Sentada en la penumbra del convento,
Teresa observa el muro gris y yerto;
no la turba el silencio, ese desierto
del alma, en la quietud del aposento.
Los sueños y los goces de la vida
que en el duro Carmelo palidecen,
en ella ya no existen. Obedecen
sus ojos a otro sueño, a otra medida:
piensa en la dicha amada que le espera,
en el dolor que roe sus pulmones
y ofrece en redención y la lacera;
sabe en su pequeñez que no está sola,
que en la noche y sus arduas aflicciones
es Dios quien sufre en ella y quien se inmola.
Javier Sicilia
Este blog es una maravilla, María, que Dios te bendiga. ¡Alabado sea Jesucristo por esta web, que es un signo de su Amor hacia los que están desesperados!
ResponderEliminar¡Hola Longinos!
ResponderEliminarSi es una maravilla, a mi me ha encantado.
Su creador es Radiomariano, yo solo soy una persona a la que le encanta el blog.
Bendiciones!!