martes, 11 de julio de 2017

HUMANO



Tengo en paz mi conciencia y mis asuntos,
y de luz y esperanza me mantengo.
Me sobra corazón. Y de Dios vengo,
y con Él me acompaño. Los dos juntos

hablamos con la hormiga y con la estrella,
sin palabras, tranquilos, paso a paso,
y al sentirlo tan cerca yo me abraso
cuando vierto mi pie sobre su huella.

Tanta luz en mi alma me conmueve,
me levanta del suelo y transfigura,
y pájaro me siento que procura
buscar un nido en Él, mas no se atreve,

no decide sus alas por humano,
por insignificante bajo el cielo,
y después de volar retorno al suelo
a vestir carne de hombre o de gusano.

Pero traigo en el pecho honda alegría
y un no sé qué, del aire, más divino,
que mata soledad y hace camino
para que no me falte compañía.


La paciencia es la humilde compañera
que con la enfermedad Dios me regala,
y en mi mano o mi pie me nace un ala
siempre que miro al cielo que me espera.

Si lágrimas a veces pastoreo
y el corazón se aflige lastimado
vuelo mis ojos al azul ansiado
para buscar a Dios, y a Dios lo veo.

Qué largas son las horas de las penas
y qué corto es el día del contento.
Esta vida es a veces un mal viento
donde reinan dolores y cadenas.
.
No me quejo del lobo que me acosa,
ni envidio al que florece por subido
en mi hombro, y me tira hacia el olvido,
y me deja debajo de una losa.

Todo es bueno si sirve de provecho
al alma bien nacida y sosegada,
y besa con amor tierra pisada
y tiene a Dios clavado aquí en el pecho.

Pago lo que no debo. Siempre pago
mis culpas, y, también culpas ajenas.
Mi destino es así, saberme buenas
las ortigas que a veces yo me trago.


No ambiciono poderes ni riqueza.
Soy libre como un águila en el viento.
Y doy mi vida entera y mi aliento
a todo el que le duele su pobreza.

Y así, sencilla y honda es mi bandera,
y honrado por nacido de mi madre,
y también por varón como mi padre
soy hombre hasta la hora en que me muera.

Porque empuño este fuego de mi entraña
soy un grito que clama en el desierto...
Para todo el que sufre estoy abierto.
Y bendito sea Dios que me acompaña.



Luis Álvarez Lencero

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