Crítica de JERÓNIMO JOSÉ MARTÍN
Guión: Rafael Gordon
Intérpretes: María José Sarrate,
Teresa Soria, Arantxa Martínez, Violeta Brazhnicova, María Rosenfeldt
90 min. Adultos.
Tres mujeres asisten, con unos
hombres misteriosos, a varias sesiones de terapia en un centro de
rehabilitación para personas que han intentado suicidarse. Durante las extrañas
reuniones, dirigidas por una vitalista terapeuta, esas mujeres son enfrentadas
a los grandes temas, desvelando con sus respuestas la vacuidad de sus
traumatizadas vidas, dedicadas a la búsqueda del placer a cualquier precio.
Tras La reina Isabel en persona,
Teresa, Teresa y La mirada de Ouka Leele, Rafael Gordon escribe y dirige este
audaz experimento fílmico-teatral, con toques surrealistas, en el que indaga en
el decadente nihilismo hedonista de la sociedad actual. En el filme, la
esperanza irrumpe a través del dolor compartido, la amistad sincera, el
arrepentimiento, el amor más allá de la pulsión sexual y la fe en Dios. Un Dios
que “es modesto y sólo da pistas de su existencia”, y que “nunca golpea con las
dos manos” porque es padre y madre. Por eso, “amar a Dios y vivir son la misma
cosa. Dios es la vida”.
Gordon quizás encripta demasiado
estas bellas ideas a lo largo de la tarantiniana verborrea cínica de las
protagonistas, a las que conduce hasta el borde de lo grotesco o lo sórdido. En
todo caso, dirige bien al reparto y disimula sus carencias presupuestarias con
una planificación esmerada, en la que articula paradójicas críticas-homenaje a
Mondrian, Freud, Ana Frank, Schopenhauer, Virginia Woolf, Sylvia Plath… Una
película compleja e inclasificable, pero que deja poso, sobre todo cuando se
piensa.
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