lunes, 9 de noviembre de 2015

Dan pasos por la vida

CORAJE. SUICIDIOS EN SUS FAMILIAS MARCARON SUS VIDAS, PERO LOGRARON SOBREPONERSE Y HOY SE ENFOCAN EN LA PREVENCIÓN



Ellas tienen en común ser parte de las personas que han perdido a un pariente por suicidio, pero también el coraje de sobreponerse a esa experiencia desgarradora y ahora dirigir dos fundaciones que se han trazado la meta de impulsar una “revolución” en materia de prevención de las muertes por decisión propia.
Pilar Sánchez, presidenta de la Fundación Ángeles de la Guarda, y Luz Bethania Antigua, presidenta de la Fundación Alam Cabrera, están conscientes de que encaran una tarea titánica y, peor aún, hasta el momento con sus propios recursos.

Sus experiencias son conmovedoras y el motor que ahora las impulsa a evitar el drama de dolor y el estigma que reviven cada día a través de las personas que procuran asistencia en las entidades que lideran.

Perdió a su hijo
El hijo de Antigua se quitó la vida el 30 de marzo de 2011, pero el estado depresivo en que estuvo inmerso comenzó un año antes, cuando un día durante el almuerzo le confesó a su madre que se sentía desganado.
Para ella la confesión de su hijo fue una angustiante clarinada, ya que tenía la experiencia de lidiar con una bipolaridad de su madre y varias depresiones propias, fruto de su vida familiar, aunque precisa que en ese momento su vástago de 17 años no tenía ninguna razón evidente para sentirse de esa manera.
Alam Cabrera, nombre que ahora lleva la Fundación que preside Antigua, perdió desde ese momento el interés de ir a fiestas, de compartir con los amigos y hasta su pasión por el béisbol, cuya práctica lo tenía casi a punto de ser firmado por un equipo de Grandes Ligas.
La depresión de su hijo comenzó a ser manejada desde ese instante por un psiquiatra y con medicamentos, pero aún así, seis meses después, Alam cometió su primer intento de suicidio.
Fue ingresado por cinco días y salió del centro asistencial en la víspera de su 17 cumpleaños, el cual celebró junto a su familia y amigos al día siguiente, con el pronóstico de que el episodio había sido superado.
Sin embargo, la depresión de Alam retornó cinco meses después. El detonante fue, cuando aún bajo tratamiento, su novia, también de 17 años, decidió terminar la relación con él la noche anterior al suceso.
“Él comenzó a llorar desesperado y me dijo que se quitaría la vida”, expresa Antigua mientras suspira, enjuga sus lágrimas en el colorete y muestra el dolor de una madre que revive los sentimientos de un episodio que la ha marcado para siempre.
“Mi hijo era bastante fuerte y cuando se metió al ascensor yo entré con él para impedir que saliera a la calle, pero literalmente me levantó y me dejó fuera del ascensor”, recuerda Antigua, quien narra que Alam caminó varios kilómetros en un vano intento de llegar a la casa de su novia para intentar una reconciliación, ya que le habían dado un medicamento capaz de dormirlo en pocos minutos.
Cuando Antigua logró ubicar a su hijo, decidió dejarlo en la casa de su padre, de quien estaba separada, porque estaba consciente de que si dormía en su vivienda no lo podía dominar, si intentaba salir otra vez a la calle. El joven se suicidó la mañana del día siguiente en la casa de su progenitor.
Antigua también vivió una crisis depresiva luego del evento, a tal punto que en un momento olvidó que tenía otras dos hijas, una de 10 y otra de 19 años, pero logró sobreponerse al dolor y el 30 de marzo de 2014 lanzó la Fundación que asegura se ha convertido en el gran propósito de su vida.
“Aunque suene duro decirlo, tenía que pasar eso para que yo tuviera un propósito en esta vida. Desde niña me preguntaba si yo tendría una vida normal. Esto se ha convertido en el para qué de mi vida, mi propósito de vida. Yo voy a hacer una revolución de esto”, indicó.
La Fundación Alam Cabrera participa hoy en un panel titulado “Voces contra el suicidio: Queda mucho por vivir”, organizado en coordinación con la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), pues Antigua entiende que la muerte por decisión propia “es un tema que está bajo la mesa y que requiere la misma importancia que se le da al cáncer, dengue y otras enfermedades que provocan una gran movilidad social en materia de prevención”.
La dama llamó a poner igual interés en las personas que han perdido el amor por la vida, tal como se hace con aquellos que luchan por ella, por ejemplo, los pacientes con cáncer.
Dio señales
Miguel Eduardo Sánchez, hermano de Pilar Sánchez, tenía 26 años cuando decidió quitarse la vida.  Meses antes del desenlace él había dado señales evidentes de que estaba en medio de una profunda crisis depresiva.
La presidenta de la Fundación Ángeles de la Guarda recuerda que su hermano pasó de ser una persona alegre y feliz, a un ser ausente y desinteresado. “Miguel Ángel descuidó su alimentación y su apariencia física. No iba a la peluquería, no se cambiaba, perdió el interés por ver televisión”, expresa sobre esas alertas, que al ver ahora en quienes asisten a la entidad que dirige le muestran la importancia de estar atentos, de escuchar y de actuar ante un potencial suicida.
Sánchez, quien muestra en sus gestos y palabras la tenacidad de las personas que asumen los proyectos con pasión, lamentó que la mayoría de las familias solo entiendan la gravedad de los casos cuando sus parientes tienen un primer intento de suicidio, pues tienden a minimizar las posibilidades y a veces verlo como un “chantaje” para lograr un objetivo. “Hasta que la familia no entienda que ellos no quieren solo llamar la atención, estarán ocurriendo estos casos”, añadió.
“Como están haciendo para las campañas de prevención de cáncer, que en cada plaza hay un kiosko y están haciendo exámenes, así se debería abordar este tema”, precisó Sánchez, quien advirtió que los casos seguirán aumentando si no se pone atención a este drama nacional.
Ella se siente feliz por la gran cantidad de personas a las que a diario brindan apoyo, pero al mismo tiempo frustrada porque en la fundación que dirige no cuentan con los recursos necesarios para atender esa elevada demanda de servicios.
Llamó a las instituciones públicas y privadas a involucrarse en la prevención porque muchas personas con diversos traumas son sus empleados.
Sánchez reveló que a veces está en el cine y debe salir de la sala, en el carro y estacionarse, para atender llamadas y mensajes de personas que necesitan a alguien que les escuche. “He sabido durar hasta las cuatro de la madrugada hablando con una persona para evitar que consume un suicidio”, dijo, convencida de que son personas que necesitan ser escuchadas.
Siendo los hombres quienes más atentan contra sus vidas, Sánchez y Antigua coinciden en la necesidad de ponerle especial atención a ese segmento de la población, porque también algunos son primero feminicidas y luego suicidas.
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PROPONEN ESTRATEGIA NACIONAL PREVENTIVA

Las presidentas de ambas fundaciones proponen elaborar una Estrategia Nacional de Prevención del Suicidio con la participación de los sectores público y privado, a fin de definir políticas y estrategias que permitan disminuir las muertes por decisión propia.
Las fundaciones cuentan con locales, páginas web y presencia en las redes sociales Twitter, Instagram y Facebook, así como líneas de apoyo para personas interesadas en recibir asistencia.
Un equipo de psiquiatras y psicólogos brinda sus servicios de manera desinteresada a ambas entidades, pero necesitan del aporte de otros profesionales de la conducta para atender la elevada demanda.
Actualmente, cada una recibe entre cinco y siete casos diario de personas con pensamientos suicidas, algunas con planes estructurados para concretizarlos y que han remitido a centros asistenciales para ingresos.
Todos los servicios que ofrecen son gratuitos, incluido el tratamiento fármacológico, lo que representa una pesada carga, porque se manejan con recursos propios
Temas manejados: 
•Rechazo de la familia por la condición de gay.
•Sentir sólo atención de los animales de la casa.
•La familia rechaza una relación amorosa porque no conviene a una de las parejas.
•Perder un medio de trabajo y no tener cómo reponerlo.
•La embarazada a la que su pareja no le presta atención.
•Consumidor de drogas al que su familia rechaza.
•Depresión por rompimiento de una relación sentimental.
•No tener medicamentos para un tratamiento.
•Padecer una enfermedad catastrófica.
•Violación sexual que se mantiene oculta.
•Burlas en centros educativos o por las redes sociales.
•Dificultad para conseguir un empleo.
•Deudas por préstamos

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