Era un día soleado, el cartero entregó el sobre que contenía la “maestra”, la que abre todas las puertas, el regalo del dios Midas dorado, la varita platinum que todo lo convierte. Mis méritos me hacían merecedor y digno del crédito yo estaba fichado con nombre, número y fecha de vencimiento era súbdito del águila internacional y su misteriosa franja electrónica. El espejo me hizo bonito en casa todos sonreían no sumaba, el plástico sobraba dios me protegía con secretos intereses. El salario lo engullía religiosamente el banco: el trueque y las monedas son signos del pasado, basta tener nombre, número y fecha de vencimiento. En noviembre pagué septiembre en enero, octubre en marzo tenía el plástico gastado en abril el crédito vencido en mayo rogué al dios malvado, que dijo: debes pagar lo debido. Maldita tarjeta de nada de sombras, de sueños amargos, de marchitas alegrías, de sonrisas congeladas, de vacíos oropeles, de canciones inauditas, de anhelos malheridos, de plásticos sudores, de castillos en arena, de robo permitido, de letargos aritméticos, de acuerdos carcomidos, de préstamos gimnásticos, de arcas usureras, de diarreas financieras, de insomnios carcelarios, de muebles rematados, de llantos perdonados, de meses derrotados, de teléfonos cortados, de números y claves de esclavos. Hoy llegó una carta, contenía la “Diamante super dorada” y decía: tu club te espera... Marcos Concha, Octubre 2005 http://circulo.repdeval.com/Sanacion/maestrasanacion.php |
Quise morirme; pensé suicidarme pero el Señor Jesús me salió al encuentro... y ahora vivo
domingo, 3 de febrero de 2013
Memorias de una celda
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