La fuerza sanadora del perdón no es
sólo una cuestión espiritual. A esta conclusión han llegado numerosos
expertos en litugia. Según sus conclusiones, «hay una dimensión
terapéutica» en el sacramento de la penitencia que hunde sus raíces
en el Antiguo y el Nuevo Testamento y que conecta directamente con el
hombre de hoy.
«Es una perspectiva interesante y en sintonía con
la sensibilidad y la cultura de nuestro tiempo que ve en la salud
integral del hombre un valor por defender» afirma en declaraciones al
rotativo italiano «Avvenire» el arzobispo de Palermo,
monseñor Paolo Romeo.
«La salvación que el Señor nos ofrece no debe ser
confundida con la salud psicosomática, pero, como enseña Jesús en el
Evangelio, no la excluye, sino que la incluye» afirma el padre Pietro
Solci.
«Se trata de una perspectiva tradicional en la
teología y en la liturgia de las Iglesias orientales y sensibiliza las
Iglesias protestantes, de gran impacto ecuménico» afirma Solci.
«Responde a la cultura de nuestro tiempo, que busca
recuperar la unidad de la persona, que ve la salud como realidad que
implica todos los aspectos de la vida humana, y el pecado como
enfermedad, como incapacidad de relacionarse con uno
mismo, con las cosas, con los demás y con Dios».
Arrepentirse para ganar salud
En todo este proceso el arrepentimiento sirve
también como medicina y la reconciliación como curación. «En los últimos
decenios ya se ha hablado de una teología terapéutica», sotiene.
«El pecado-afirma Angelo Pasaro, experto en Sagrada
Escritura en la Facultad Teológica de Sicilia- es la distorsión de la
libertad, revela la voluntad de sustraerse a la condición de dependencia
de Dios. Y la capacidad del hombre de reconocer
el pecado es obra de Dios. Él, como parte ofendida, da su misericordia;
la alegría del perdón logra que el hombre ya no se encierre en sí mismo y
sea creado nuevamente por la obra del Espíritu», explica.
Pero las encuestas más recientes muestran un cierto
alejamiento del sacraemnto de la Penitencia. «Lo que resulta
problemática hoy es la confesión y la concepción misma del pecado»,
sostiene Giuseppe Sovernigo, psicólogo y profesor del Insituto
de Liturgia Pastoral de Padua.
«Son dificultades que se deben al nacimiento de
nuevos problemas morales y nuevos modos de enfrentarse a viejas
cuestiones morales, junto a la dificultad de asumir la responabilidad de
las elecciones erróneas. Sin embargo, un acercamiento
renovado al sacramento puede ser fértil. Debemos intentar reconciliar
los dos aspectos que antiguamente encerrada el término "salus", es
decir, salud física y salvación», concluye.
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