirada de agotamiento en los ojos de la persona amada, o el modo de
suspirar de los cuidadores y amigos en tu presencia- que pueden enviar al más
alegre de los optimistas a la más negra de las depresiones. “Si nadie te quiere
en la fiesta, ¿por qué tienes que quedarte?”, pregunta Mattlin.
Un sufrimiento fecundo y con sentido
Los que se oponen a la eutanasia argumentan que hay mucho
más en la vida que alcanzar la felicidad. La vida es también un campo de
entrenamiento para el espíritu humano en el cual el sufrimiento enriquece
nuestra personalidad y proporciona sabiduría y compasión.
Alison Davis -que guió una campaña mundial contra la
legalización de la eutanasia- es un ejemplo inspirador e instructivo de ello.
Davis nació en Bolton, Inglaterra, en 1955 con espina bífida e hidrocefalia.
Posteriormente desarrolló enfisema, osteoporosis y artritis. Confinada en una
silla de ruedas desde que tenía catorce años de edad, necesitaba cuidados continuos
y sufría dolor espinal severo a diario.
Alison Davis intentó suicidarse en 1985 pero sus amigos
salvaron su vida... ella se enfadó, pero después llegaron sus mejores años,
ayudó a muchas personas y recibió mucho amor; murió en 2013
En 1985, tras un matrimonio fracasado, intentó suicidarse.
Unos amigos la encontraron a tiempo y sobrevivió.
“Estaba muy enfadada con mis amigos por haber empezado las
maniobras de auxilio para salvarme la vida”, escribió Davis. Si la eutanasia en
ese momento hubiera sido una opción legal, ella la habría pedido.
Su conversión al catolicismo en 1991 y su posterior
implicación en obras de caridad la convencieron de que su vida valía la pena
ser vivida.
Durante una peregrinación a Lourdes, Davis aprendió que ella
y los otros enfermos eran "muy amados por Dios en sus sufrimientos".
Llegó a creer que compartir los sufrimientos de Cristo era el mayor privilegio
del mundo.
Durante los años 90 Davis entabló amistad con un prisionero
del corredor de la muerte americano, Sammie Felder, culpable de haber asesinado
a la persona minusválida a la que cuidaba. En diciembre de 1999 fue a Texas
para presenciar la ejecución de Felder.
En 1995, Davis viajó a la India con Colin Harte, su
compañero devoto y cuidador. Juntos fundaron Enable, una obra para niños
minusválidos en el Sur de la India. En 2001 abrieron un hogar con su nombre.
Davis escribió: "Muchos de los niños tienen un grado de
minusvalía tan grave que apenas pueden arrastrarse por el polvo. Sus familias
no los quieren, no los aman, pero es verdad si digo que ellos salvaron mi vida.
Me abrazaron y me amaron y mientras jugaba con ellos me di cuenta de repente de
que les amaba total e intensamente, como si hubieran sido mis propios hijos.
Cuando nos fuimos, le dije a Colin: ´Creo que quiero vivir´".
Davis escribió que una muerte prematura le habría robado los
mejores años de su vida. Y probablemente habría robado a muchos niños indios
las posibilidades en la vida que ella les pudo dar.
Alison Davis murió en 2013. Poco después de su muerte, Colin
Harte escribió: "La Iglesia proporciona una bella y profunda enseñanza
sobre el sufrimiento… La vida de intenso sufrimiento físico, social, emocional,
mental y espiritual de Alison es un testimonio excepcional del privilegio y
dignidad que supone sufrir en unión con Cristo".
¿Un triunfo humanista?
En Bélgica, la eutanasia es a menudo descrita como una
triunfo humanista sobre el pasado católico y patriarcal del país.
Jan Bernheim, profesor de medicina en la Universidad Libre
de Bruselas, ve la eutanasia como una filosofía de autonomía según la cual la
gente mejora las condiciones objetivas para la felicidad.
“Hay una flecha evolutiva que va hacia adelante reduciendo
el sufrimiento y maximizando el placer”, escribió Bernheim.
El filósofo belga Etienne Vermeersch escribe que los
esfuerzos de Bélgica por aumentar el almacenamiento de felicidad humana y
disminuir el sufrimiento sitúa al país "éticamente, en la cima del
mundo".
Tras el suicidio de dos amigos íntimos, Jennifer Hecht
escribió Stay: A History of Suicide para refutar estas visiones tan llenas de
glamour sobre el suicidio. Hecht admite que la insistencia de la Ilustración sobre
los derechos del individuo deslegitimó la prohibición teológica contra el
suicidio, pero cree que esta prohibición pude ser recuperada de una forma
secularizada.
El suicidio asistido daña a la sociedad y es contagioso
Hecht desarrolla dos argumentos contra la racionalización
laica del suicidio. Primero, el suicidio no es sólo un acto de autonomía
individual. El suicidio destroza a las familias y lleva a más suicidios.
Si un progenitor comete suicidio, sus hijos tienen tres
posibilidades más de hacer esto en un determinado momento de sus vidas. Según
estudios epidemiológicos, siempre hay un aumento de suicidios en una comunidad
cuando una persona comete suicidio. En el mes siguiente al suicidio de Marilyn
Monroe, los suicidios en los Estados Unidos aumentaron un 12 por ciento.
Jennifer Hecht concluye que "el suicidio es homicidio…
Cuando te quitas la vida, normalizas el suicidio para las personas a las que
gustabas y que son como tú".
Segundo, el suicidio es un crimen contra nosotros mismos en
el futuro. Se basa en la falsa suposición de que un temperamento depresivo es
permanente. Un estudio realizado sobre 515 personas a las que se había
disuadido de saltar desde el Puente Golden Gate demostró que sólo el 6 por
ciento había ido a cometer suicidio. Otros estudios han demostrado que la mayor
parte de la gente que intenta suicidarse y ha fracasado en su intento está
contenta de estar viva.
“Ninguno de nosotros sabe qué significado tenemos para otras
personas y ninguno de nosotros sabe lo que nuestro futuro yo experimentará”,
escribe Hecht. Por lo tanto, es moralmente imperativo que “demos testimonio del
lado oscuro de ser humanos y la valentía que conlleva, mientras esperamos la
luz del día”.
Robert Carle es profesor de teología en el The King’s
College de Manhattan. Dr.
Carle contribuye con sus escritos en Society, Human Rights Review, Public
Discourse, Academic Questions, Touchstone, The Federalist y reason.com.
(Publicado en The Public Discourse, traducción de Helena
Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
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