martes, 6 de enero de 2009

Suicidio y Misericordia Divina (6)



Cuestiones fundamentales

El suicidio objetivamente es quitarse la vida, es un acto contrario al quinto mandamiento que dicta “No matarás”, es gravemente opuesto a la justicia, a la esperanza y a la caridad.

Sin embargo, desde el punto de vista antropológico, no hay fatalidad en el suicidio que signifique condenación eterna porque no hay acto libre totalmente sino que este acto se ve atenuado por cuestiones psicológicas graves, el suicidio no es una decisión plenamente libre, racional, ya que el juicio valorativo de la vida está alterado, transformándose en impulso descontrolado y autodestructivo.

Desde el punto de vista psicológico, la familia bien constituida, la comunicación y diálogo, atención, establecimiento de reglas y límites, amor incondicional, refuerzo de la autoestima, dedicación de tiempo, conocimiento de los amigos y lugares que se frecuentan, aceptación incondicional, expectativas reales, la fe y la oración son puntos clave que debemos cuidar para propiciar que las personas se desarrollen sanas, felices y que busquen soluciones reales a sus problemas, el suicidio nunca será una solución ¡nunca! Y nunca lo parecerá para un joven o adulto que crece en un ambiente como el descrito.

Desde el punto de vista de la fe, la Misericordia de Dios tiene sus caminos, no podemos querer aplicar criterios humanos. Para Dios no hay tiempo y El sabe que una persona puede encontrarse con la Salvación en cualquier momento, incluso en el lapso de tiempo en el que “cae del puente”. Por lo que los que nos quedamos aquí, sufriendo la pérdida del ser amado, no debemos perder la fe, ni la esperanza y debemos orar y ofrecer el inmenso dolor de la pérdida porque Dios manifieste Su Misericordia.

“Para Dios no existe pasado, presente ni futuro, pues está al margen del tiempo. Para Dios todo es un presente continuo. Eso quiere decir que las oraciones que ofrecemos hoy por alguien que se suicidó contribuyen de manera efectiva para su arrepentimiento y reconciliación final, de modo que lo que rezamos en el presente, se actualiza en el pasado pues nuestra petición la escucha Dios en su continuo presente, y el Espíritu Santo puede mover el corazón de la persona que está a punto de suicidarse para que, aunque haya cometido un pecado mortal en el momento mismo de procurar quitarse la vida, se arrepienta y reconcilie con Dios antes de morir”, (Colorado, 2003).

Por Ma. del Rosario G. Prieto Eibl

Fuente: http://encuentra.com/articulos.php?id_sec=144&id_art=3351&id_ejemplar=0

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