Las crisis suicidas se producen a menudo como
consecuencia de rupturas amorosas o por la pérdida del trabajo, pero los
médicos pueden impedir parte de los suicidios alejando a los pacientes
de las armas. Algunas tácticas se basan en sugerir
a los familiares que las saquen del domicilio o que las guarden en
lugares de difícil acceso.
En un esfuerzo por crear un ambiente seguro para
los suicidas potenciales, científicos de la Universidad de Harvard, en
Estados Unidos, han demostrado que ampliar el tratamiento médico a
pacientes y familiares más allá de la enfermedad
mental, limitando el acceso de los enfermos a las armas y otros medios
mortales reduce de manera significativa los suicidios. El estudio, que
se publica en The New England Journal of Medicine y está dirigido por
Matthew Miller, ha afirmado que "la mayoría
de las crisis suicidas son temporales, ya que más del 90% de las
personas que sobreviven a un intento de suicidio no quieren morir
realmente. Sin embargo, un intento autolítico con arma de fuego raras
veces da una segunda oportunidad".
Según las estadísticas, el suicidio es la segunda
causa de muerte en los americanos de 40 años o menores, y más de la
mitad emplean armas de fuego. La mayor parte de estos actos se ejecutan
de manera impulsiva, por lo que mantener a estas
personas alejadas de armas mortales durante los periodos de crisis es
decisivo.
Con este estudio los científicos pretenden
implantar un sistema que guíe a los médicos en la evaluación de los
pacientes y que incluya la aproximación a los familiares para alertarles
acerca de las consecuencias de tener armas cerca en
estos pacientes.
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