viernes, 29 de agosto de 2014

¿Depresion o noche oscura de Dios?



Dr. Philippe Madre, es doctor en medicina y diácono permanente al servicio de la pastoral de la salud

Hace como unos cinco años, me encontré con una mujer que estaba casada y tenía dos hijos, vino a verme y me dijo, - yo amo al Señor desde mi juventud, me he casado con un hombre que es muy creyente, tenemos dos hijos y justo hace seis meses, llevamos una vida muy fuerte con el Señor y mi marido y yo oramos juntos muy a menudo, a mi me gustaría orar al Señor de una manera muy personal entre mis quehaceres de familia, pero desde hace seis meses esto no es así, me desperté una mañana, la noche anterior había orado con mi marido, y por la mañana es como si hubiera perdido a Dios, ya la oración no tenía interés para mi, me preguntaba dónde estaba, vivo una tristeza horrible, porque yo recordaba los días y semanas anteriores donde yo estaba con Dios y ahí que de la noche a la mañana he perdido a Dios. Me gustaría tanto volver a encontrar esa presencia de Dios, he ido a ver consejeros espirituales, algunos me han dicho que necesitaba una sanación interior y otros me han dicho que es causa de mi tibieza porque yo me he enfriado, otros me han dicho que tengo una depresión nerviosa y como me dijeron eso fui a un psiquiatra y me dijo que lo que me pasaba es que tenía un problema conyugal y lo único que necesitaba era divorciarme. Esto lleva durando seis meses ya, y yo le pregunto ¿qué piensa usted? -. 

No me sentía más competente que los otros para responderle, pero de lo que sí me di cuenta es que tenía tan grandes deseos de Dios a pesar de decir que lo había perdido. Esta mujer no llegaba a orar ni siquiera sabía orar, pero quería orar y nada de lo que le ofrecían como solución le podía satisfacer, entonces yo me permití darle un consejo, porque interiormente pensé que era una prueba del Señor, le dije que no se inquietara que intentara recordar al Señor en lo que había vivido anteriormente y también que le dijera al Señor todos los días una palabra de confianza y sobre todo que rechazase creer que estaba separada de Dios. 

Ella aceptó este consejo, esta mujer me venía a ver con bastante frecuencia, y cada vez que venía no tenía gran cosa que contar de nuevas, sólo me decía que le animaba que el Señor se ocupara de ella aunque no lo notara, tuvo que esperar unos cuantos meses así, luego otra forma de oración creció en su corazón mucho más contemplativa, mucho más enraizada en la fuerza de la contemplación, ella cambió profundamente y su marido también.

A nivel familiar a consecuencia de esta prueba tuvo una nueva fecundidad que se fue desarrollando, porque se mantuvo en la perseverancia, un poco como si le dijera al Señor, - Señor no comprendo lo que haces conmigo, pero yo quiero seguir amándote, Tú eres quien me tienes que enseñar ese Amor, aunque yo crea que te burlas de mi y te alejas de mi -. Es cien por cien el combate de Jacob, en nuestra vida de cristianos, cuando maduramos con el Señor podemos encontrar momentos de combate contra Dios, pero el discernimiento se lo tenemos que dejar hacer a otra persona, no podemos hacerlo nosotros mismos. De ahí la importancia del acompañamiento espiritual, en la vida espiritual de los creyentes podemos darnos cuenta que existe la multiplicación de un cierto tipo de pruebas que se llama la prueba de decepción, es decir, personas que empezaron a entregarse al Señor que habían empezado a hacer la obra del Señor y después en un momento en su vida es como si hubiera habido un gran fracaso de eso que estaban haciendo para Dios, pero sin embargo quieren seguir trabajando para el Señor. En lo profundo de su ser rechazan que todo esté terminado y a la vez son probados por un sentimiento muy fuerte de decepción a veces también con un desánimo aunque continúan amando a Dios, continúan cerca de Dios.

A menudo la prueba de la decepción es un combate contra Dios muy especial, que es muy concreto en una vida y tiene la meta en el corazón de Dios y es hacer crecer a la persona en la Esperanza. En nuestra sociedad la Esperanza es algo que ha disminuido muchísimo, y el Señor hace que ciertos cristianos crezcan y maduren en la Esperanza, pero parece que la forma que Dios tiene para que los cristianos crezcan en la Fe, Esperanza y Caridad, es permitir que seamos tocados por las pruebas. La prueba no es algo dramático, es nuestro corazón el que es probado, es decir nuestra voluntad hacia Dios, ciertas enfermedades físicas o psíquicas son enfermedades verdaderas, pero son permitidas por Dios para que sean una prueba para nosotros, es una escuela de crecimiento en la Fe, la Esperanza y el Amor.

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