¡Esta noche interminable
en que me buscas, Señor,
mientras voy tras otro amor
y su delicia palpable!
Dulce visión codiciable
que entre las sombras se crece.
Tu piedad no desfallece
a pesar de mi desvío.
Por fin venciste, Dios mío.
¡Qué lentamente amanece...!
Ernestina de Champourcin
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