Suena el teléfono y al otro lado de la línea el interlocutor amenaza con quitarse la vida. No es lo habitual pero si responde al ocho por ciento de las llamadas que se atienden en el Teléfono de la Esperanza. En la mayoría de los casos el ultimátum no se cumple: Llamar supone vivir, encontrar una salida.
Los psicólogos del Teléfono de la Esperanza coinciden en que renunciar a la vida al tiempo que se comunica telefónicamente implica que el interlocutor aún no se ha decidido acometer esta idea autodestructiva. La depresión, la enfermedad o la soledad están atenazando al llamante, que busca una excusa para aferrarse a la vida. En general (en el 60% de las llamadas, según el psicólogo Alejandro Rocamora), la conducta suicida se contempla como el único escape a una situación dolorosa y humillante. Quien llama viene a decir: “Esta es mi situación conflictiva; mi decisión es la muerte. ¿Cuál me ofreces tú?”. Desde esta entidad se atienden estas situaciones de crisis superándolas exitosamente en un 90 por ciento de los casos.
http://www.telefonodelaesperanza.org/
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