La noche del dolor es grave y densa.
En dos filas formaos,
poetas, hijos de la noche inmensa,
y dejad de pensar.
¿En qué se piensa
¿En qué se piensa
cuando en el alma se desploma el caos?
Una noche infinita,
con su mortal gravitación de roca,
sobre la soledad se precipita.
En ella entremos.
A nosotros toca saber
lo que esa noche entraña y grita.
lo que esa noche entraña y grita.
Por aquí va la entrada
de esa noche sin límites ni nada
a que os convido yo.
Venid conmigo.
Venid conmigo.
Vuestra pisada huelle la pisada
que hollando va la del dolor que sigo.
Nadie penetrará más que nosotros
en esa noche imperturbable y quieta.
Tan difícil la entrada y tan secreta
puso a Dios a los otros,
como a la mano y fácil al poeta.
Ninguna flor de luz abre su broche.
Mas no habrá que temblar ante el derroche
de tanta sombra que dormita en calma.
Vosotros, como yo, tenéis el alma
grande, y triste también, como la noche.
En dos filas formaos,
poetas, seres que acaricia el caos,
y entremos ya.
Cuando el dolor sintiereis,
Cuando el dolor sintiereis,
si teneros en pie no consiguiereis,
de rodillas estad. ¡Arrodillaos…!
Alfredo R. Placencia
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