El siguiente es un testimonio
enviado por Migdalia Santiago en el que relata tres de sus historias con
ángeles. Sus relatos nos recuerdan que aún en los peores momentos de la
vida, el amor divino nos rodea y nos ayuda si estamos dispuestos
a abrirle el corazón.
Tengo tantas historias de la presencia de los
ángeles en mi vida que creo que cada día camino con ángeles como
compañía. Todos los días antes de salir de mi casa recito esta oración:
Arcángel San Miguel a mi derecha, San Gabriel a mi
izquierda, San Rafael a mis espaldas, para que con sus alas me cubran de
todo mal, Arcángel Uriel al frente de mí, para abrirme los caminos, y
sobre mí, la gloria del Universo Celestial.
Amen.
La aparición de los ángeles en mi vida no siempre
ha sido en eventos sobrenaturales sino también en gente viva y humana
que han sido ángeles guías.
Primera historia de ángeles
Creo que siempre a habido ángeles en mi vida, pero
se manifiestan más cuando estoy en peligro o cuando los necesito. Una de
las ocasiones más importantes fue cuando estaba sufriendo por el
alcoholismo de mi ex-esposo. En esos días, se emborrachaba
y perdía el sentido. Todo comenzó con una discusión. Terminó dándome
golpes como un loco. Yo trataba de defenderme sin éxito. Me golpeaba sin
sentido hasta que me arrinconó dentro de un armario grande. Me apretó
el cuello hasta que yo ya no podía respirar.
En mi mente entendí que moriría sin remedio. Mi perro Cody tal vez
sintió mi sufrimiento y se le fue encima, mordiéndole el pantalón y
jalándolo hasta que me tuvo que soltar (primer ángel, mi perro).
Logré salir corriendo del closet y recobrar la
fuerza, pero volvió a golpearme y esta vez me golpeó tan fuerte que caí
contra la barra de metal del cabezal de mi cama. Sentí que perdía la
conciencia y me dejé llevar. Ya no pude luchar.
En ese momento escuche que la cortina de mi ventana
se movió, y cuando miré, vi un hombre (segundo ángel) que me pareció
alto y fuerte. Era como un indio. Vi sus pies y su pantalón (jean) azul.
Sus manos eran fuertes como las de un agricultor
que trabaja la tierra. Su camisa era de cuadros y sus trenzas le bajaban
hasta el pecho. Cuando ya iba a verle cara, me desmaye. Me desperté
cuatro horas después con los gritos y llanto de mi ex esposo que lloraba
porque pensó que me había matado. Hoy sé que
ese ángel me salvó de la muerte.
Continuará...
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