lunes, 3 de noviembre de 2014

Sonetos sobre la libertad



¡Oh, vosotras, las dos mujeres de mi vida!,
seguidme dando siempre vuestro amor,
seguidme sosteniendo,
para que no me caiga,
para que no me hunda en la noche,
para que no me manche,
para que tenga el valor que me falta para seguir viviendo,
para que no me detenga voluntariamente en mi camino,
para que, cuando mi Dios quiera, gane la inmortalidad
a través de la muerte, para que Dios me ame,
para que mi gran Dios me reciba en sus brazos,
 para que duerma en su recuerdo.


Dámaso Alonso

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