domingo, 5 de diciembre de 2010

La supervivencia de María Mercedes


La presentadora de noticias comparte un impresionante testimonio de su lucha contra la bulimia, y de los extremos a los que llegó a causa de esta enfermedad. 

ELLA HA VUELTO. Tras un año de buscar trabajo en lo suyo, ahora vemos a María Mercedes Cuesta conduciendo el noticiero del mediodía y el informativo dominical de TC Televisión. Volver no fue fácil, según cuenta: “Nadie decía que era mala, pero sí, inestable…”. De Teleamazonas, salió primero con licencia en un fallido intento por superar la bulimia, y luego renunció para trasladarse a los Estados Unidos, donde reside su tercer esposo, Michael Oaks, quien pertenece a la Fuerza Aérea norteamericana. “La vida allá es muy difícil. Mi hija no quería irse para ese país, y tú piensas: ‘¿qué pesa más? ¿Mis hijos o ser feliz entre comillas?’ ... así que me regresé”, dice con esa voz ronca que la caracteriza. Ha aumentado considerablemente de peso. Tras 13 años de padecer de anorexia y bulimia, empezó a tratarse seriamente hace dos.

“Bonita, pero gordita”
Relata cómo empezaron sus problemas de anorexia. “Cuando tenía 16 años, era llenita, no gorda. Y la gente decía: ‘María Mercedes es bonita, pero gordita’. Creo que a esa edad ya tenía un desorden alimenticio porque mis energías las focalizaba en la comida. Si estaba triste, comía; si estaba feliz, comía”. Pero fue luego de dar a luz a su hija María Emilia y con las libras de más del embarazo, que comenzó a extralimitarse para bajar de peso. “En una época, mi única ingesta era un vaso de leche en el día, que mi mamá me obligaba a tomar…”. Llegó a pesar 98 libras en su 1.69 mts de estatura. Más tarde, el vaso de leche se convirtió en simplemente agua “Me salió como una especie de lanugo, pues como no me alimentaba y el cuerpo no tenía grasa empezó a protegerse de esa manera. También se me cayó el cabello y perdí la menstruación”. La anorexia después se transformó en bulimia: “Descubrí que podía comer y vomitar a propósito para no engordarme, porque cuando comía algo, luego me sentía triste, lloraba y me aruñaba”. María Mercedes leyó a profundidad sobre los trastornos alimenticios, pero no para salir de ellos, sino para disimularlos. Así se enteró de que a las bulímicas se las reconoce por las comisuras de los labios y el esmalte de los dientes, que se estropean por los ácidos de los constantes vómitos. “Entonces, en lugar de vomitar, tomaba los famosos tés para ir al baño, un frasco de leche de magnesia, laxantes, diuréticos… Ingería un coctel de horrores de cosas”.

Las pastillas “mágicas”
Llegó un punto en que la bulimia no fue suficiente para ella. “Descubrí que existían unas pastillas mágicas para bajar de peso. Las famosas peruanas. Primero tomaba una cápsula al día, y luego dos. Después ingerí las argentinas. Fui adicta a las pastillas para bajar de peso durante 13 años. No las dejé un solo día, solo cuando me enteré que estaba embarazada de Sebastián, pero al minuto de dar a luz, las volví a tomar porque no soportaba verme gorda. Como resultado, tuve una serie de desajustes, en especial, de tipo psiquiátrico, porque estas pastillas contienen anfetaminas, dosis enormes de diuréticos, entre otras cosas. Yo me casé con el padre de Sebastián bajo la influencia de las pastillas. –- ¿Qué quiere decir con: “bajo la influencia de las pastillas”?, era la repregunta obligada – “Que un matrimonio es de dos, y la que cometió errores fui yo influenciada por estas pastillas, con las que tienes una abstracción de la realidad... Como no te aceptas a ti mismo porque te sientes gorda, fea, te aferras a la primera balsa de salvación que encuentras; es decir, de la primera persona que te da cariño, te enamoras... ”. Ya separada de su segundo esposo, empieza una buena racha profesional en Teleamazonas. Además de locutar el noticiero, surge la oportunidad de conducir el reality Pops Stars en Quito. Fue la excusa perfecta para mudarse de ciudad y escapar de su familia en Guayaquil, sobre todo de su mamá y su tía: “Las tenía todo el tiempo encima mío, diciéndome: ‘te vas a morir’, pero yo les contestaba: ‘no me importa, pero me muero flaca para que la caja no pese’...”. Estuvo 4 años en Quito, a los que recuerda como la etapa más crítica de su vida: “Tomaba dosis de caballo de esas pastillas. Todo el tiempo viví con la cortina de mi cuarto cerrada, en piyama, y solo me paraba de mi cama para ir al noticiero”. Cuenta que cada vez se hacía más ermitaña, ya que no soportaba escuchar comentarios sobre su peso. Sin embargo, varias veces trató de salir de su adicción a las pastillas: “Cada vez que las dejaba, me engordaba, y cuando esto pasaba, tenía unos episodios bulímicos terribles, en los que me pasaba comiendo. En una hora, me podía atracar lo que un ser humano come en dos días. Después me deprimía y no iba a trabajar”. La vida de María Mercedes se había convertido en un círculo vicioso, que giraba en torno a su peso, y al que se sumó otro problema emocional: la compulsividad por comprar. “Quebré totalmente. Nunca tenía plata y mi cuarto estaba lleno de shopping bags. Llegué a tener 200 pares de zapatos. Cada vez que estaba triste y me sentía gorda, iba a comprar para mí y para quien pudiera. Esa era la forma de sentirme aceptada: dando regalos. Con lo que gasté durante 4 años en Quito, pude haberme comprado una casa”.

“Me intenté suicidar”
María Mercedes insiste a lo largo de la conversación, basada en un informe de laboratorio y en su experiencia, que las pastillas que tomaba para bajar de peso, además de afectar a varios órganos vitales, tienen efectos químicos en el cerebro. “Me volví peleona, agresiva, irritable, por el nivel de anfetaminas que tienen. Era un monstruo para mi familia. Tomaba decisiones erráticas, unas tras otras… ”. Perdió su relación con su padre, hermanos y amigos, pero la más afectada con sus comportamientos fue su hija mayor, María Emilia, que hoy tiene 15 años. “En el colegio se dormía, porque en la casa se desvelaba pendiente de que yo respirara… y protegía a su hermano para que no se dé cuenta de nada. Ya no tenía relaciones con mis hijos. Era una mamá que estaba enferma”. -¿Qué fue lo más extremo a lo que llegó? -Me intenté suicidar 3 veces. Porque tenía unas deudas enormes y se me acabaron las ganas de vivir…”. Fue en el último intento que su padre y su hermana lograron convencerla de que regrese a Guayaquil y se interne en una clínica para tratarse. Recibió varios tipos de terapias, entre esas, espiritual, la que considera fundamental: “En el momento que llegas a entender que Dios te ama tal como eres, sin importar lo que vistes, no te importa nada más”. -¿Cómo recupera a su hija? - “Es una niña de un corazón enorme. Cuando estuve en la clínica, fue como que me quitaron una venda de los ojos y me di cuenta de lo que le estaba haciendo. Le reconocí mis errores y ella me dijo: ‘mamita, te amo, flaquita o gordita, pero te necesito’. Yo estuve enferma casi toda su niñez”.

Hoy María Mercedes pesa 150 libras. Sabe que tiene 20 libras de más y asegura que las perderá comiendo saludablemente. Parte de su tratamiento ha sido botar toda la ropa de talla de adolescente que, por mucho tiempo, le quedó. Retiró la balanza que tenía debajo de su cama, con la cual se pesaba 3 veces al día; ahora lo hace cada 2 semanas. Ya no compra compulsivamente, asiste periódicamente al psiquiatra y está entregada por completo a Dios: “Yo soy a.C., antes de cristo, y d.C., después de cristo. Todo lo que quiero hacer en mi vida es dedicarme a El y a mis hijos al 100 por ciento”. Ahora sueña con lanzar una campaña contra la anorexia y la bulimia en los colegios. A sus 35 años, María Mercedes Cuesta dice ser una mujer nueva.

Por: Por Lola Alvear - lalvear@vistazo.com | Fotos: Jorge Itúrburu | Producción: Gia Ode.

3 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Si que Ma. Mercedes es una mujer nueva. Después de años de sufrimientos, sentise y saberse amada creo que es lo que la ha hecho vivir.
    Gracias, no sabía este testimonio.

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  2. Hola

    Sed Consolación Jóvenes Misioneros, blog tiene el honor de inaugurar el Premio "Habla al Corazón de mi Pueblo 2010" con motivo a la celebración de la Fiesta de Navidad, para entrar plenamente en la lógica de la fe: creer en Dios, en su diseño de salvación, y al mismo tiempo comprometerse en la construcción de su Reino.

    La justicia y la paz, de hecho, son un don de Dios, pero requieren hombres y mujeres que sean “tierra buena”, dispuesta a acoger la buena semilla de su Palabra.

    PORFAVOR RECIBE ESTE PREMIO, COMPARTELO Y DIFUNDE EL MENSAJE:

    "EL SEÑOR HABLA AL CORAZÓN DE SU PUEBLO"

    http://sedconsolacion.blogspot.com/2010/12/premio-habla-al-corazon-de-mi-pueblo.html

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  3. Hola Daniel

    Sabes que no acostumbro a recibir premios, pero esta imagen de la Sagrada Familia de Nazaret lo tengo en casa. Este blog también es mi casa y la tuya y no he podido resistirme a colgarlo.

    Gracias y buena día de la Inmaculada.

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