Jesús García es un joven mexicano de 21 años que cursa
segundo año de Filosofía en el seminario y se prepara para ser sacerdote.
Cuenta que la historia de su vocación nace en un puente, donde una mujer estuvo
a punto de suicidarse.
Recoge su testimonio, Siame.mx, la agencia digital de la
arquidiócesis de México.
Un intento de suicidio, el comienzo de la vocación
Después de desayunar con los amigos de la preparatoria (el
equivalente latinoamericano al Bachillerato), Jesús caminó, como cada día por
avenida Constituyentes para abordar el metro. Jesús recuerda con detalle ese
momento en el que comenzaría su vocación. "Fue en la esquina de la calle
Rincón Gallardo donde miré a una mujer llorando sentada en la banqueta",
explica.
Era su último año de preparatoria y el interés por la vida
le llevó a acercarse a la mujer para preguntarla por qué lloraba. Su respuesta
fue: “'Estoy bien, no tengo nada'. Se levantó, caminó unos pasos delante de mí
y juntos subimos el puente", recuerda Jesús.
"Quedé impactado cuando aquella mujer quiso aventarse
del puente, miré hacia atrás para ver si alguien más se encontraba ahí, pero
estábamos solos", dice. Jesús intentó convencer a la mujer para
evitar un suicidio: “¡No lo haga!”, le gritó. A lo que ella contestó “¿Qué
sentido tiene la vida?”
En ese momento él tenía 18 años y cuenta el joven que lo
primero que se le pasó por la cabeza en ese momento de pánico fue correr. “Hay
alguien que la está esperando", alentó a la mujer. La señora se giró ante
la llamada y llorando le pidió a Jesús que la dejara sola.
Jesús no dejó de animarla. "Pensé en hacerlo, pero le
dije: hay alguien en su casa que la espera, piense en sus hijos, su esposo, sus
nietos”.
La señora, escuchó las súplicas de Jesús y él le ayudó a bajar
del puente. Juntos se dirigieron hacia el Parque Lira. "Mi intención era
tranquilizarla y evitar que se quitara la vida". Fue a la delegación
Miguel Hidalgo para pedir ayuda, pero le dijeron que no tenían tiempo, que la
dejara y que ella se tranquilizaría sola.
Camino hacia Dios
Jesús acompañó a la mujer a la escuela, para que recogiera a
su nieta y de camino, le contó sus problemas. Después de escucharla, Jesús
recomendó que se los ofreciera a Dios.
Todos los jueves, como tenía por costumbre, iba con sus
amigos a desayunar. Pasados tres meses del suceso, Jesús cuenta que una señora
se acercó a saludarle. Era la señora del puente. "No la reconocí de
inmediato, pues estaba muy cambiada, platicamos un rato y me dijo: 'Tenía mucha
razón cuando me dijo que Dios sí me escuchaba'”.
Sus problemas no habían acabado, pero sí disminuyeron.
Estuvieron charlando durante un rato y la señora le preguntó si en algún
momento pensó en ser sacerdote. Jesús dice que la idea le hizo gracia. “Si no
puedo con mis problemas, menos con los de los demás”, contestó.
Aquel acontecimiento fue el detonante de la vocación de
Jesús García y de su entrada entrar al Seminario. "Pido a Dios por aquella
señora, de la que no sé ni su nombre ni ningún dato más, que donde quiera que se
encuentre, la guíe, la cuide y la proteja, porque su testimonio fue lo que
realmente me hizo escuchar la voz de Dios", cuenta el seminarista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios son bienvenidos, este es un espacio de escucha y oración.