miércoles, 15 de abril de 2009

TESTIMONIOS (18)



Testimonio de Brigit, contado por el Padre James Manjackal, su padre espiritual.

En un retiro cuando hablaba del amor del Dios, una determinada mujer se levantó de su silla y dijo, "No existe ningún Dios, entonces ¿por qué habla Ud. sobre Su amor?". Más tarde ella vino a mi cuarto y dijo esto, "... Si con todo Dios existe, Él es malvado". Como ella estaba llorando yo podía sobrentender que podría haber atravesado alguna gran tragedia de la vida.

Entonces Brigit, que ese era su nombre, continuó compartiéndome su vida. "Fui una huérfana abandonada en la calle por mis padres, pero recogida por hermanas religiosas que me criaron en su orfanato. Cuando estuve en el orfanato solía estar sola y rechazada y frecuentemente pensé en terminar con mi vida. Siempre que veía a padres que expresaban su amor a sus propios hijos con abrazos, besos y regalos, solía afligirme por mi desgraciada vida en la que estaba sin el amor y la atención de mis padres. Yo siempre tenía hambre y sed de un amor verdadero y la preocupación de que no podía conseguirlo. Sabía que había sido abandonada por mis padres porque había nacido fuera del matrimonio. Siento mucha cólera hacia mis desconocidos padres que deben estar casados y viviendo una vida feliz con sus hijos. Siento odio y celos de todos aquellos que viven una buena vida matrimonial. En mis primeros años de adolescencia comencé con el hábito de la masturbación lo cual yo sabía que era pecado. Siempre tengo una culpa que siento dentro de mi corazón a pesar de las muchas oraciones y de la asistencia a la Misa diaria. Después de mis estudios, cuando las hermanas propusieron para mí una alianza matrimonial yo no pude aceptar la idea de un matrimonio, dije, "¿Qué es el matrimonio?: convivencia, procrear hijos y tirarlos a la calle". Mi herida, corrupta y prejuiciada mente no podía imaginarse nada optimista de la vida.

Por fin accedí a casarme con un hombre que tenía un carácter muy bueno. Él me amó no sólo como marido, sino también como un padre y como un hermano. Me daba todo el amor que había perdido en el pasado. Pero desafortunadamente no pude tener su amor durante mucho tiempo, murió en un accidente de autobús. Presa del pánico grité a Dios ¿Por qué tú Dios malvado, te llevas a mi marido que era todo para mí?". Decidí suicidarme; fui apresuradamente a la orilla del mar para trepar por los acantilados y tirarme de cabeza. Mientras estaba sentaba sobre acantilados de roca un pensamiento irrefrenable vino a mi corazón de que si yo terminaba con mi vida mataría a un niño inocente y desvalido en mi vientre, fruto del amor entre mi marido y yo. Por tanto sobrepuse mi mente para no suicidarme y seguir viviendo gracias al niño en mi vientre, pero sin Dios. Di a luz a un muchacho. No le bauticé ni le enseñé de Dios. Desde que perdí a mi marido perdí la fe, dejé de rezar o ir a la Iglesia. No puedo creer en un Dios que sea cruel. Ahora mi hijo tiene diecisiete años. Vine a este retiro porque alguien me dijo que sería curada de mi asma, del dolor de espalda y de las erupciones en la piel".

Mientras que Brigit compartía su historia, en oración la encomendaba al Corazón de Jesús a través del Inmaculado Corazón de María, que era todo lo que podía hacer. Le dije, "hija mía, date cuenta que asistes a un retiro completo durante cinco días". Con una sonrisa ella contestó "porque he pagado por el programa estaré aquí durante cinco días". Yo sabía bien que si alguien ha sido preparado para dar su tiempo al Señor, Él vendría a su vida. Según el retiro continuaba la Palabra de Dios comenzó a tocarla. Ella cayó en lágrimas cuándo oyó: "¿puede una madre olvidarse del niño que cría, no tener compasión del hijo de sus entrañas?. Pues aunque ella lo olvide Yo nunca me olvidaría, mira, sobre las palmas de mis manos he escrito tu nombre" (Is 49: 15-16). Cuando ella oyó que Dios tiene un gran plan para su bienestar futuro y que Él le suministraría todas sus necesidades (Jer. 29: 1; Fil. 4: 19) abrió su corazón hacia el plan de salvación misericordioso y cariñoso de Dios. Ella sabía que aunque estuviera sola en este mundo, Dios habría bajado en forma humana y moriría por ella. Comprendió que la Biblia se hizo viva en su vida. ¡Entendió que la Biblia ha sido escrita para ella sola!. Hizo una confesión de su vida y recibió el Cuerpo y la Sangre de Jesús en su corazón después de unos largos diecisiete años. Su alegría era grande cuando encontró al Señor. El último día del retiro después de una oración para llenarse con el Espíritu ella dio su testimonio impactante sobre el encuentro con Jesús, de la conversión en una nueva persona y de la curación de su enfermedad corporal. Dijo delante de todos "bautizaré a mi hijo y ambos viviremos una vida testificando al Señor".

Pasado un año bauticé al muchacho en la Iglesia y asistió también a un retiro Carismático y ambos con los varios carismas que recibieron, recorrieron la ciudad compartiendo su testimonio en casas y grupos de oración, imponían las manos a los enfermos y se formaron muchos grupos de oración de intercesión. Después de seis años de su vida en el Espíritu, Dios le pidió (a ella) dar el gran regalo, que es su único hijo. Un día cuando salía de la universidad, fue atropellado por un coche e ingresado en el hospital. Ella relataba así su experiencia, "Mientras esperaba que mi hijo regresase de sus clases dos jóvenes vinieron para contarme el accidente. Al momento rendí a mi hijo en las cariñosas manos del Señor. Con lágrimas en mis ojos pero con mis alabanzas a Dios en mi corazón y labios me precipité hacia el hospital. Sosteniendo sus manos rezaba por él. Estaba segura de que Dios haría sólo el bien para mi vida porque Él me ama (Rom 8: 28). No tenía ninguna ansiedad o miedo pero tenía un profundo dolor al ver la condición patética de mi hijo. ¡Al cabo de un rato abrió sus ojos, mirando fijamente hacia mi cara y gritó 'Mamá' y dio su último suspiro!. Levanté mi corazón y brazos al cielo y colocado el alma de mi hijo en el Corazón de Jesús y comencé a alabar a Dios. Cuando vino una enfermera e invocó mi nombre volví en mí. Le dije "Alabemos a Dios, mi hijo se ha ido al cielo".

Más tarde cuando la encontré no podía creerme su historia, era increíble que una madre viuda rindiese a su único hijo al Señor. Ella dijo, "fue duro para mí porque sentí el cielo y la tierra rompiéndose y cayendo sobre mí pero recibí un poder del Espíritu Santo para dar esta rendición con la paz y la alegría del Señor". Como Brigit es mi hija espiritual la conozco bien, ahora también ella sale a predicar en retiros, rezando por los enfermos y dirigiendo grupos de oración. A menudo ella dice "Ahora soy doblemente fuerte porque mi hijo está al lado de Jesús rezando por mí ".

http://www.jmanjackal.net/esp/esptest.htm

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